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Banca portuguesa, Irán y espionaje

El jefe del primer banco portugués ofreció a EE UU informar sobre Irán

Los cables diplomáticos afirman que el presidente de Millennium BCP intentó, con el conocimiento del Gobierno portugués, un acuerdo con Estados Unidos para hacer negocios en Irán a cambio de ciertas labores de inteligencia

La relación entre negocios y política transita a veces por el filo de la navaja. Carlos Santos Ferreira, presidente del Banco Comercial Portugués, conocido como Millennium BCP, primera entidad privada del país, intentó cuadrar intereses tan contradictorios como hacer negocios con Irán sin que ello afectara la excelente relación de Portugal con Estados Unidos. Para ello, propuso poco menos que hacer labores de espionaje al servicio de EE UU, al proponer desembarcar en Irán y, a cambio, ofrecer a Washington información de las actividades financieras de la República Islámica. La operación, según un despacho remitido en febrero de este año por la Embajada estadounidense en Lisboa, cuenta con el conocimiento del primer ministro portugués, José Sócrates, y de miembros de su Gobierno.

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La historia empieza en abril de 2009, cuando una delegación del BCP viaja a Teherán, invitada por la Embajada iraní en Lisboa, para discutir el interés del sector bancario de la República islámica por establecer una relación con el primer banco privado portugués para explorar las posibilidades de negocios y de intercambios comerciales. Diez meses después, Santos Ferreira, buen amigo de la Embajada de EE UU en Portugal, discute el asunto con la consejera política y económica estadounidense, y los eventuales beneficios que Washington podría obtener de la operación. En aquellas fechas, no hay embajador, ya que el actual titular, Allan J. Katz, presenta sus cartas credenciales al presidente Aníbal Cavaco Silva el 28 de abril de 2010. "Aunque opina que los costes pueden pesar más que los beneficios, Ferreira Santos desea establecer una relación con Irán para ayudar al Gobierno de Estados Unidos a rastrear fondos y actividades financieras iraníes", señala el cable. En concreto, el número uno del primer banco privado portugués ofrece a sus interlocutores en la embajada su disposición "a que el Gobierno de Estados Unidos controle las cuentas iraníes en el Millennium", mediante un sistema que sea satisfactorio para ambas partes.

"El BCP informó al primer ministro Sócrates y altos funcionarios del Gobierno, incluido el gobernador del Banco de Portugal, del interés de Irán en establecer una relación con Millennium", añade el despacho. Aunque Ferreira no lo dice explícitamente, la embajada cree que, como mínimo, el Ministerio de Asuntos Exteriores está al corriente de la propuesta del banquero.

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Visita a Irán

En su visita a Irán, dos altos ejecutivos del BCP, José João Guilherme, miembro del consejo de dirección, y Duarte Pitta Ferraz, director de la unidad de asuntos internacionales, mantienen reuniones durante cinco días con representantes del Banco Central iraní, siete bancos, la Organización de Inversiones y Asistencia Técnica y Económica de Irán (OIETAI) y la Embajada portuguesa, para discutir la posibilidad de hacer negocios sin violar las restricciones impuestas por la Unión Europea y las sanciones de la ONU. Pocas semanas antes del viaje de la delegación del BCP, ha estado en Teherán el embajador Nuno Brito, director político del Ministerio portugués de Asuntos Exteriores. Según la Embajada de EE UU en Lisboa, este funcionario ha asegurado al vicesecretario de Estado, William J. Burns que, de momento, Portugal no tiene intención de profundizar sus relaciones económicas con Irán, aunque "mantiene abiertas sus opciones para futuras inversiones". Las relaciones diplomáticas de Portugal con Irán son de larga data y se remontan al siglo XVI, por lo que Washington es consciente del interés de Lisboa en mantener un difícil equilibrio en un asunto de alta sensibilidad. En otro despacho, la Embajada se refiere a la intención del Gobierno portugués de mantener la puerta abierta a una futura entrada en Irán de Galp Energia, la primera empresa lusa del sector energético. En su conversación con los funcionarios estadounidenses, Santos Ferreira explica que Irán ha dicho claramente que tiene otras opciones en Europa, y que el interés de la República Islámica en Portugal puede deberse a la mayor permisividad del marco regulatorio.

Fuentes del BCP contactadas por este diario se han negado a comentar el contenido del mensaje de la Embajada. El presidente del banco dirigió anteriormente la Caixa Geral Depósitos, primera entidad financiera de Portugal. Su traslado a Millennium se produjo después de una crisis en el consejo de administración del banco, a finales de 2007 y principios de 2008. El Banco de Sabadell tiene una participación del 4,3%. Santos Ferreira fue diputado del Partido Socialista en la década de los setenta y es un hombre cercano a Sócrates y a António Guterres, ex primer ministro socialista. En octubre de 2009, el BCP vuelve al ojo del huracán cuando estalla el escándalo Face Oculta (cara oculta). Con este nombre se bautiza una red de corrupción y tráfico de influencias en la que destaca el nombre de Armando Vara, vicepresidente del BCP (ya dimitido), dirigente del PS y cercano a Sócrates. La investigación pone contra las cuerdas al primer ministro, cuando salen a la luz conversaciones telefónicas entre Sócrates y Vara, sobre la interferencia gubernamental en medios de comunicación. La instrucción del proceso Face Oculta comenzará esta semana en Lisboa, en el Tribunal Central de Instrucción Criminal.

Contactos en los ochenta

El cable enviado desde Lisboa al Departamento de Estado también recuerda que el presidente Santos Ferreira ya tuvo contactos con la Embajada iraní en la capital portuguesa a finales de los años ochenta, cuando era el presidente de la Fundición Oeiras (entre 1987 y 1989), que funcionó durante más de un siglo en esta localidad en la periferia de Lisboa. En este punto, el cable al que ha tenido acceso EL PAÍS señala que aquella empresa metalúrgica estatal vendió, según dice Ferreira Santos, "pertrechos militares a Irán hace más de 20 años". El detalle no puede pasar desapercibido si se tiene en cuenta que la venta de armas lusas a Irán, antes y durante la guerra de aquel país islámico contra Irak (1980-88), levantó durante años gran polvareda en Portugal y sigue siendo un asunto con abundantes interrogantes. El hilo de aquellos suministros militares llega hasta la muerte del ex primer ministro portugués Francisco Sá Carneiro, el 4 de diciembre de 1980, conocida como el caso Camarate. La explosión en pleno vuelo de la avioneta en la que viajaba el jefe de Gobierno y otras seis personas, entre ellas el entonces ministro de Defensa, Adelino Amaro da Costa, mantiene un halo de misterio tres décadas después. La nave había despegado de Lisboa rumbo a Oporto y poco después se despeñó en la localidad de Camarate.

Al cumplirse el 30º aniversario del aquel episodio que sacudió Portugal, han salido al mercado no menos de cuatro libros. En uno de ellos, el ex ministro de Defensa y de Asuntos Exteriores Diogo Freitas do Amaral asegura que ninguna de las ocho comisiones parlamentarias de investigación sobre el caso consiguió resolver todas las dudas. La presencia en la avioneta siniestrada del ministro de Defensa Amaro da Costa, las ventas de armas a Irán y la falta de transparencia que rodeó la existencia del llamado Fondo de Defensa Militar de Ultramar (FMDU) son ingredientes que han contribuido a alimentar las sospechas. En contra de las voces que insisten que la muerte de Sá Carneiro es un capítulo cerrado, el ex presidente António Ramalho Eanes ha salido a la palestra y calificó ayer de "inaceptable" la ausencia de una conclusión final sobre el caso Camarate. Eanes es favorable a la novena comisión de investigación que iniciará su trabajo en breve, y ha subrayado que "es interesante esperar un poco más", porque el año próximo serán desclasificados "documentos confidenciales de Estados Unidos en relación a aquella época", que pueden "arrojar mucha luz", ya que peritos estadounidenses siguieron de cerca el caso.

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El presidente de Millennium, Carlos Santos Ferreira, en 2007.
El presidente de Millennium, Carlos Santos Ferreira, en 2007.REUTERS

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