Un adolescente alemán desencadena una matanza en su antiguo colegio
El joven asesinó a 12 personas en un aula y a tres en su huida antes de suicidarse
Winnenden es una plácida localidad en el suroeste de Alemania en la que casi nunca pasa nada. Ayer vivió su peor tragedia. Tim Kretschmer, un adolescente solitario de 17 años, amante de las películas de terror, entró a las 9.30 de la mañana en el colegio Albertville, del que había sido alumno, y disparó en la cabeza a bocajarro a nueve estudiantes y tres profesoras. En una alocada huida en la que mató a otra persona en una clínica, secuestró un coche y condujo 30 kilómetros hasta esconderse en un concesionario de coches, donde mató a dos hombres más. Se quitó la vida cuando ya había sido herido por la policía.
Las calles que rodean al centro educativo eran al atardecer un hervidero de vecinos, curiosos y periodistas. El dolor se reflejaba en el rostro de los 27.000 habitantes de Winnenden. Decenas de escolares cariacontecidos, padres y curiosos colocaban velas ante los muros de la escuela. Y ositos de peluche. Los policías, equipados con chalecos antibalas, montaban guardia en el patio interior e impedían el acceso.
Sentada junto a su madre en una maceta, una muchacha de 15 años observaba a funcionarios y periodistas al lado del precinto policial. "Soy más joven que él, pero lo conocía de vista. Conocía a una de las muertas, creo. No estoy segura. Ahora lo que tengo es miedo. Sobre todo miedo. También pena por los muertos", susurró. Estaba en el edificio cuando sucedió. Trajo velas y flores. Quizá por el miedo, no quiso decir su nombre. Se le veían los ojos enrojecidos tras las lentes.
A las ocho de la tarde, aún quedaban cadáveres en el edificio escolar en el que Tim entró a las nueve y media de la mañana vestido con ropa negra de combate y empuñando una pistola Beretta de su padre, miembro de un club de tiro. Se dirigió a una clase, de alumnos de entre 14 y 16 años, y disparó contra los que allí se encontraban: murieron tres profesoras, ocho chicas y un chico. La policía los encontró poco después, casi todos con balazos en la cabeza.
Cuando los agentes se toparon con la dantesca escena, Tim ya había huido hacia una clínica psiquiátrica cercana, donde mató a un hombre. Luego corrió hacia un supermercado, en cuyo aparcamiento robó un coche a punta de pistola. Por alguna razón, dejó marchar sin disparar al conductor y se dirigió hacia la vecina localidad de Wendlingen, a unos 30 kilómetros hacia el sur, donde se atrincheró en un concesionario de coches. Allí mató a dos hombres más, antes de mantener un intenso intercambio de disparos con la policía. Dos agentes resultaron heridos. Tim, acorralado y también herido, decidió acabar con su alocada aventura y se disparó en la cabeza, según la policía.
Entre los más jóvenes se notaba al caer la noche el inicio de una dura resaca tras los inusitados acontecimientos del día. Su pequeña ciudad era el centro de atención del país entero y de informadores procedentes de todo el mundo. Entre la curiosidad -"¿De dónde eres?", "¿de qué periódico?"- y el hartazgo. Así, el joven Dennis decía: "Yo conocía a Tim, aquí nos conocemos; era un tipo aburrido, no tenía amigos y le dejó su novia. Creo.... Pero ya no voy a decir nada más a los periodistas. Me voy a la misa". La ceremonia religiosa por las víctimas de Kretschmer, precedida por el tañido de las campanas de la ciudad, comenzó a las ocho.
María Teresa, la hija de unos inmigrantes gallegos que atiende el cibercafé a un par de cientos de metros del escenario de la matanza, llegó a sonreír al hablar de su hijo Lukas, de 12 años, "que está atemorizado, eso es lo que siente: miedo". Ayer, Lukas no acudió a la escuela, una de las tres en el complejo de Albertville. En seguida se percata el visitante de que aquí, se pregunte a quien se pregunte, todos conocen de primera o segunda mano a una víctima o al asesino. Un joven "tranquilo, de familia de dinero, nada llamativo si no es por eso", explicó, camino de la iglesia, un joven que conoce a su hermana. Explica que el padre de Tim tiene una empresa de embalajes en la región. Según informa la televisión pública alemana ZDF, Tim y su padre practicaban la puntería en un club de tiro.
El padre era el propietario de la Beretta semiautomática con la que Tim llevó a cabo la matanza. Según explicó la madre a la policía, la colección de 15 armas que su marido tiene en casa estaba siempre guardada bajo llave. Todas salvo una que la pareja guardaba en su habitación. Fue esta pistola la que cogió Tim, que también llevaba consigo munición suficiente, según la policía, "para causar una masacre mucho más grave".
Con la matanza de ayer, es de esperar que comience un debate sobre las leyes de armamento en Alemania, un país que ya ha sufrido otros episodios parecidos. Hace siete años, en Erfurt (este del país), otro colegial asesinó a 16 personas antes de quitarse la vida.
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