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El periódico de las dos orillas

Hace una década que EL PAÍS se imprime y distribuye en Argentina, en el marco de la larga vocación americana y global del diario y de su grupo. Aprovechamos el aniversario para celebrar y reflexionar

"España no se entiende sin América". Tantas veces pronunciada por él, tantas veces recordada en su fallecimiento, hace dos años y medio, la frase de Jesús de Polanco, fundador de EL PAÍS y del Grupo PRISA, explica por sí sola la presencia argentina y americana de este diario.

Es quizá poco conocido que, hace más de cincuenta años, tras crear Santillana junto a Pancho Pérez González -otro montañés como Polanco y argentino de nacimiento además- la editorial abrió una delegación en Barcelona y otra en Buenos Aires, en 1963. "Como todo el mundo sabe, Buenos Aires es una de mis ciudades favoritas", repetía Polanco. "Le fascinaba la ciudad, su vitalidad en un par de cosas: sus periódicos y sus librerías. Y decía: ojalá llegue un tiempo en el que podamos estar presentes con periódicos y libros en esta ciudad llena de gente que lee", recuerda Emiliano Martínez, presidente de Santillana.

Este instinto fundacional y la vocación global del diario desde 1976 llevó hace diez años a una aventura arriesgada: la impresión y venta en Argentina de EL PAÍS como expresión clara de su voluntad de estar presente en el gran territorio común de la cultura, la historia y la lengua.

El territorio infinito del idioma como vehículo de información y cultura se expande, se transforma, se enriquece. Y nos une con la fuerza de ser una identidad en la que conviven múltiples identidades hasta formar una cultura que no es patrimonio de nadie, sino que es fuente inagotable de conocimiento. Borges, Cortázar y Sábato, por citar sólo a tres de los grandes escritores argentinos, están en la memoria culta de generaciones de hispanohablantes, sea cual sea su lugar de nacimiento. Forman parte de un nosotros que no excluye a nadie.

EL PAÍS ha procurado ser el soporte de una información veraz, interesante, actual y de alta calidad, para comprender la realidad con el lector y que éste pueda formarse su propio criterio. Esta concepción, que forma parte de la declaración de principios del diario, es también una brújula para orientarse en un mundo en la que la fragmentación de fuentes de información convierte la realidad en un mosaico difícil de descodificar.

La vocación global del diario es una de sus señas de identidad. La globalización, una realidad que alguien compara con la ley de la gravedad, nos arrastra a una realidad innegable. Acontecimientos que se desarrollan en lugares lejanos tienen una repercusión inmediata en nuestras calles, nuestros barrios, nuestras sociedades. EL PAÍS procura estar a la altura del reto, y la edición global, que además de en Argentina se imprime en México, en Brasil y en el Caribe -y su versión en Internet- es un medio al servicio de la difusión de informaciones, ideas, debates e inquietudes de un mundo que ya no se ordena geográficamente, sino por su acceso a las fuentes de conocimiento.

Argentina ha sido y es referente de las sociedades más dinámicas del continente americano. Para cualquier publicación, editar en la Argentina es una ambición. Para un diario como EL PAÍS, llevar diez años imprimiendo en Buenos Aires es un orgullo y un desafío, en un horizonte mediático en plena transformación tecnológica y de modelos de negocio. Porque la aventura editorial de EL PAÍS ya no termina, como ocurría hace diez años, en las páginas impresas del diario, sino que se expande en elpais.com que es visitado cada día por más de un millón de personas, el 40% de las cuales viven fuera de España. En ese 40% siempre hay ciudadanos de tres países en primera fila: EEUU, México y Argentina.

¿Una antigua vocación americana y una década de presencia en Buenos Aires nos permiten contar a los argentinos cómo es su país, qué problemas tiene, qué futuro le espera?. Ni siquiera bajo el cliché de la arrogancia -con su dosis de realidad, como todos los clichés- llegaríamos a esa temeridad.

Lo que hemos querido hacer en este suplemento del décimo aniversario es reflexionar con líderes y ciudadanos, hablar con ellos sobre el país que fue y el que podría ser; nos hemos preguntado por su modelo político y económico; nos preocupamos por los altibajos de la relación comercial, saludamos las fascinantes aportaciones de sus creadores -escritores, actores, publicitarios- en la sociedad española y hablamos con dos iconos hispanoamericanos, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, que se confiesan enamorados de Argentina y sus habitantes.

Lo que hemos querido, como escribe el extraordinario Tomás Eloy Martínez es "volver los ojos y preguntarse dónde está ahora Argentina. ¿En qué confín del mundo, centro del atlas, techo del universo? ¿Argentina es una potencia o una impotencia, un destino o un desatino, el cuello del tercer mundo o el rabo del primero?"

No sé si en los próximos diez años habremos podido despejar estas preguntas; no sé si alguien tendrá las respuestas. Pero, para unas y otras, para las de ahora y las de la próxima década, ahí estará EL PAÍS y elpaís.com. Entre las dos orillas.

José Manuel Calvo es subdirector de EL PAÍS

TOMÁS ONDARRA

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