Una nueva oportunidad para el acuerdo

El presidente boliviano, Evo Morales, no renuncia a conseguir un acuerdo entre Brasil y Argentina para que el primer país ceda parte de su cupo de gas boliviano al segundo de cara al próximo invierno. Así, ayer anunció que para finales de marzo quiere reunirse de nuevo con la presidenta argentina, Cristina Fernández, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, pero esta vez en terreno neutral, es decir en La Paz, después del fracaso de la cumbre que durante este fin de semana los tres mandatarios mantuvieron en Buenos Aires.

En este encuentro, Lula cumplió a la perfección el guión diseñado desde Itamaray, el cerebro de la diplomacia brasileña: fotos, abrazos, sonrisas y declaraciones amigables, pero ni una concesión a la petición argentina, avalada por Bolivia, de que su país renuncie a una parte del cupo de gas que tiene contratado con Morales y se lo ceda a Argentina. Eso sí, el brasileño hizo bueno el viejo adagio parlamentario de que para paralizar un asunto lo mejor es crear una comisión que lo estudie. Por eso, los tres países accedieron a crear una que se encargará de estudiar la viabilidad de la propuesta argentina. A falta de mejores noticias para Buenos Aires, ése fue el gran logro de la cumbre de Buenos Aires.

Sin embargo, Argentina no está dispuesta a dar por zanjado el asunto, al menos mientras no se encuentre frente a una negativa frontal por parte de Brasil. La presidenta Fernández ha asegurado que el suministro a los hogares argentinos está garantizado durante el próximo invierno austral. Otra cosa es lo que suceda en las industrias del país, que pueden ver cómo se les raciona la energía. En los próximos meses, las previsiones meteorológicas se van a convertir en un índice tan importante como la cotización en Bolsa para muchos empresarios argentinos.

Compromisos

Morales se ha implicado a fondo en arrancar un compromiso a Brasil, porque su peso político regional, basado principalmente en el hecho de que cuenta con las mayores reservas de gas del continente, está en juego. De nada sirve en la negociación esgrimir el argumento de que se posee algo si no se tiene acceso a ello. Y ése es exactamente el caso de Bolivia, que se ve en serias dificultades para mantener los compromisos adquiridos con dos países amigos.

En cualquier caso, según la opinión de los técnicos, no se podrá aumentar la producción gasífera hasta 2011, y siempre que se inviertan ya unos 1.000 millones de dólares en mejorar la industria. Y eso sin contar que, en el caso de aprobarse la polémica nueva Constitución boliviana, será necesario volver a renegociar los contratos que las empresas de hidrocarburos extranjeras mantienen con el Gobierno boliviano.

Los contratos ya fueron renegociados manu militari tras la llegada de Morales al poder y firmados en mayo del año pasado. Las principales petroleras extranjeras afectadas fueron la brasileña Petrobras y la hispano-argentina Repsol-YPF.

Para el ministro de Hidrocarburos boliviano, Carlos Villegas, lo que está sucediendo es "extremadamente excepcional". Pero las matemáticas son tercas: Bolivia produce para exportar en torno a 32 millones de metros cúbicos diarios, de los cuales Brasil compra 29 y Argentina, tres. Y Buenos Aires necesita de manera urgente que su cupo se eleve a siete millones de metros cúbicos diarios para evitar la falta de energía.