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Reportaje:

"Es terrible. Hay que parar la guerra en Congo"

Ante una situación humanitaria desesperada, UNICEF y otras organizaciones humanitarias piden el fin de la violencia entre los rebeldes del general Nkunda y el Gobierno y soldados de la ONU

"La emergencia más inmediata es el cese de los combates entre los soldados de Nkunda y el Gobierno y la ONU. Lo primero que necesitamos es que se deje de derramar sangre". Es el llamamiento de Jaya Murthy, jefe de comunicación en labores de emergencia de UNICEF en la República Democrática del Congo, que vive sobre el terreno las trágicas consecuencias que está dejando la guerra abierta en el este del país entre los rebeldes tutsis de Laurent Nkunda y las tropas gubernamentales, apoyadas por los 17.000 cascos azules de la Misión de Naciones Unidas para Congo (MONUC).

Pese a ser consciente de la trágica situación que vive el país, Murthy responde con calma tensa a la llamada de ELPAIS.com. El cooperante se encuentra en Goma, la capital provincial del este de la República Democrática del Congo, donde las últimas informaciones señalan que los rebeldes de Nkunda avanzan cada día más y amenazan con derrocar tanto a las tropas del Gobierno de Kinshasa como a las fuerzas de la misión de la ONU. "En estos momentos, los combates se producen a las afueras de Goma. La situación se ha calmado un poquito esta mañana, pero es extremadamente tensa y puede estallar en cualquier momento hasta llegar al centro de la ciudad", asegura Murthy.

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Ofensiva rebelde

La ofensiva del general renegado comenzó el pasado domingo. Nkunda se levantó en armas y movilizó a cientos de antiguos miembros del Ejército congoleño. El general rebelde tutsi, que está enfrentado al presidente Joseph Kabila, justificó esta acción asegurando que los hutus ruandeses todavía operan en la zona. Pero dentro del polvorín congoleño, donde existen enfrentamientos interétnicos entre hutus y tutsis, Nkunda, uno de los más sanguinarios militares en la Segunda Guerra Civil del país, responsable de numerosos crímenes de guerra y contra la humanidad, sabe de la importancia estratégica de la región, rica en minerales como los diamantes y el coltán.

"Hace dos días, fue el peor momento, el avance de las tropas de Laurent Nkunda obligó a huir a miles de personas. En Kibumba, a 20 kilómetros al este de Goma, unas 40.000 personas han abandonado sus casas, 23.000 de ellos son residentes locales que lo han dejado todo por miedo a la muerte", reconoce Murthy. Mientras tanto, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha reconocido que desde el domingo se dispone a recibir a 30.000 desplazados en el campo de Kibati, a 10 kilómetros al norte de Goma. El enfrentamiento militar ha abierto aún más el deplorable grifo humano que fluye de un lugar a otro por carreteras y caminos del este congoleño.

Rebrote de violencia contra la población

A ojos de la comunidad internacional, esta crisis se contabiliza como una más en la dañada provincia de Kivu, marcada por la violencia aún tras el fin de la guerra de 1998-2003, en la que murieron cerca de 5 millones de personas. Pero Murthy, que visita cada día los campos de refugiados que pueblan la provincia, pone el acento en este conflicto que ha hecho rebrotar la violencia contra una población civil que sobrevive entre la penuria y el miedo.

"Los civiles son las verdaderas víctimas. La violencia es extrema ahora para mujeres y niños que sufren abusos de todo tipo. Muchos de ellos están muriendo cuando intentan cruzar fronteras y salir de los pueblos. Son la diana en mitad de un cruce de disparos, la mayoría de las veces en carreteras ocupadas por los que huyen. A la falta de comida, de agua y de productos de primera necesidad, se une el reclutamiento que las tropas rebeldes hacen de niños para su lucha. Los niños son obligados más que nunca a coger las armas", afirma.

No se dan soluciones

La comunidad internacional no ha dado ninguna prioridad al conflicto en esta región. A pesar de que actualmente está desplegada en el país una de las fuerzas de paz más grandes del mundo, la ONU no está siendo capaz de cumplir su mandato de protección de la población civil en Kivu. Sin ir más lejos, ayer, el general español jefe de la misión, Vicente Díaz de Villegas, dimitió por falta de medios.

Cerca de 250.000 civiles han huido de sus hogares en la región desde agosto, cuando fracasó definitivamente el plan de paz firmado el pasado mes de enero. En los dos años anteriores se registraron cerca de 850.000 desplazados, según datos del Organismo Internacional. La mayoría de las agencias de la ONU y organizaciones internacionales han fracasado a la hora de proporcionar una respuesta humanitaria adecuada mientras que la situación ya desastrosa sigue deteriorándose de forma dramática.

Muchas de las personas que ahora necesitan asistencia han sido forzadas a huir varias veces. Como señala Médicos Sin Fronteras, que tiene varios equipos trabajando en la región, algunos han perdido en varias ocasiones sus casas y pertenencias -a menudo como resultado de saqueos- y están llegando al límite de su resistencia. Aparte de las grandes necesidades de la población -comida, refugio, acceso al agua, atención médica y protección- el riesgo a epidemias es alto.

"Por ahora, podemos acceder a los campos de refugiados pero con más cautela que antes. Llevamos agua en camiones para que puedan beber y, algo tan importante como eso, puedan asearse con el fin de evitar la propagación de enfermedades. También tenemos la labor de rejuntar familias. Algunas madres pierden a sus hijos en la huida", cuenta el responsable de UNICEF. Sin perder fuerza en su tono de voz pero con un punto de gravedad distinto, Murthy concluye, casi a modo de súplica: "Es una situación de emergencia absoluta. Ahora estamos peor que antes. Es terrible. Se puede hablar de una de las peores situaciones del mundo. Entre todos tenemos que restablecer la paz, para restablecer la vida".

Doscientos mil desplazados y la situación continúa agravándose. Los sublevados han tomado ya varias ciudades y han bloqueado la evacuación de personal humanitario.Vídeo: AGENCIA ATLAS

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