La suma cero del pleito de Calderón con la Patronal
Retornando a escenas vistas hace 30 años, el presidente mexicano enfrenta a los empresarios
Sin el cobijo y respaldo del sector empresarial, Felipe Calderón difícilmente habría llegado a la presidencia de México. Tres años después, a la mitad de su gobierno, Calderón y el sector privado parecen encontrarse en lados opuestos de la mesa. El presidente ha denunciado que los empresarios pagan pocos impuestos y los criticó duramente por su abierta oposición a sus propuestas fiscales lo que, en su perspectiva, derivó en una reforma menor. El tono del discurso tiene fuertes ecos lopezobradoristas. ¿Cómo llegaron los empresarios y el presidente a esta situación?
Hay razones de fondo y temas de coyuntura que explican el deterioro de la relación. La razón de fondo es la falta de crecimiento de la economía mexicana. En situaciones de bonanza todos ganan: las empresas tienen más ingresos y ganancias mientras que el Estado recauda más por cuestión de impuestos. Todos felices y contentos. En situaciones de crisis todos pierden y el gobierno federal tuvo que recurrir a mayores impuestos para financiar su gasto público en el año 2010. Si el crecimiento económico genera un círculo virtuoso de ganar-ganar, el estancamiento da lugar a un juego de suma cero donde lo que gana el gobierno es a expensas de la sociedad y viceversa.
En este contexto, el aumento de impuestos fue el catalizador del conflicto. En México y en cualquier lugar del mundo con economía de mercado y pluralidad política, los empresarios siempre se negarán a mayores impuestos, particularmente si afectan a sus industrias, y cabildearán activamente en contra de su aprobación. Lo que hizo la iniciativa privada fue simple y llanamente defender sus intereses. Lo sorprendente fue la reacción de Calderón ante ello: ¿acaso esperaba aplausos y felicitaciones de TELMEX y TELEFÓNICA por el impuesto a las telecomunicaciones? La sorpresa presidencial ante la reacción del sector privado ilustra claramente la distancia que hay entre ambas partes.
La retórica en torno a los empresarios es lo más preocupante. Al ventilar Calderón sus críticas ante la opinión pública, la relación Estado-empresarios adquiere una dimensión política que antes no tenía y que corre el riesgo de politizar la toma de decisiones económicas. Los líderes empresariales han sido prudentes ante las críticas. El sector tiene buena memoria: el juego de la retórica dañó gravemente sus intereses y su relación con el Estado en la época de Echeverría y López Portillo.
Es difícil descubrir la racionalidad de denunciar al empresariado ante la ciudadanía. El sector privado se rige fundamentalmente por las leyes de la economía y las finanzas y, en forma muy secundaria, por las leyes de la opinión pública. El discurso presidencial difícilmente cambiará los incentivos y la actuación del mundo empresarial. Qué busca el presidente, quizá sólo él lo sabe. Lo cierto es que no se ha arrepentido de sus declaraciones. En entrevista en el noticiero de mayor audiencia, defendió su derecho a responder a las críticas empresariales. La interrogante es por qué prefiere hacerlo públicamente.
Jorge Buendía es director General de la consultora Buendía & Laredo.
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