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EE UU ejecuta a la primera mujer en cinco años

Teresa Lewis, de 41 años, es la primera ejecutada en el Estado de Virginia en casi 100 años.- Su coeficiente intelectual rozaba el límite constitucional para la pena capital

Por primera vez en casi un siglo, el Estado de Virginia ha ejecutado a una mujer. De nada valieron los recursos al Tribunal Supremo, las apelaciones ni las campañas de las organizaciones contraria a ese castigo que alegaron que la condenada tenía un coeficiente intelectual que rozaba el límite que considera la máxima pena como inconstitucional. Teresa Lewis fue sometida a un 'homicidio legal' a las nueve de la noche hora local (tres de la madrugada en España). Un cóctel mortal de barbitúricos le paró el corazón tras pasar siete años en el corredor de la muerte del correccional de Greenesville (Virginia).

Lewis, 41 años, fue condenada en 2003 tras admitir haber encargado a su amante y otro hombre el asesinato de su marido y el hijo de éste para cobrar el seguro de vida. Lewis nunca apretó el gatillo y a pesar de ello fue condenada a muerte mientras que los autores materiales del crimen obtenían sentencias de cadena perpetua -uno de ellos se suicidó en la cárcel en 2006-. Desde que en EEUU se reinstauró la pena de muerte en 1976, 12 mujeres -incluida Lewis, la primera desde 2005- han sido ejecutadas en el país. Las estadísticas dicen que son muchos más los hombres que cometen asesinatos que las mujeres y por eso son muchas menos las que acaban en el corredor de la muerte. Pero los expertos apuntan a que la justicia es férrea cuando tiene que dictar sentencia para una mujer que se considera que se ha salido de los roles establecidos por la sociedad y ha cometido un crimen atroz. En el caso de Lewis, el hecho de que ordenara los asesinatos para obtener dinero fue considerado un agravante que le valió la pena de muerte.

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La condena desató una intensa campaña en contra de la pena en la que participaron grupos de salud mental, representantes de la Unión Europea y el escritor estadounidense John Grisham. Además de su bajo coeficiente (72, sobre un mínimo legal de 70), los defensores de Lewis alegaban que la mujer, una de las 53 mujeres condenadas a muerte en Estados Unidos, padecía un trastorno de personalidad que la hacía dependiente y habían presentado una carta en la que uno de los otros dos hombres acusados del crimen reconoce que la manipuló para convencerla de que había que asesinar a su marido.

El Tribunal Supremo de Justicia desechó el martes la última apelación de los abogados de Lewis para que la sentencia fuera conmutada, después de que el gobernador de Virginia, Robert McDonnell, rechazara la petición de clemencia el viernes pasado.

En una conversación telefónica con la estación WTVR de televisión local en Greenesville, Lewis dijo que la reconfortan su fe y el canto de himnos religiosos. "Tengo la esperanza de que algo cambiará... pero si he de ir junto a Jesús, sé que será lo mejor", declaró la mujer.

Las últimas horas

Una cena alta en calorías y visitas de familiares han llenado, en una celda sin ventanas de una prisión de Virginia, las últimas horas de vida de Teresa Lewis, quien dijo que esperaba ver esta noche a su hijo y su hija. La condenada es abuela desde el año pasado cuando su hija tuvo un varón.

El menú: dos pechugas de pollo frito, guisantes con mantequilla, soda "Dr. Pepper" y tarta de chocolate alemana, o, en su defecto, pastel de manzana. Esa fue la última comida elegida por la ejecutada, según funcionarios de la prisión.

Larrys Traylor, portavoz del Departamento de Correccionales en Virginia, dijo que en el centro de reclusiones de Greenesville no se había hecho arreglo especial alguno aparte de colocar guardias femeninas en torno a la celda de Lewis, en lugar de hombres. A diario la ha visitado su consejera espiritual, la capellán Julie Perry de la cárcel de mujeres en Fluvanna donde Lewis estuvo hasta el sábado.

Teresa Lewis.
Teresa Lewis.
Una furgoneta del servicio médico abandona el Penal de Greensville en Jarrat, Virginia, tras la ejecución de Teresa Lewis.
Una furgoneta del servicio médico abandona el Penal de Greensville en Jarrat, Virginia, tras la ejecución de Teresa Lewis.AP

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