Una maleta con explosivos se cuela en Irlanda
El Gobierno eslovaco utiliza a un ciudadano de ese país que viajaba a Dublín como conejillo de indias en un ejercicio de seguridad que al final salió mal
Mientras medio mundo sigue intentando digerir las consecuencias del intento de atentado en un avión que se disponía a aterrizar en Detroit el día de Navidad, la policía de Eslovaquia ha estado a punto de provocar un grave incidente con un sorprendente ejercicio para entrenar a sus perros expertos en detectar explosivos. El sábado pasado escondieron nueve paquetes con explosivos reales en las maletas de ocho pasajeros que se disponían a volar a Dublín desde el pequeño aeropuerto de Poprad-Tatry, 340 kilómetros al noreste de la capital, Bratislava, y muy cercano a la frontera con Polonia, al norte del país.
Los perros rastreadores se portaron muy bien: localizaron las ocho bolsas en que había explosivos. Pero los humanos no estuvieron a la misma altura: olvidaron que en una de las maletas había dos paquetes, no uno solo. Y esa maleta acabó en la bodega de un avión de Danube Wings rumbo a la capital de Irlanda, una ruta inaugurada hace apenas un mes.
Existen versiones contradictorias sobre lo que ocurrió después. La mayoría de las agencias y medios coinciden en que la policía eslovaca tardó cierto tiempo en darse cuenta del error. Pero según Associated Press, el Ministerio del Interior eslovaco asegura que el piloto fue informado antes del despegue de que había una maleta con explosivos a bordo pero que éste decidió despegar de todos modos porque le aseguraron que el explosivo no era peligroso si no se mezclaba con otras sustancias.
El mayor pagano de la historia puede acabar siendo el Gobierno irlandés, al que los eslovacos no informaron del problema hasta el martes. Una vez informados del incidente y de la identidad del pasajero que había sido utilizado de conejillo de indias, un electricista de 49 años que lleva tres trabajando en Irlanda, la policía irlandesa localizó su domicilio en un barrio al norte de la capital y envió a un equipo especializado en desactivación de explosivos. Como medida de precaución, cortaron una de las principales arterias de la zona y desalojaron los edificios y negocios de la zona durante varias horas.
El material, 86 gramos del explosivo plástico RDX -unos gramos más de lo que transportaba el frustrado suicida de Detroit- seguía donde lo habían puesto los servicios de seguridad eslovacos: tan bien escondido que el inocente electricista ni siquiera se había dado cuenta de su presencia al deshacer el equipaje. Para aderezar el susto con un poco de pánico kafkiano, la policía se lo llevó detenido. Horas después lo puso en libertad al tener la certeza de que no se trataba de un terrorista sino de un pobre hombre que no sabía que había sido utilizado por la policía de su propio país.
El ministro eslovaco del Interior, Robert Kalinak, telefoneó al ministro irlandés de Justicia, Dermot Ahern, para pedirle disculpas "por este lamentable incidente". Tibor Mako, responsable de la policía de fronteras exteriores de Eslovaquia, ha presentado su dimisión por el error cometido por las fuerzas de las que es responsable, aunque no está claro que su renuncia haya sido aceptada.
"El objetivo del ejercicio era mantener en forma a los perros rastreadores en un entorno real", ha explicado en una nota el Ministerio del Interior eslovaco. "Un oficial de policía cometió un error tonto y poco profesional, que acabó convirtiendo en un problema los buenos propósitos de un ejercicio que buscaba proteger a la gente", continúa la nota. "Nadie estuvo en peligro porque, sin otros componentes necesarios para ser detonada y en las condiciones en que estaba almacenada, la sustancia no es peligrosa", asegura el Ministerio.
El RDX, o Ciclotrimetilentrinitramina, es un explosivo de nitroamina utilizado en aplicaciones militares e industriales y está considerado uno de los más potentes del mercado. Ha sido utilizado a menudo en atentados terroristas y se utiliza también como compuesto principal de muchos de los explosivos plásticos aglutinados que se usan en las armas nucleares.
El incidente ha puesto en aprietos al Gobierno de Irlanda, ya muy debilitado por la grave crisis económica que ha empobrecido al país. "¿Por qué los ministerios de Justicia y de Asuntos Exteriores no conocían este timo que ha permitido que ha permitido que se colocaran explosivos y permanecieran sin ser detectados durante más de tres días? ¿Por qué los sistemas de seguridad del aeropuerto de Dublín son tan laxos que han permitido la entrada en el país de una cantidad significativa de explosivos sin que fueran detectados?", se ha preguntado Charlie Flanagan, portavoz de Justicia del Fine Gael, principal partido de la oposición.
Aunque la Autoridad del Aeropuerto de Dublín ha subrayado que no se incumplió ninguna medida de seguridad porque los controles sólo se aplican a los pasajeros que salen del aeropuerto, no a los que llegan, el Gobierno ha ordenado que se abra una investigación sobre el incidente.
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