EE UU insiste en que no dará la espalda a las "aspiraciones palestinas"
El enviado especial de la Casa Blanca para Oriente Próximo, George Mitchell, se reúne con Mahmud Abbas y le exige también que cumpla con los compromisos establecidos en la Hoja de Ruta de 2003
Las presiones del Gobierno de Barack Obama para alcanzar un acuerdo de paz en Oriente Próximo continúan. Hoy el enviado especial de la Casa Blanca, George Mitchell, ha vuelto a insistir en que Estados Unidos no dará la espalda a la "aspiración palestina" a la "dignidad" y un Estado propio. "Estamos auténticamente comprometidos con una paz global" en Oriente Próximo", dijo Mitchell ante los periodistas tras reunirse con el presidente palestino, Mahmud Abbas, en el tercer día de su gira por la región.
El enviado estadounidense insistió en que la solución de dos Estados, que rechaza el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, es "la única viable" para cumplir las "aspiraciones" tanto de israelíes como de palestinos.
Obama, ha dejado claro que "la única solución viable para este conflicto es que se satisfagan las aspiraciones de ambas partes a través de dos Estados", subrayó Mitchell, tratando así de presionar al Gobierno israelí.
Varios elementos resultan evidentes medio año después de que Barack Obama asumiera su cargo. El Gobierno israelí ya hace y deshace a su antojo, como sucediera durante el último año de mandato del presidente George Bush. El inquilino de la Casa Blanca, asesorado por políticos que conocen al dedillo los entresijos de la política israelí, no parece dispuesto a dejar pasar el tiempo sin más. El martes, el enviado especial de Obama, George Mitchell, se reunió con el primer ministro Benjamín Netanyahu durante cuatro horas, la mitad de la cita a solas. Los funcionarios estadounidenses fijan plazos, ponen las cartas sobre la mesa y expresan con meridiana claridad sus objetivos, por mucho que choquen con las pretensiones israelíes, informa Juan Miguel Muñoz.
Washington, además, habla con una sola voz. Eran habituales las discrepancias entre la Secretaría de Estado y la Casa Blanca durante la presidencia de Bush. Se llegó a dar el caso de que el ex jefe de Gobierno israelí Ehud Olmert llamaba por teléfono a Bush, quien después emitía alguna declaración que ponía contra las cuerdas a su jefa de la diplomacia, Condoleezza Rice, mientras ésta se hallaba en pleno atlántico de viaje hacia Tel Aviv. Esto se ha acabado.
El Gobierno israelí tiene pocas dudas de que son el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, y el consejero político de Obama, David Axelrot, quienes dirigen esta estrategia de Washington que está causando no poca tensión entre los sólidos socios, una alianza que, en ningún caso, está en peligro. El hecho de que Obama haya visitado El Cairo y Riad, y no haya recalado en Jerusalén, molesta al Ejecutivo israelí.
Respecto a los palestinos, Mitchell exige que la Autoridad Palestina debe cumplir sus compromisos adquiridos en la Hoja de Ruta en 2003. Es decir, luchar con todos sus medios para impedir ataques en Israel. En ello está la policía a las órdenes del presidente Mahmud Abbas. En las últimas dos semanas, en la ciudad cisjordana de Kalkilia, los uniformados se enfrentaron a balazos a milicianos de Hamás que rechazaron deponer las armas. Abbas parece tenerlo claro: entre satisfacer el las demandas de EE UU y la reconciliación con el movimiento islamista, eligen la primera opción.
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