Funcionarios, gobernador, republicanos y demócratas se enfrentan en Wisconsin
La Cámara baja del Estado norteamericano ha aprobado una ley que recorta los derechos sindicales de 170.000 empleados públicos
La Cámara baja de Wisconsin ha aprobado la ley que recorta los derechos sindicales de 170.000 empleados del Estado. Es el último episodio en una serie de eventos que arrancaron el pasado día 17, cuando miles de personas ocuparon el Senado estatal para protestar contra la propuesta. Al mismo tiempo se fugaban los 14 senadores demócratas, para impedir la votación de la ley, y todavía no han aparecido.
Después de 61 horas de debate, la ley ha superado la primera votación. Los legisladores republicanos abandonaron la Cámara entre gritos de "¡Vergüenza, Vergüenza!" por parte de los manifestantes. La ley todavía deberá superar la barrera del Senado. Pero sin demócratas no hay votación.
La lucha que libran los trabajadores y el Gobierno es la más importante de los últimos 30 años. En Wisconsin y en el resto del país. Republicanos y demócratas chocan en una estrategia que empieza en la lucha contra el déficit, continúa en los intereses políticos y económicos de cada partido y podría estirarse hasta las próximas elecciones.
Wisconsin ha sido el primer Estado en representar la gravedad de la situación que afecta prácticamente a todos los gobiernos locales. Los 150.000 millones de dólares del plan de estímulo se han acabado. Ya no pueden tapar más agujeros. La crisis económica ha reducido la recaudación de impuestos, el balance presupuestario para este año sigue en números rojos y los estados estrenan obligaciones impuestas por la reforma sanitaria. Los recortes en educación y programas financiados por el estado como Medicare, así como la privatización de servicios públicos son algunas de las soluciones propuestas.
El déficit que amenaza a las cuentas estatales y nacionales obliga a replantear la financiación pública y las compensaciones a los trabajadores. Según datos ofrecidos hoy por el Wall Street Journal, el 99 por ciento de los empelados públicos estadounidenses reciben algún tipo de beneficio como seguro médico o pensión. En comparación, esto sólo ocurre con el 74 por ciento de los empleados de empresas privadas, que además cobran una media de 7 dólares menos por hora.
"Esta propuesta de ley es imprescindible para equilibrar el presupuesto estatal", declaró el gobernador republicano Scott Walker en su defensa. "Esta ley es sobre el empleo. Si no la aprobamos, tendremos que despedir a más de 2.000 empleados públicos", sentenció. Los demócratas, que perdieron las pasadas elecciones legislativas en Wisconsin el pasado noviembre, defienden que la ley terminará con derechos sindicales de los empleados. Pero unos y otros podrían esconder otros intereses.
Según la revista Mother Jones, la última campaña electoral de Walker estuvo financiada principalmente por los hermanos David y Charles Koch, dos multimillonarios ultra conservadores con especial influencia en el partido republicano gracias a su conglomerado de empresas Koch Industries.
Los Koch han creado en los últimos años organizaciones como Americanos por la Prosperidad, el Instituto Cato y o la Fundación Razón. Todas ellas han abogado por la erradicación de los sindicatos y los recortes, dentro de un objetivo global para rebatir todas las propuestas del partido demócrata -desde los recortes presupuestarios hasta la lucha contra el cambio climático- e impedir que Obama renueve mandato. Americanos por la Prosperidad, por ejemplo, ha creado la página de apoyo a Walker (www.standwithwalker.com). Según en The New York Times, el presidente de esta organización acudió esta misma semana a las protestas para defender los recortes. "Lo que el señor Phillips no explicó a los manifestantes es que su grupo, que incrementó su presupuesto de 7 millones de dólares hace tres años a 40 millones en 2010, fue creado y financiado por los hermanos Koch", explica el diario estadounidense.
Industrias Koch posee además una empresa subsidiaria de explotación de carbón, seis plantas de procesamiento de madera y una importante red de tuberías en el estado de Wisconsin. Sin embargo, uno de sus portavoces en Washington declaraba ayer al The New York Times que "un persupuesto equilibrado no beneficiará ni más ni menos a los empleados públicos de Wisconsin que a los del sector privado".
Esta misma semana, un bloguero intentó desenmascarar a Walker exponiendo su amistad con los hermanos conservadores. Ian Murphy consiguió hablar por teléfono con Walker, haciéndole creer que era David Koch. No logró ninguna declaración escandalosa del gobernador de Wisconsin más allá de admitir que habían considerado infiltrar aliados para radicalizar las protestas. Pero si demostró que Walker, que respondió con un efusivo "¡David!" al descolgar el teléfono, prefiere responder a llamadas de los Koch antes que a las de los demócratas.
Los 14 senadores de la oposición siguen en su exilio voluntario en Illinois mientras las autoridades de Wisconsin han llegado a enviar a la policía a sus casas, sin encontrarlos. Siguen en el Estado vecino haciendo proposiciones como una mayor contribución de los empleados a las arcas del Estado, pero Walker se niega. Sólo le vale su propuesta.
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