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Rusia expulsa al corresponsal de 'The Guardian' tras la filtración de Wikileaks

El Gobierno británico pide explicaciones a Moscú por la deportación del periodista Luke Harding

Luke Harding, corresponsal del diario británico The Guardian en Moscú, ha sido expulsado de Rusia, en lo que supone la primera deportación de un periodista británico del país desde el fin de la guerra fría. La salida forzosa de Harding se produce tras la publicación por el diario para el que trabaja de los cables secretos del Departamento de Estado norteamericano, filtrados por Wikileaks a The Guardian y otros cuatro medios internacionales, entre ellos EL PAÍS. Harding había relatado el contenido de algunos telegramas que afirmaban que Rusia se había convertido, bajo el mandato de Vladímir Putin, en "un Estado virtualmente mafioso".

El periodista voló a Moscú el pasado fin de semana tras desentrañar en Londres durante dos meses el contenido de los despachos, pero se le negó la entrada al país cuando mostró su pasaporte en el control. Tras pasar 45 minutos en una sala del aeropuerto, fue enviado de vuelta a Reino Unido en el primer avión disponible; la policía le anuló el visado -vigente hasta el próximo mayo- y solo le devolvió el pasaporte una vez sentado en el avión. A Harding no se le dieron razones específicas sobre la decisión, aunque un funcionario de del aeropuerto que trabaja para el Servicio Fronterizo Federal (brazo de la agencia de espionaje), le dijo: "Para ti Rusia está cerrada".

Aclaración diplomática

"Rusia me ha expulsado de Moscú. Me pararon en un control de paso, me metieron en una celda cerrada y me deportaron", relató el corresponsal en su cuenta de Twitter.

William Hague, secretario del Foreign Office británico, contactó con su homólogo ruso, Serguéi Lavróv, este lunes para intentar averiguar qué había pasado exactamente. Lávrov prometió interesarse por el caso.

Alan Rusbridger, redactor jefe de The Guardian, dijo: "Esto es un asunto muy perturbador con graves implicaciones para la libertad de prensa, y es preocupante que el Gobierno ruso pueda echar a patadas a los informadores que no le plazcan. El trato de Rusia a los periodistas, tanto rusos como extranjeros, es motivo de honda preocupación".

El último periodista prominente que fue invitado a marcharse de Rusia fue Angus Roxburgh, corresponsal de Sunday Times, en 1989, en represalia por la expulsión de 11 espías rusos de Londres ordenada por la entonces primera ministra, Margaret Thatcher.

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