China detiene a un destacado disidente por incitar a la subversión
El arresto de Liu Xiaobo es un duro golpe a los partidarios de las reformas políticas
El Gobierno chino ha asestado un nuevo golpe a los defensores de los derechos humanos y de las reformas políticas. Liu Xiaobo, de 53 años, uno de los disidentes chinos más prominentes, ha sido arrestado formalmente bajo la acusación de incitar a la subversión del poder del Estado. Está bajo arresto policial en paradero desconocido desde el pasado 8 de diciembre, un día antes de que fuera hecho público un sorprendente manifiesto político que pide reformas democráticas, que él contribuyó a redactar. La llamada Carta 08 fue firmada por 300 intelectuales -entre ellos, escritores, abogados, profesores y periodistas- dentro del país.
"Liu ha participado en los últimos años en actividades de agitación, como la difusión de rumores y la difamación del Gobierno, destinadas a subvertir el Estado y derribar el sistema socialista", asegura el comunicado de la policía de Pekín, citado por la agencia de noticias oficial Xinhua. El texto afirma que el detenido ha confesado las acusaciones.
Su abogado, Mo Shaoping, que ha sido rechazado por las autoridades para representarle porque también firmó el manifiesto, dijo que no tenía noticias de la detención formal. Mo no ha podido ver a su cliente durante estos seis meses. La esposa de Liu sólo ha sido autorizada a visitarle en dos ocasiones.
Carta 08
La Carta 08, publicada la víspera del 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pide reformas políticas y propone una serie de medidas para mejorar las libertades en China, como promover un sistema judicial independiente; libertad de religión, asociación y prensa, y el fin del partido único. Hasta la fecha ha sido firmada por más de 8.000 personas.
El documento se inspira en la Carta 77, impulsada en la antigua Checoslovaquia por los críticos con el entonces Gobierno comunista del país centroeuropeo, entre ellos Vaclav Havel, quien posteriormente sería presidente de la República Checa. De ahí, el nerviosismo que ha despertado entre las autoridades chinas, obsesionadas por mantener el control político absoluto y lo que consideran la estabilidad del país para continuar su meteórico desarrollo económico.
Para críticos tanto fuera como dentro de China, la acusación de Liu Xiaobo y la represión política son una muestra de la debilidad de un Gobierno incapaz de aceptar las voces discrepantes. "Este uso de acusaciones sobre la seguridad del Estado para castigar a activistas por expresar simplemente sus ideas debe terminar. Es un nuevo acto de desesperación de un régimen aterrorizado por la opinión pública", ha dicho Roseann Rife, subdirectora para Asia-Pacífico de la ONG (organización no gubernamental) Amnistía Internacional.
"El Gobierno es tímido, tiene miedo de revisar el pasado, de mostrar la verdad. Quizás este país necesita una sacudida. ¿Estabilidad para qué?, ¿para un control totalitario?, ¿para que alguna gente se haga más y más rica?, ¿para violar la Constitución y los derechos humanos?", declaraba hace unas semanas a este periódico Ai Weiwei, uno de los artistas chinos de más renombre, que fue interrogado por la policía a finales de mayo por su disidencia. "Wen Jiabao [primer ministro] y Hu Jintao [presidente] deberían utilizar el juicio común para hacer política, ser simplemente honestos y francos, y poner todo encima de la mesa. La nación puede ser grande, y se puede confiar en la gente. Y el Gobierno volvería a estar limpio", dijo.
Acoso y desaparición
Liu Xiaobo, ex profesor de la Universidad Normal de Pekín y escritor, fue encarcelado 20 meses por participar en las manifestaciones prodemocráticas de Tiananmen, en 1989, e internado tres años en un campo de reeducación a través del trabajo. A pesar del continuo acoso que ha sufrido por parte de la policía, ha proseguido su labor crítica y ha defendido sin cesar los cambios políticos y mayores libertades. Tiene prohibido publicar en China.
Tras su desaparición en diciembre, más de 150 escritores, académicos y otros intelectuales de todo el mundo, incluidos tres premios Nobel de Literatura (Seamus Heaney, Wole Soyinka y Nadine Gordimer) y los autores Salman Rushdie y Umberto Eco, dirigieron una carta a Hu Jintao, pidiendo su liberación.
La acusación formal de Liu es percibida como una señal de advertencia a otros reformistas en un ambiente de persecución creciente contra los disidentes, que comenzó antes de los Juegos Olímpicos de agosto pasado y ha continuado este año con ocasión del 20 aniversario de la matanza durante las protestas de Tiananmen, el 4 de junio, y el 60 aniversario de la fundación de la República Popular China, el próximo 1 de octubre.
Hu Jia, otro incombustible luchador por los derechos humanos, fue sentenciado en abril de 2008 a tres años y medio de prisión por incitar a la subversión del Estado, el cargo habitualmente utilizado por Pekín para silenciar las voces críticas.
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