Los haitianos eligen al presidente que liderará la reconstrucción
Mirlande Manigat y Michel Martelly se enfrentan el domingo en segunda vuelta
Mirlande Manigat y Michel Martelly vivirán el domingo el día más importante de su vida política. Ambos tienen el mismo sueño: presidir Haití. Alrededor de cuatro millones de haitianos con derecho al voto en la segunda vuelta de las elecciones decidirá el de cuál se cumple. El que gane, además de la presidencia, habrá obtenido el derecho a liderar la reconstrucción de un país que resultó prácticamente destruido por el terremoto del 12 de enero de 2010 y para la que países extranjeros han comprometido 11.000 millones de dólares.
El Consejo Electoral Provisional (CEP) de Haití ultima los preparativos para algo más que una segunda vuelta presidencial y legislativa. Tiene el reto de organizar unas elecciones que reduzcan al mínimo el fraude, la controversia y hasta la violencia que afectaron a las celebradas el 28 de noviembre del año pasado.
Después de casi dos meses se supo que las ganó Manigat, ex primera dama y profesora universitaria. Su contrincante es Martelly, músico popular, novato en la política y hasta entonces partidario de la anulación de las elecciones, algo en lo que aún insisten varios de los candidatos que perdieron, ex altos cargos gubernamentales y hasta intelectuales extranjeros, como el estadounidense Noam Chomsky. Afirman que el próximo presidente haitiano no será el que quiere el pueblo, sino el que está imponiendo la comunidad internacional.
La Organización de Estados Americanos (OEA), junto a los países de la Comunidad del Caribe (Caricom), tiene el protagonismo de la observación electoral. Ya ha desplegado a 50 de los 200 observadores que trabajarán en la segunda vuelta, 80 más que en noviembre. Ha remitido un pliego de recomendaciones al cuartel general del CEP. Gaillot Dorsinville, su presidente, ha dicho que están "preparados para hacer todas las correcciones necesarias para mejorar su desempeño".
Así, han despedido a agentes electorales acusados de fraude e intimidaciones a votantes en la primera vuelta, han reforzado la preparación de los que trabajan en la segunda, se ha pedido a los partidos que nombren delegados capaces real y éticamente y se está mejorando la información para el votante. También la calidad de las listas en las que aparecen para garantizar su voto en el centro asignado.
Estas y otras medidas serán complementadas con refuerzos en la seguridad. En total, 3.500 policías y 9.000 efectivos de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah) velarán por ella. No parece que el regreso del dictador JeanClaude Duvalier, Baby Doc, hace unas semanas, tras pasar 25 años en el extranjero, vaya a alterar el orden público. El ex presidente Jean-Bertrand Aristide, exiliado en Sudáfrica desde 2004 tras ser derrocado, ha anunciado su vuelta inminente, lo que podría ser un factor de desestabilización.
Mientras tanto, Manigat, del partido Agrupación de Demócratas Progresistas y Nacionalistas, y Martelly, de Respuesta Campesina, continúan con su campaña en un país que vive en precariedad y afectado por una epidemia de cólera. Escombros del seísmo que causó más de 220.000 muertos en enero de 2010 siguen en las calles y alrededor de 1,3 millones de personas viven bajo endebles tiendas de campaña en campos de refugiados. El cólera, detectado en octubre pasado, ha causado ya casi 4.700 muertos y contagiado a un cuarto de millón de haitianos, según el Ministerio de Salud. La comunidad internacional ha comprometido más de 11.000 millones de dólares en ayudas para la reconstrucción del país, pero la vida pasa en una especie de limbo de supervivencia.
Los candidatos a la presidencia piden el voto en pueblos y ciudades. Martelly da conciertos en sus mítines. Insiste en la necesidad de cambiar el sistema. "Llevamos 25 años con él y no funciona". Apela a dar prioridad a la educación, la salud, la seguridad y la lucha contra la corrupción. Añade planes para levantar viviendas para quienes habitan en campos de refugiados.
Manigat también centra su discurso en dar un paso hacia el desarrollo a partir de la educación y la salud por medio de "un Gobierno serio, íntegro y competente". Habla de la aplicación de "mecanismos ligeros de capitalismo con rostro humano", de promover la inversión extranjera y de reconocer "el mercado nacional como el espacio principal para el desarrollo". A sus discursos les insufla cierto carácter maternal y los asistentes corean "mamá, mamá".
La única encuesta publicada hasta el momento, encargada por un grupo del sector privado, otorga a Martelly el 50,8% de la preferencia electoral frente a un 46,6% de Manigat. La campaña finaliza el jueves; los resultados preliminares de las elecciones del domingo deben estar listos el 31 de marzo y la proclamación del ganador debe producirse el 16 de abril.
Dos estilos, dos generaciones
Además de dos candidatos, en esta segunda vuelta electoral para la presidencia de Haití se enfrentarán dos sexos, dos estilos y hasta dos generaciones. Mirlande Manigat, de 70 años y apariencia de abuela, fue primera dama en los años ochenta, ha formado parte de Gobiernos del pasado a raíz del derrocamiento de Jean-Bertrand Aristide en 2004 y posee una larga trayectoria como profesora universitaria. Se presenta como una madre que sabe entender los problemas de sus compatriotas y capaz en el trabajo de cambiar el destino de su país. Sus detractores la tachan de conservadora y de integrante de un sistema político que ha fracasado y llevado a Haití al nivel de pobreza económica y social que lo ha convertido en un Estado fallido.
Michel Martelly, de 50 años, es todo un personaje, una estrella de la música. Conocido popularmente como Sweet Micky (Dulce Micky), dejó sus estudios universitarios para dedicarse a los ritmos del Kompas, lo que le llevó a vivir a caballo entre Haití y Florida (Estados Unidos), donde estos días se ha hecho pública la incautación de varias de sus propiedades por falta de cumplimiento de obligaciones hipotecarias.
Martelly, el candidato popular, el irreverente que en sus conciertos hasta se ha bajado los pantalones, es un novato de la política que aboga por una oportunidad para un cambio que permita crear un Haití diferente. Tiene el apoyo del famoso rapero Wycleaf Jean, al que no permitieron presentarse, pero se duda de su capacidad para llevar las riendas de un país.
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