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El desafío de la 'gran Hungría'

Una ley que concede la nacionalidad a las minorías magiares en el exterior inquieta a los países vecinos

El Parlamento de Hungría ha aprobado la controvertida ley por la que se facilita otorgar la nacionalidad a las personas de etnia magiar, que se calcula oscilan entre los 2 a 3,5 millones, que viven en el extranjero, la gran mayoría en los países de la región del centro y el este europeo.

Todos los que puedan certificar que tienen antepasados húngaros y su conocimiento de esa lengua podrán solicitar la nacionalidad, como segunda, aunque nunca hayan residido ni residan en Hungría. La recibirán si no tienen antecedentes penales ni suponen un peligro para el orden público ni para la seguridad nacional, según la normativa, aprobada por 344 votos a favor, 3 en contra y 5 abstenciones.

Los nuevos húngaros no tendrán de forma automática derecho a votar en Hungría ni a pensiones ni prestaciones sociales húngaras, según la ley, que entrará en vigor el 20 de agosto y se aplicará el primero de enero de 2011.

La normativa, que tuvo el respaldo tanto de Fidesz como de las demás fracciones parlamentarias, fue el pilar del programa electoral y de Gobierno del nuevo primer ministro, Viktor Orban, urdidor de la victoria de su partido de centro-derecha Fidesz, que logró una mayoría superior a dos tercios del Parlamento en las elecciones de abril.

Tras la I Guerra Mundial Hungría perdió dos terceras partes de su territorio y así se crearon minorías húngaras en los países limítrofes. Al menos 1,5 millones de personas son de origen magiar en Rumania, unas 500.000 suman las de Serbia y Ucrania, y otras tantas en Eslovaquia, donde equivalen al 10 por ciento de la población.

La ley puede originar conflictos en esos tres países vecinos con población magiar, casi toda residente en sus fronteras con Hungría, dado que en un par de décadas el Gobierno de Budapest puede intentar cambiar los lindes en función del principio étnico, indican analistas.

Pese a ser el país más afectado, Rumania no está en contra, actitud que contrasta con Eslovaquia, cuyo primer ministro, Robert Fico, dice que es "un peligro vital" para la soberanía del país.

La reacción eslovaca a la ley húngara no se ha hecho esperar y horas después el Consejo de Ministros eslovaco aprobó de urgencia un proyecto de ley por el que modificó el Acta de Ciudadanía Eslovaca y pidió al Parlamento que la adopte por procedimiento rápido.

La reforma establece que si un eslovaco solicita voluntariamente otra ciudadanía, cuando la obtenga perderá la eslovaca y hace obligatorio que para ejercer una función pública se ha de tener la ciudadanía eslovaca, lo que no se aplicará si ello ocurre por matrimonio o en caso de niños que nazcan en países que otorgan la ciudadanía por esa circunstancia.

El Partido de la Coalición Húngara eslovaca SMK se ha congratulado por la decisión del Parlamento de Budapest por creer que facilita la solicitud de la doble ciudadanía a los húngaros en los países vecinos y ha calificado de "inapropiada y exagerada" la "histeria" provocada en el Gobierno eslovaco.

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