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Reportaje:

El asesinato que desató la catarsis

Impresionante despliegue en São Paulo para reconstruir la muerte de una niña arrojada desde un sexto piso

Juan Arias

Brasil estuvo ayer en vilo. El país contuvo la respiración durante ocho horas, las empleadas por la Policía Militar, el Grupo de Operaciones Especiales (GOE) y la Compañía de Ingenieros de Tráfico (CET) en la reconstrucción en São Paulo del asesinato de la pequeña Isabella, de cinco años, supuestamente a manos de su padre, Alexandre Nardone, de 29 años, y de su madrastra, Ana Carolina Trotta, de 24. Incluso fue cerrado el tráfico aéreo sobre la zona norte de la ciudad, donde se encuentra el número 138 de la calle Santa Leucidia, un edificio de clase media desde cuyo sexto piso la pequeña fue arrojada el 29 de marzo pasado, después de que alguien hubiera intentado asfixiarla con las manos durante siete minutos.

El drama de Isabella ha sido revivido durante todo este mes por la opinión pública brasileña, genuinamente conmocionada por el caso. Todos los indicios policiales apuntan a que fueron el padre y la madrastra de la niña quienes la asesinaron a sangre fría, al parecer porque la nueva esposa de Alexandre, que tiene otros dos hijos pequeños con él, no soportaba a Isabella.

Por este drama se han interesado psicólogos y sociólogos, ante la enorme repercusión que el crimen está teniendo. A la policía no le está resultando nada fácil proteger la casa de la niña asesinada y las comisarías donde han tenido lugar los interrogatorios de más de 60 personas. Estos edificios están permanentemente rodeados por una población enfurecida dispuesta a hacer justicia sumaria con los supuestos autores del crimen. Vera Márcia, miembro de la Sociedad de Psicoanalisis de Brasil, dijo ayer que se trataba de una "verdadera catarsis colectiva", que, según ella, refleja "el luto de una sociedad por los valores que se están desmoronando".

"Crimen monstruoso"

En el asunto intervino ayer el presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, quien, preocupado por las dimensiones nacionales del asesinato, que calificó de "crimen monstruoso", advirtió, sin embargo, que nadie debe ser considerado culpable antes de que lo hagan los jueces, en alusión a los progenitores de Isabella. "Si mañana se descubriera que son inocentes, ya estarían sentenciados para siempre", dijo Lula.

Según la policía, el padre y la madrastra de Isabella habían estado felices y en armonía, junto con los otros dos hijos del matrimonio, en un supermercado, como aparece en las imágenes captadas por las cámaras de television del centro. Al llegar a su casa, cerca de las 11 de la noche, el padre subió primero a Isabella y luego volvió a bajar para recoger a los otros pequeños. Poco después, Isabella cayó por la ventana del sexto piso, en cuya tela metálica aparecía un boquete. Al parecer, la niña fue asfixiada por alguien que la sujetó durante siete minutos por la garganta y después arrojada por la ventana, aún con vida; la niña murió a medianoche en el hospital.

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El hecho de que ayer fuera interrumpido el tráfico de helicópteros y aviones sobre el lugar de la reconstrucción del delito se explica porque la policía necesitaba el suficiente silencio para averiguar si desde los pisos contiguos era posible escuchar una presunta discusión entre los cónyuges momentos antes del crimen, según declararon algunos vecinos. Entre los testigos, hay quien asegura haber escuchado a un niño decir "¡basta, papá, basta!".

La defensa siempre ha sostenido, según ha declarado el padre, que una tercera persona pudo subir al piso después de que él dejara a la niña.

Sin embargo, la policía descarta esta hipótesis, ya que ha encontrado rastros de vómito de Isabella en la camisa que el padre llevaba aquella noche y huellas de las sandalias del hombre sobre la cama a la que se subió quien arrojó a su hija por la ventana.

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