El 'abril rojo' de los Sin Tierra
El MST de Brasil celebra su movilización anual con invasiones en 15 Estados del país. Los campesinos han intentado paralizar la minera Vale do Rio Doce
Cada año desde 1996, coincidiendo con el aniversario de la masacre de 19 campesinos en Eldorado de Carajá, en el Estado brasileño de Pará, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, el mayor de América Latina, se moviliza para celebrar lo que ellos llaman su abril rojo, el mes en el que intensifican en todo el país la invasión de tierras consideradas improductivas y que el Estado se niega a entregarles.
En el presente mes de abril, el MST ya ha realizado 40 invasiones. La más reciente tuvo lugar en São Paulo, en la hacienda de Ambev, en Angudos, donde derribaron todos los eucaliptos plantados por la empresa para poder sembrar alimentos cuanto antes.
Sin embargo, la acción de mayor envergadura y la que tiene en vilo a la opinión pública es el intento de paralizar la producción en la compañía minera Vale do Rio Doce, una de las empresas más lucrativas de Brasil, con gran proyección en el mercado mundial. Más de mil campesinos del MST amenazan con interrumpir el ferrocarril de Carajás, de enorme importancia estratégica, para impedir la salida de minerales. La tensión aumentó cuando el presidente de Vale, Roger Agnelli, calificó recientemente esta iniciativa de "acción criminal" y a los Sin Tierra que intentan paralizar la producción, de "bandidos". Más de 500 policías apoyados por helicópteros estaban ayer en alerta para impedir cualquier tipo de invasión en la empresa.
Aunque la opinión pública se muestra perpleja ante este tipo de acciones, la Iglesia católica, que siempre estuvo del lado del MST, en cuyo seno hay muchos creyentes, continúa defendiéndoles.
Un informe de la Pastoral de la Tierra (CPT) divulgado el martes afirma que el año pasado han crecido un 140% las expulsiones de campesinos de las tierras invadidas. En 2006 fueron expulsadas por los terratenientes 1.809 familias y en 2007 la cifra aumentó a 4.340. A pesar de todo, el número de asesinatos en el campo parece comenzar a decrecer. En 2006, las víctimas mortales fueron 39 y en 2007, 28.
El MST sigue siendo un problema para el presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, a quien los Sin Tierra concedieron un respaldo total en las elecciones de 2002 y 2006. En su primer discurso al llegar a la presidencia, en 2002, Lula dijo que, con él, el MST no necesitaría invadir las tierras inactivas porque él se las iba a dar. No fue así, y el MST se debate entre el amor y el odio hacia quien fuera un respetado líder sindicalista y hoy pide por un lado a la justicia que las acciones ilegales del MST sean castigadas y al mismo tiempo permite que su Gobierno pague una amplia gama de subsidios, como las subvenciones a las escuelas de alfabetización de los campamentos.
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