Un chico "enérgico y activo" que llegó a presidente
Nina Yeriújina, maestra del nuevo presidente ruso en la Escuela 305 del barrio de Kúpchino de San Petersburgo, cuenta sus recuerdos
La profesora de química Nina Yeriújina ha tenido una cita en el Kremlin con un antiguo alumno. Entre los 2.500 invitados a la toma de posesión de Dmitri Medvédev como presidente de Rusia, Yeriújina, de 56 años, ha sido una de los pocos que puede alardear de haber conocido al nuevo jefe del Estado, de 42, cuando éste era un adolescente de abundante cabellera e incipiente bigote, que pinchaba los discos de moda de Machina Vrémini y Bonny M en los guateques escolares.
Yeriújina, una pedagoga de reconocida solvencia profesional, está jubilada con 4.500 rublos de pensión (algo más de 100 euros) y vive hoy en Moscú, a donde se trasladó con su familia desde San Petersburgo en los años noventa. En su dacha (casa de veraneo) de las afueras de la capital rusa guarda todavía fotos, postales y notas de la época en la que ella era jefa de estudios de Medvédev en la Escuela 305 del barrio de Kúpchino (Leningrado, hoy San Petersburgo).
En el álbum de la promoción de 1982 (Medvédev no había cumplido aún los 17 años al acabar el décimo curso), están las fotos de Dmitri y Svetlana. Estudiaban en distintos grupos, pero salían juntos desde el noveno curso, es decir desde los 15 o 16 años. Yulia Veniamínovna, la madre de Dmitri, fue a la escuela para manifestar a la jefa de estudios de su hijo su preocupación por aquel romance. "Dima estaba enamorado y la madre temía que eso afectara a su rendimiento escolar", dice Yeriújina.
Yulia Veniamínovna, que se trasladó a Moscú tras quedar viuda del padre de Medvédev, "siempre mostró gran interés por los estudios de Dmitri e iba a menudo por la escuela para informarse". Filóloga de profesión, la madre del nuevo presidente de Rusia impartió clases de forma esporádica en la Escuela 305 y trabajó también en un museo. Yeriújina cree que fue ella la que despertó la afición por la lectura en el presidente. Medvédev "escribía y se expresaba bien" y "leía obras como Corazón de perro de Mijaíl Bulgákov, que era difícil de obtener y que nosotros leíamos en versión samizdat (ediciones no oficiales semiclandestinas)", recuerda.
En una ocasión, la madre del presidente mandó a Yeriújina una postal en la que se representaba la escultura de un muchacho desnudo pisando uva, una figura de mármol de Lorenzo Bartolini, de la colección del Hermitage. En el reverso, Yulia Veniamínovna se definía como la madre de un niño "difícil" y daba las gracias a la maestra por atender a chicos de ese género. Nina guarda otra nota del mismo Medvédev y uno de sus compañeros. Por alguna razón, Dmitri firmaba con caracteres latinos y no cirílicos.
Influido por su padre, químico de profesión, Medvédev pensó en cursar esa carrera, pero se decidió por las ciencias jurídicas. "Ingresar en la facultad de Derecho era bastante difícil entonces", asegura Yeriújina, según la cual "Medvédev era uno de los primeros de su clase". La maestra lo recuerda como un chico "enérgico, activo, organizado" que, como otros de sus compañeros "pertenecía al Komsomol (las juventudes comunistas), pero no estaba ideologizado" y que "ya por entonces mostraba cualidades de liderazgo".
Durante años, Yeriújina tuvo poco contacto con su antiguo alumno, pero cuando éste fue nombrado vicepresidente del Gobierno, Nina lo felicitó. Desde entonces, han mantenido la relación. Por Año Viejo, Medvédev le envió una cesta de bombones y golosinas con una botella de whisky. La maestra aún guarda los restos de aquel regalo, la cesta, convertida en papelera, una espiga dorada y cordones de raso con los que sujeta las cortinas de la cocina. Yeriújina dice "haber sentido miedo" por su ex alumno, que tendrá que afrontar enormes responsabilidades. Pero la tranquiliza que Vladímir Putin esté cerca para apoyarle. Y espera que Medvédev "haya aprendido" algo del presidente saliente.
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