Lieberman se decanta por Netanyahu como jefe de un Gobierno de unidad en Israel
El líder del ultraderechista Beiteinu recomendará a Simón Peres un Ejecutivo entre su partido, el Likud y Kadima presidido por el ex primer ministro
Se va deshojando la margarita. El líder de Yisrael Beiteinu, Avigdor Lieberman, ha recomendado al presidente, Simón Peres, que encomiende la tarea de formar Gobierno a Benjamín Netanyahu, presidente del Likud. Aunque algunos dirigentes de su partido insinuaron que no apoyarían a ninguno de los dos candidatos con más escaños en el Parlamento (Likud y Kadima), finalmente se inclinaron por su aliado natural. En su tira y afloja para obtener cargos importantes en el futuro Gabinete, Lieberman tenía que vender cara su piel y no podía anunciar su respaldo a Netanyahu antes de su reunión con Peres
El camino se despeja para el derechista Netanyahu porque varios partidos extremistas -Unión Nacional, La Casa Judía y el ultraortodoxo Shas- también han anunciado su propósito de respaldar al aspirante del Likud. Al mismo tiempo se desvanece la alternativa de un Ejecutivo en el que Netanyahu y Livni rotaran en el cargo, como ya sucediera en la década de los años ochenta.
"Desde nuestro punto de vista existen tres posibilidades: un Gobierno amplio, que es lo que deseamos; un Gobierno reducido, que sería un Ejecutivo paralizado, aunque no descartamos sentarnos en él, y la celebración reelecciones", explicó Lieberman al veterano mandatario. La preferencia del autoritario dirigente, claro referente de la población de origen soviético (más de un millón de israelíes), se explica por varias razones.
En primer lugar, si formaran parte del Gobierno el Likud, Kadima y Yisrael Beiteinu, sumarían 70 de los 120 escaños de la Kneset, lo que proporcionaría al Ejecutivo estabilidad para eludir unas elecciones anticipadas que nadie desea. No menos importante es que esa coalición -exenta de partidos religiosos y ultraortodoxos- permitiría a Lieberman impulsar su agenda sobre los derechos civiles de cientos de miles de inmigrantes impedidos de contraer matrimonio porque el rabinato monopoliza la institución y que además sufren enormes obstáculos para convertirse al judaísmo. Y, por último, son decenas de miles los votantes que optaron por Yisrael Beiteinu en las elecciones del pasado día 10 confiando en que forjaría una alianza con el Likud. El último punto de su programa, las reformas para que el sistema político adquiera tintes presidencialistas, se augura más peliagudo.
Ahora resta conocer la actitud de Livni, que insiste por activa y por pasiva en que encabezará la oposición si no es ella la designada primera ministra . Si Livni rechaza la inclusión en el Ejecutivo, Lieberman no descarta formar parte de un Gobierno con el resto de partidos radicales, una opción que suscita rechazo nada disimulado en la Casa Blanca por la cerrada actitud de estos grupos a toda concesión en la negociación con los palestinos. De momento, Meir Shitrit, dirigente de Kadima, ha advertido: "La decisión de Lieberman nos envía a la oposición". No obstante, habrá que esperar a las negociaciones que Netanyahu sostendrá con Livni para tratar de persuadirla de que se sume a su Gobierno. La presidenta de Kadima se muestra dura como una roca. "Kadima", dijo nada más conocerse el apoyo de Lieberman a Netanyahu, "no dará cobertura a un Gobierno paralizado dirigido por Netanyahu".
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