Pakistán descarta nuevas ofensivas contra los talibanes
Islamabad se desmarca de las presiones del Pentágono.- El secretario de Defensa, Robert Gates, realiza su primera visita al país bajo la presidencia de Obama
Pakistán ha recibido hoy con un jarro de agua fría al secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates. El Ejército paquistaní no tiene planes para lanzar nuevos ataques contra los talibanes en el año en curso, según ha anunciado su portavoz, el general Athar Abbas. Gates había aterrizado poco antes en Islamabad con la intención de convencer a sus anfitriones de que extiendan su lucha contra esos extremistas a las facciones que operan en Afganistán.
"Estamos ya al límite de nuestra capacidad y no podemos abrir nuevos frentes", ha dicho Abbas citado por las agencias de prensa. El portavoz ha asegurado, no obstante, que los militares mantendrán sus operaciones contra los talibanes en el Valle del Swat y en Waziristán del Sur, donde estimó que necesitarán entre "seis meses y un año" para consolidar sus avances. Pakistán lanzó dos importantes ofensivas contra los feudos talibán en esas regiones en abril y octubre del año pasado.
Las palabras de Abbas revelan las dificultades que atraviesa la relación con Estados Unidos. Washington desea que Pakistán amplíe su lucha a los grupos que amparan y asisten a los talibanes afganos. Pero los analistas estiman que Islamabad sigue considerando a esas facciones como instrumentos para frenar la influencia de India en Afganistán y aliados en este país una vez que se vayan las tropas estadounidenses. Todas las ofensivas paquistaníes hasta ahora se han centrado en los talibanes locales que atacan al Estado.
Gates ha reconocido que esas operaciones "han desalojado a Al Qaeda y a otros grupos terroristas". Pero para Washington resulta insuficiente. En un momento en el que EE UU trata de recobrar la iniciativa en Afganistán con el envío de otros 30.000 soldados, los observadores temen que los distingos paquistaníes hagan inefectivo ese esfuerzo al permitir que los talibanes afganos sigan encontrando refugio en las regiones fronterizas de Pakistán. El secretario de Defensa llevaba bajo el brazo una petición para que el Ejército actúe contra su santuario en Waziristán del Norte.
"No se puede ignorar una parte de este cáncer y pretender que no tendrá algún efecto en casa", había declarado Gates en el avión que le trasladaba desde India, en su primera visita a Pakistán desde que Barack Obama llegó a la presidencia el año pasado. El portavoz militar paquistaní puso en entredicho el vínculo entre los talibanes de uno y otro lado de la frontera. "La respuesta no puede ser en blanco y negro", ha declarado Abbas.
La situación entre ambos aliados se ve complicada además por lo que el propio Gates calificó de "déficit de confianza" en un artículo publicado en un diario local. Antes de proceder a cualquier petición, el secretario de Defensa sabe que su país tiene que convencer a los paquistaníes de que está a su lado "a largo plazo". "Pretendemos continuar siendo socios en el futuro", escribió. Tras la guerra para expulsar a los soviéticos de Afganistán en los años ochenta, la ayuda norteamericana se secó de golpe dejando a Islamabad solo ante un vecino destrozado y sumido en una guerra civil.
Estados Unidos es el principal donante de Pakistán al que ha facilitado ayuda por valor de unos 10.000 millones de euros, incluida la asistencia militar, desde que tras los atentados del 11-S su entonces presidente, el general Pervez Musharraf, abrazó la guerra contra el terrorismo. Sin embargo, numerosos paquistaníes de toda condición se muestran convencidos de que esa empresa es un mero pretexto para reprimir a los musulmanes. Contribuye a ello la impopular campaña de ataques desde aviones no tripulados que sólo este año ya ha dejado 81 muertos, insurgentes islamistas, según el Ejército, y civiles inocentes, según los islamistas. Además, está el recelo añadido de los lazos de Washington con Nueva Delhi y la falta de presión a su Gobierno para resolver el enquistado problema de Cachemira.
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