Pulso entre Lula y la oposición en la crisis en el Senado
La oposición pide la dimisión del presidente de la Cámara Alta, José Sarney, acusado de corrupción
El Senado de Brasil, que representa a todos los Estados del país, está en crisis. Una serie de presuntos escándalos de corrupción que salpican a casi todos los partidos del Gobierno y de la oposición ha puesto en entredicho a la misma presidencia de la Cámara Alta, en manos de José Sarney, que fue el primer mandatario de la democracia tras la dictadura militar y una de las personalidades de mayor peso y relieve de la política brasileña.
Los dos mayores partidos de la oposición, el centrista Demócratas (DEM) y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), pidieron este martes la retirada de Sarney, al menos mientras se investigan las 19 acusaciones presentadas por el PSDB contra él ante el Consejo de Ética del Senado.
Preocupado por una posible renuncia de Sarney, hombre clave dentro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, el principal aliado del Gobierno), el presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, convocó este martes una reunión de urgencia en su formación, el Partido de los Trabajadores (PT), para que cerrara filas a favor de la permanencia de Sarney en la presidencia del Senado.
El propio Lula le defendió a capa y espada en 2005, cuando los escándalos llovieron sobre su primer Gobierno por los supuestos sobornos a diputados para que votasen los proyectos de ley del Ejecutivo. Los escándalos pusieron a Lula al borde del impeachment y hoy aún mantiene a 40 políticos bajo proceso en el Supremo.
En la actualidad, Sarney sigue siendo un hombre clave para Lula, que el año próximo necesitará el apoyo del PMDB para aupar a la ministra y ex guerrillera Dilma Rousseff como candidata a la presidencia. La oposición lo sabe y está aprovechando políticamente la debilidad del presidente del Senado con vistas a las elecciones presidenciales, que serán las primeras sin Lula como candidato en los últimos 20 años.
Curiosamente, los dos partidos que hoy piden la cabeza de Sarney fueron los mismos que apoyaron su candidatura hace sólo un año. "Apreciamos mucho a Sarney, pero apreciamos más al Senado", afirmó Agripino Maia, líder del DEM, que añadió: "Nuestro compromiso es con la legalidad; por ello, pedimos que [Sarney] se retire de la presidencia mientras duren las investigaciones".
Hasta ahora, sólo ha abandonado su cargo el director general del Senado, Agaciel Maia, que ha pedido un tiempo de descanso. Maia fue el responsable directo de uno de los mayores escándalos que actualmente salpican al Senado: el de la celebración de más de 500 actos secretos, muchos de ellos para efectuar nombramientos de familiares y amigos de senadores y aumentar los sueldos de funcionarios.
Sarney ha pedido una investigación para depurar todos los supuestos casos de corrupción, pero, al estar tambien él presuntamente involucrado -en uno de ellos también lo está un nieto suyo por conseguir créditos de varios bancos para los senadores-, la oposición quiere que deje la presidencia hasta que todo quede aclarado. Sarney ya se ha defendido de una de las acusaciones, la de seguir recibiendo dinero por el alquiler de un piso de lujo en Brasilia cuando él posee residencia propia.
El presidente del Senado alegó que no se había percatado de que estaba recibiendo una cantidad de dinero por este concepto y pidió que se anulara enseguida. Por lo que se refiere a presuntos favores a familiares suyos dentro del Senado, Sarney ironizó: "En este punto, ya nadie de mi familia encontrará trabajo".
Lula ha denunciado públicamente lo que considera el linchamiento de su mejor aliado. Y recuerda que a Sarney, por su pasado como ex presidente y por los 50 años que lleva en la vida política brasileña, "no se le puede tratar como una persona común" y, por tanto, "merece respeto". El presidente, además, ha advertido de que no permitirá que se debilite una institución tan importante para la democracia como el Senado.
Sin embargo, un sector de la opinión pública empieza ya a preguntarse si una institución tan corrupta merece seguir existiendo. Ante las presiones de la calle, algunos analistas políticos han llegado a pedir que se celebren unas elecciones especiales para elegir un nuevo Senado, algo difícil de realizar sin cambiar las reglas de la actual Constitución. Por todos estos motivos, es evidente que Lula se juega mucha en este pulso con la oposición.
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