Dos grandes partidos autonomistas
Ambos son tranversales e interclasistas. Lo más importante en este capítulo es que en los dos casos son partidos puente, que sirven para unir dos orillas distintas. En el caso socialista es más evidente esta función de pegamento entre las dos comunidades que hipotéticamente hubieran podido existir en este país: sin el PSC los orígenes lingüísticos de la población hubieran conducido a un país segmentado en dos. La tensión que sufre este puente es muy seria y tiene su expresión en los dos mayores reproches que se le hace al socialismo catalán; desde fuera que se somete a la lógica catalanista y finalmente actúa como un partido nacionalista, y desde dentro que no consigue nunca actuar como el partido independiente que es y termina supeditándose al ordeno y mando de Madrid.
También CiU sufre las tensiones propias del partido puente. En este caso el nacionalismo conservador tuvo que atender desde sus orígenes tanto a la sociología electoral del catalanismo antifranquista como la del conservadurismo más acomodaticio con el régimen. En CiU, fruto de estos orígenes, conviven dos almas, una más soberanista, e incluso independentista, quizás ahora la mayoritaria, y otra más posibilista y partidaria de seguir sacando petróleo del autonomismo, incluso en las presentes dificultades. Nada distinto a lo que sucede en el PSC, aunque probablemente con inversión de papeles en cuanto a su fuerza, pues los socialistas catalanistas son minoritarios en relación a los más disciplinados en relación al PSOE.
No hay que olvidar que los dos partidos, con distintos énfasis, han patrocinado el vigente Estatut, se han sentido igualmente vejados por la sentencia y han organizado de forma muy similar la contraofensiva, sabedores de que, en la práctica, sólo hay una salida posible para los partidos de Gobierno, por más que nadie hable de ella: seguir y seguir negociando y pactando, trenzando pacientemente consensos aquí y allí, y persistiendo en el autonomismo. En algún momento han anunciado que habrá que revisar la Constitución para resolver algunos de los puntos cruciales que han caído del Estatut; pero apenas se ha mencionado las mayorías que se necesitan para hacerlo.
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