Cuenta atrás para las elecciones en Irán
La corresponsal de EL PAÍS inicia un diario de campaña de cara a las elecciones del próximo día 12
La prensa iraní cuenta estos días que las elecciones presidenciales del próximo día 12 están atrayendo turistas. Al parecer una agencia de viajes alemana ha notado un incremento del 15% en la demanda de su programa iraní para la semana entorno a esa fecha. Conociendo la creatividad informativa de los medios locales, no pondría la mano en el fuego. Pero si yo fuera una turista en busca de emociones electorales, me sentiría un poco decepcionada.
Apenas hay signos que anuncien la inminencia de la cita. En general los grupos políticos -aquí no hay partidos políticos en el sentido occidental del término- respetan la prohibición de pegar carteles y salvo en la proximidad de sus sedes de campaña, la ciudad no está empapelada con las imágenes de los cuatro candidatos. La propaganda electoral debe de colocarse en vallas publicitarias o en unas barras metálicas que se cuelgan de farolas o árboles (de donde luego es mucho más fácil de retirar).
Aniversario de la muerte de Jomeini
En mi barrio, Jordan, en el centro-norte de Teherán, sólo el lunes aparecieron algunos pósteres de Mohsen Rezai, un antiguo jefe de los Pasdarán, a quien se atribuyen escasas posibilidades. La mayoría de los soportes están ocupados con la imagen del imam Jomeini, el líder de la Revolución Islámica, porque mañana jueves se conmemora el vigésimo aniversario de su muerte. También hay otros institucionales de su sucesor y actual líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei. Así que el turista podría confundirse con facilidad.
La clave está en los coches. Los simpatizantes de cada candidato colocan su foto en las ventanillas. Y sobre todo a última hora de la tarde, cuando los jóvenes, que no tienen muchas alternativas de ocio, salen a dar vueltas (el litro de gasolina cuesta 7,5 céntimos de euro), se ve por dónde van las preferencias de cada uno.
En Teherán, Mir-Hussein Musavi, un ex primer ministro al que se le ha entregado la antorcha del reformismo, lleva la delantera. Las cintas verdes que se han convertido en el símbolo de sus seguidores cuelgan de antenas, retrovisores y manillas de puertas. Y eso que Mehdi Karrubi, el único candidato que se declara abiertamente reformista, ha prometido, entre otras cosas, acabar con el servicio militar obligatorio.
Pero en Irán, nunca hay que dejarse engañar. Quienes comulgan con el populismo nacionalista de Mahmud Ahmadineyad son un ejército menos efectista, pero extremadamente disciplinado. Además, Teherán no es Irán, y el actual presidente se ha trabajado las provincias con ahínco durante sus cuatro años de mandato. La emoción está asegurada hasta el último momento.
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