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Detenidos tres policías guatemaltecos por la muerte de un ayudante de autobús

El Gobierno ha puesto en marcha un plan de seguridad para frenar los crímenes en las carreteras

En medio de un impresionante dispositivo de seguridad, con 1.000 policías armados con metralletas en los autobuses del servicio urbano de la Ciudad de Guatemala, tres agentes de la policía guatemalteca, uno de ellos subinspector del cuerpo, fueron detenidos ayer. Se les acusa del asesinato de un ayudante de autobús, el pasado jueves, en el curso de una semana sangrienta que costó la vida a 10 trabajadores del servicio colectivo de pasajeros.

De acuerdo a la información oficial, los policías capturados son Domingo Corado Samayoa, subinspector, y los agentes Omar Godoy Arana y Misael Chinchilla. Los tres supuestamente secuestraron al menor José Ángel Hernández, de 16 años, mientras protestaba junto a sus compañeros, chóferes y ayudantes, en demanda de mayor seguridad. Uno de los conductores logró anotar el número de la matrícula del automóvil donde Hernández fue introducido por la fuerza, lo que permitió la identificación de los responsables del hecho. El cuerpo del adolescente fue lanzado junto a un camino, en los suburbios de la capital.

Como consecuencia de los ataques en contra de conductores de autobuses, un servicio estratégico de primer orden en una ciudad donde ocho de cada 10 de los casi tres millones de capitalinos sólo disponen del mismo para movilizarse, la policía inició el lunes un plan de seguridad que, de momento, ha puesto fin a los asesinatos y permitido la captura de una decena de pandilleros. A éstos se les ha incautado dinero en efectivo, producto de las extorsiones, "y 15 fusiles de asalto del tipo AK-47", según declaraciones del director adjunto de la Policía Nacional Civil, Henry López.

Con todo, la debilidad extrema del aparato de justicia guatemalteco ha quedado en evidencia con las declaraciones del jefe policial, quien dijo al diario local Nuestro Diario que el aumento de las extorsiones a los empresarios de autobuses "proviene de las cárceles, donde están recluidos los líderes de las pandillas, quienes siguen manejando a sus cómplices en libertad a través de teléfonos móviles, ingresados de manera clandestina a los centros de detención".

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