Berlusconi: "En Italia se espía a todo el mundo, no somos una democracia"
El primer ministro afirma que los jueces escuchan a 7,5 millones de ciudadanos
Silvio Berlusconi está concernido por la intimidad de los ciudadanos italianos. Y el freno de su socio Gianfranco Fini a la tramitación rápida de la ley de escuchas telefónicas le irrita y le preocupa. Hablando ante la asociación de comerciantes Confcommercio en Roma, el primer ministro ha afirmado hoy que la regulación de las interceptaciones es urgente: "En Italia estamos todos bajo escucha, hay 150.000 teléfonos pinchados", ha dicho. "Si cada uno habla con 50 o 100 personas, basta multiplicar 150.000 por 50 personas, y eso supone que hay 7,5 millones de personas que pueden ser escuchadas". Berlusconi ha concluido: "No somos un país civilizado, esto no es una verdadera democracia. No se defiende la libertad de palabra. No podemos tolerarlo más".
La Asociación Nacional de la Magistratura ha corregido al primer ministro y ha matizado que en 2009, los teléfonos interceptados en Italia fueron 119.553. Una cifra alta, en todo caso, que Berlusconi quiere restringir a toda costa, aprovechando para parar los pies a quienes considera los verdaderos "enemigos" de la democracia, los periodistas y los jueces.
Su visión es que ambas categorías se retroalimentan y trabajan de forma coordinada. Esa coordinación, según 'Il Cavaliere', funciona así: la prensa investiga y pone en la pista de posibles delitos a los magistrados, estos interceptan las conversaciones y se las ofrecen a los periodistas que las publican para destruir la reputación de los investigados con procesos mediáticos.
Berlusconi no tolera ese estado de cosas, y ha repetido hoy que es preciso un cambio de grandes dimensiones: "Hay que reformar las instituciones y la Constitución para adaptarlas a las exigencias de un país moderno, que vive en una globalización total y debe dotarse de instrumentos para intervenir con rapidez y eficacia".
La excusa es que la Constitución es vieja (se aprobó en 1948) y se redactó pensando sobre todo en que no regresara el fascismo: "La arquitectura institucional escrita por nuestros padres se resentía del temor a que volviese la dictadura", ha dicho Berlusconi. "Así que repartieron los poderes entre los diversos órganos: Parlamento, jefe del Estado, Corte Constitucional, y quitaron todo poder al consejo de ministros y al presidente del Consejo".
El sistema de pesos y contrapesos trastorna el día a día de Berlusconi, y según ha revelado le provoca incluso momentos de bajón: "Cuando un empresario como yo piensa en las cosas que hay que hacer se desanima, porque para llegar a un resultado concreto hace falta pasar bajo las horcas caudinas de tantas dificultades que a veces uno piensa: 'Quién me manda a mí hacer esto, vuelvo a hacer lo que hacía antes o me jubilo'".
Que nadie se alarme. Cuando vienen mal dadas, Berlusconi piensa en los ciudadanos que le apoyan y en el bien común, y sigue adelante: "La gente aprecia al Gobierno y es ese consenso lo que nos induce a perseverar y a no darnos por vencidos".
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