El líder xenófobo holandés Wilders se sienta en el banquillo por incitación al odio
El proceso contra el político se reanuda tras múltiples retrasos y el cambio del primer tribunal, recusado por parcialidad
Después de varios retrasos y un cambio de magistrados por falta de imparcialidad, el líder antimusulmán de la derecha populista holandesa Geert Wilders al fin se ha sentado en el banquillo de los acusados. Hoy se ha reanudado el juicio contra el político por incitación al odio racial y a la discriminación por sus soflamas contra el islam con la declaración del primer testigo de la defensa, que ha causado cierto revuelo al pedir el desalojo de una persona del público por supuestas amenazas de muerte.
El juicio contra Wilders, líder de la tercera fuerza política holandesa, fue aplazado en 2010 al recusar al tribunal por falta de imparcialidad. La defensa del líder xenófobo adujo entonces, con éxito, que Tom Schalken, primer magistrado titular, asistió a una cena con el testigo de la defensa, durante la cual se mostró a favor de enjuiciar a Wilders. El proceso, en un tribunal de primera instancia de Ámsterdam, se ha reanudado después de que hace dos semanas el juzgado desestimase otro recurso de la defensa en el que se solicitaba la anulación del proceso.
Hans Jansen, un arabista holandés autóctono, ha abierto hoy la ronda de interrogatorios como primer testigo de la defensa, pidiendo nada más llegar que desalojaran de la sala de vistas "a un tal señor De Kreek". "Preferiría estar en la cárcel que permanecer de espaldas a ese personaje", ha dicho. Según él, el sujeto en cuestión le habría amenazado de muerte a través de Internet diciendo lo siguiente: "Jansen tendría que ser sacrificado como un cerdo".
La sesión de hoy ha versado sobre la polémica cena por la que fue desautorizado el juez Schalken. El arabista Jansen, y el magistrado coincidieron allí, invitados por Bertus Hendriks, otro experto sobre Oriente Próximo. De lo que se habló en la velada destaca un comentario del testigo sobre la libertad de expresión. "Si Wilders llegara a ser condenado, cientos de libros universitarios tendrían que ser destruidos", exclamó Jansen en 2010. Ante los nuevos jueces, ha admitido hoy haberle pedido a Schalken la seguridad de que nada de lo que dijera sobre el islam, o bien el Corán, sería utilizado en su contra. "Aunque le pareció una tontería por mi parte, así lo hizo. Luego me pidió el mismo tipo de certeza, pero le dije que era absurdo. Él es juez y yo estoy jubilado", ha recordado.
La situación de Wilders es compleja. Su Partido de la Libertad apoya desde el Parlamento a un Gobierno de centro-derecha en minoría. En la práctica, su influencia es evidente en asuntos de inmigración, políticas sociales y de ahorro. Según su abogado, Bram Moszcowitcz, el proceso está politizado y pone a prueba la libertad de expresión. Para los grupos que le demandaron (asociaciones de inmigrantes turcos, antillanos y marroquíes y un grupo antirracista), las ideas de Wilders son insultantes y discriminatorias. Durante el proceso será examinada también la película Fitna, estrenada en 2008, y donde el político holandés presenta el islam como una ideología violenta.
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