El ministro británico de Transportes, obligado también a reembolsar sus gastos
Geoff Hoon estaba cargando al erario público simultáneamente gastos por dos inmuebles distintos y alega que se trató de "un error administrativo inadvertido"
El ministro de Transportes británico, Geoff Hoon, se ha convertido en el segundo miembro del gabinete del laborista Gordon Brown implicado en el escándalo de los abultados gastos de los cargos públicos en Reino Unido, tras el secretario del Tesoro, Alistair Darling. Al igual que éste, estaba cargando al erario público simultáneamente gastos por dos inmuebles distintos, unas facturas que, siguiendo también los pasos de Darling, se ha visto obligado hoy a reembolsar. El apoyo al Partido Laborista ha caído 10 puntos a causa de este escándalo, según una encuesta publicada por The Sun. Según este rotativo, el respaldo del partido en el gobierno está en el 18%, a la altura del tercer partido del país, los liberal demócratas, y a una distancia de 22 puntos de los conservadores.
Hoon presentó facturas por adelantado de todo un año por su propiedad en Derbyshire, pero el mismo año alegó que otra casa en Londres era su segunda residencia, según ha informado el Daily Telegraph, el diario que ha sacado a la luz las irregularidades en los gastos de numerosos cargos públicos. El ministro se ha apresurado a pedir disculpas y, a renglón seguido, ha dicho que que ha devuelto las 384 libras (438 euros) cobradas sin que le correspondiera. Ese gesto puede no acabar con sus problemas, pues el político laborista se ha visto acusado además de cargar al erario público la factura por los servicios de un asesor fiscal y gastar miles de libras de dinero público en amueblar su segunda vivienda.
Según explica en un comunicado, fue "un error administrativo inadvertido". "Se trató de algo completamente accidental", se ha justificado, para añadir que cuando presentó las facturas no sabía que se trasladaría a Londres antes de final de año. "Pido disculpas sin reservas por el error", añade. Pero no parece que vaya a bastar con las disculpas y la devolución del dinero. Al menos en el caso de Darling, le puede costar la cabeza. Todos los medios británicos dan hoy casi por seguro que el primer ministro británico aprovechará el mal resultado electoral que todos vaticinan en las elecciones europeas y locales de este jueves en el Reino Unido para proceder a un reajuste ministerial, que podría afectar a carteras claves como es la del Tesoro.
A la espera de la decisión de Brown
Darling tuvo que disculparse la pasada noche y prometer que devolvería 668 libras (762 euros) de gastos de comunidad reclamados indebidamente al erario público. El propio Darling pareció reconocer anoche cuál es su próximo destino al declarar públicamente: "Me gustaría seguir hasta que haya un reajuste. Pero es Gordon Brown quien decide". Según algunas fuentes, el candidato con más posibilidandidato con más posibilidades de suceder a Darling es el actual ministro para las Escuelas, Ed Balls, que fue la mano derecha de Brown cuando éste ocupaba el ministerio de Finanzas.
Brown trató de justificar a Darling al señalar que había cometido un error "involuntario" al reclamar el pago y elogió su labor como ministro aunque no quiso responder a los rumores sobre su posible remoción en caso de reajuste ministerial. Pero el líder del partido liberal-demócrata, Nick Clegg, y su portavoz para asuntos del Tesoro, Vince Cable, insisten en que Darling tiene que ser destituido porque el guardián de la Hacienda británica tiene que ser una persona "con autoridad moral" y por encima de toda sospecha. El portavoz de Finanzas de la oposición conservadora, George Osborne, ha acusado a su vez a Brown de "titubear" y ha dicho que no se puede tener a un ministro del Tesoro tocado del ala "en medio de una recesión".
El Daily Telegraph lleva ya 26 días revelando reclamaciones indebidas, poco éticas o inelegantes de más de 600 miembros de la Cámara de los Comunes, desde ministros del Gobierno hasta simples diputados. La Policía Metropolitana hasta ahora no ha intervenido, pero estudia la posibilidad de investigar los casos que puedan presentar indicios de delito. Mientras tanto, Gordon Brown se niega a convocar elecciones anticipadas, como le reclama el líder de la oposición conservadora, David Cameron, o a dimitir, como quieren que haga algunos miembros de su propio partido, temerosos de que, de continuar en el poder, el descalabro electoral en las próximas generales alcance proporciones históricas. A todo lo que parece estar dispuesto el líder laborista es a cambiar a algunos ministros, proponer una reforma electoral, capear el actual temporal y aguantar como sea hasta dentro de un año, cuando no tendrá más remedio que someterse al veredicto de las urnas.
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