Jamenei pide a la prensa iraní que evite dañar la imagen de sus dirigentes políticos

El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, ha pedido este miércoles a los medios de comunicación de su país que eviten dañar la imagen de sus dirigentes políticos, según ha dado cuenta la televisión estatal. Su discurso, ante un grupo de milicianos basiyís, intenta rebajar la tensión surgida tras las polémicas elecciones del pasado junio. Sin embargo, Jamenei sigue empeñado en atribuir las diferencias internas que han salido a la luz desde entonces a "países hostiles" y, en consecuencia, negando vías de expresión a los discrepantes.

"Ese tipo de informaciones que manchan la reputación de destacadas figuras del sistema resultan inaceptables porque dan bazas al enemigo", asegura el hombre que tiene la última palabra en todos los asuntos de Estado. Sus palabras se refieren a la acrimonia con que la prensa asociada con el Gobierno está tratando a aquellos sectores del régimen que se niegan a reconocer la legitimidad de la reelección de Mahmud Ahmadineyad.

Los ex presidentes Ali Akbar Hachemí Rafsanyaní y Mohamed Jatamí, entre otros, están siendo víctimas de una campaña de desprestigio que en algunos casos roza la calumnia. Ahmadineyad y sus aliados cuestionan a menudo el origen de los ingresos de los hijos de Rafsanyaní, dando a entender que ha utilizado la influencia de su padre para enriquecerse, aunque sin presentar pruebas concretas o denuncias formales.

"Algunos periódicos deberían evitar publicar rumores sobre los altos cargos o pequeñas disputas", les recomienda Jamenei en lo que suena a un nuevo recorte de la libertad de prensa, dado el peso que conllevan sus palabras. Sin embargo, dado que los responsables son precisamente quienes están más cercanos al poder, constituye más bien un intento de restaurar la imagen de unidad que el régimen ha perdido tras las protestas desatadas por el resultado electoral.

El líder supremo sugiere que las declaraciones que dividen y las medidas que adoptan algunas personas son fruto de "la ignorancia y la negligencia. "No podemos tachar a todos los que nos critican de hipócritas o de estar en contra del líder", ha declarado mientras los basiyís jaleaban sus palabras con gritos de "Muerte a los hipócritas". Los iraníes utilizan para ello un término árabe, monafeq, que también puede traducirse por sedicioso y que tiene fuertes connotaciones políticas. Así es como califican a los Muyahidín Jalq, un grupo disidente considerado terroristas. Utilizar el mismo término para la oposición, equivale a dejarles fuera del sistema.

"Quienes siguen órdenes del enemigo y se enfrentan a los principios de la República Islámica y la Constitución, deberían saber que sus esfuerzos fracasaran", advierte Jamenei, en clara referencia a los líderes de la oposición que han prometido no cesar en su lucha por un Irán más democrático.

El intento del líder por tender una mano a quienes denunciaron que hubo fraude resulta demasiado tímido. Jamenei, como el resto del cártel de clérigos fundamentalistas y nuevos ricos de la Guardia Revolucionaria, que según el analista Karim Sadjadpour gobierna hoy Irán, mantiene la tesis de una conspiración extranjera que quiere dividir a los iraníes y a sus dirigentes.

"Los enemigos de Irán han usado los comicios como un pretexto para lanzar una guerra blanda inundando la nación de enfrentamientos y pesimismo", afirma Jamenei. "Su objetivo es crear un enfrentamiento entre el sistema y la gente", añade. Por ello, pide vigilancia y convierte la lucha contra esa guerra blanda en la prioridad nacional, algo que los críticos denuncian como un pretexto para silenciarles.