Últimas noticias llegadas de Alaska

Un ancho y espeso manto protector ha guardado hasta ahora a Sarah Palin. El Partido Republicano la ha mantenido alejada de los periodistas y ha evitado como el gato huye del agua hirviendo esos micrófonos que surgen de improviso al término de un mitin, esas cámaras inesperadas en la puerta del hotel o una declaración arrancada por teléfono o e mail utilizando algún subterfugio. Pero el jueves ya empezó a asomar la patita. ABC News ha dado la primera entrevista con la candidata a la vicepresidencia, en la que se habla de política exterior, que ha proporcionado ya algunas noticias (hay dos partes más que se emiten en días sucesivos). La primera de todas ellas es también la primera mentira de Sarah Palin: aseguró con todo aplomo que está preparada para presidir Estados Unidos y que por eso no dudó en aceptar la oferta de McCain de acompañarle como candidata.

Es evidente que Sarah Palin no está preparada. Y es evidente que dudó cuando McCain se lo ofreció, hasta el punto de que dijo “voy a enterarme primero de qué hace un vicepresidente”. Mi admirado Carlos Mendo, en su columna “¿Para qué sirve un vicepresidente?”, sostiene que se trata de una evasiva. Pero visto lo visto, a mí me parece más bien una respuesta espontánea y sincera. Sarah Palin tiene pasaporte desde hace poco más de un año. Ha viajado a México, el vecino Canadá e Irak, para visitar las tropas, con una escala en Alemania para interesarse por los soldados heridos en el hospital americano de Ramstein. Y esto le permite considerar que tiene suficiente experiencia internacional y que sólo su alejamiento de Washington le ha ahorrado conocer jefes de Estado y primeros ministros como les pasa a los senadores.

Hasta el jueves, cuando fue entrevistada por primera vez en ABC News, no sabía ni siquiera de la existencia de una Doctrina Bush sobre la guerra preventiva. Cuando el periodista le pregunta sobre ella, queda sorprendida y balbuceante, como un estudiante pillado en el examen con el único tema que no había preparado. Lo mismo le sucede con las preguntas más complicadas, que resuelve repitiendo las frases literalmente que le han proporcionado los asesores que han estado entrenando en los útlimso días. Está muy claro que no tiene ni la más remota idea de lo que está hablando, y que hasta ahora no ha conseguido todavía la técnica para camuflar su incompetencia.

Desde el jueves está creciendo el número de los especialistas conservadores, incluso estudiosos de temas bélicos, que consideran normal desconocer el contenido de la Doctrina Bush: ellos tampoco saben que gracias a este principio se ha atacado Irak, sin autorización de Naciones Unidas, para evitar los ataques con unas armas de destrucción masiva que no existían. Quizás pronto saldrá incluso Bush a hacer declaraciones para aclarar que ni siquiera él mismo sabe de la existencia de una Doctrina Bush.

Estos mismos comentaristas han puesto pie en pared y sólo quieren discutir sobre la barra de labios de Sarah, el niño con síndrome de Down, la niña embarazada y su boda prematura, o las creencias religiosas de Palin. No les falta razón, porque hay circunstancias de la vida de la gobernadora próximas al milagro: aunque ha viajado muy poco y no le interesan los idiomas extranjeros, la iglesia pentecostalista a la que pertenece se caracteriza porque sus fieles pueden llegar a tener don de lenguas.

Cada vez que un liberal, un intelectual neoyorquino o un periodista se pregunta por esas extrañas prácticas religiosas o cualquier otro tema de parecida envergadura política respecto a la gobernadora el contador de votos republicano se dispara hacia arriba. Sería más interesante seguir hablando con ella de economía o de política internacional, o todavía mejor que John McCain dejara de ocultarse detrás de su estrella ascendente y pudiéramos ver en toda su magnitud hasta qué punto se está convirtiendo en el clon de Bush, con análogos asesores, mensajes convergentes e incluso, según Paul Krugman, mentiras parecidas y en algunos casos todavía mucho mayores.

La clave del actual giro de la campaña republicana es mantener a Palin en el aire, lejos de los disparos de la prensa, y sólo permitir que se le acerque de forma muy controlada, para limitar su capacidad de desgaste. Esta primera entrevista, celebrada en Anchorage, estuvo a cargo de Charlie Gibson, un veterano periodista que actuó con gran profesionalidad y pundonor, y no se ahorró las preguntas difíciles, pero en ningún momento tuvo la pugnacidad ni el colmillo de los grandes entrevistadores. Basta compararla con la que le hizo Bill O’Reilly a Obama.en la Fox.

El columnista neocon del Washington Post, Charles Krauthammer, escribió ayer que su trabajo ahora es muy fácil. “Tiene que mantenerse en el aire durante siete semanas. Obama mantuvo la altitud durante cuatro sorprendentes años. En política, como en todos los juegos, sin embargo, es el final lo que cuenta”. Para alcanzar la victoria, según este intelectual neocon, hay que resguardar a la señora Palin del durísimo escrutinio de los medios de comunicación y de la opinión pública en general, algo que, ciertamente, Obama también consiguió mientras era Hillary Clinton quien aguantaba el chaparrón.

Esto quizás llegue a ser cierto y McCain gane así a las elecciones, sin que su vice y relevo en caso de percance haya pasado la prueba de fuego. Pero de ser éstas las noticias que van llegando de Washington y de Alaska constituirían un pésimo augurio sobre la solidez de la próxima presidencia. No sería entonces sólo una repetición de Bush lo que se avecinaría, sino un agravamiento.