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Lejos de la locomotora de Brasil

ARCO acoge a 31 galerías del país invitado, pero sólo a ocho salas del resto de Latinoamérica

La feria internacional Arco, que hoy se inaugura en Madrid, tiene entre sus objetivos expresos la promoción del arte contemporáneo latinoamericano. Así, este año cuenta con Brasil como invitado de honor, con el despliegue de 31 galerías. Sin embargo, la fuerte presencia brasileña no ha funcionado como locomotora para el resto de América Latina, y sólo ocho galerías han cruzado el charco para presentar a sus artistas en Madrid, procedentes de Argentina, Colombia, Cuba, México, Perú y Uruguay.

El programa general acoge a galerías de prestigio como la argentina Ruth Benzacar, que lleva a la feria obra de León Ferrari y Jorge Macchi, entre otros. La limeña Lucía de la Puente muestra trabajos de jóvenes artistas peruanos como Fernando Bryce, Sandra Gamarra y Alice Wagner, mientras que la uruguaya Sur incluye en su oferta maestros de las vanguardias históricas del Río de la Plata.

A la nueva sección Arco 40, reservada a salas que apuestan por el arte emergente, ha llegado desde Bogotá Casas Riegner, que expone, entre otras obras, Dibujo de plumas II, de la colombiana María Fernanda Cardoso, una inmensa cortina de nylon con plumas de emú.

Esta sección acoge también a La Casona, de La Habana, que aporta su visión de la creación emergente cubana.

La galería mexicana Hilario Galguera dedica su espacio a un solo creador, el mexicano Sebastián Romo, que en sus proyectos reflexiona sobre el tiempo y los procesos de crecimiento y transformación.

Buena parte del arte latinoamericano que se expone en Arco está basado en los formatos audiovisuales. La galería porteña Arte x Arte presenta la videocreación Juego de dormitorio, de la argentina Eugenia Calvo. Mediante pequeñas acciones busco la posibilidad que tienen los objetos más cotidianos de convertirse en otra cosa, como en un truco de magia, explica la artista.

Por su parte, la galería cubana Habana se ha asociado con la española Elba Benítez para presentar una instalación del artista cubano Carlos Garaicoa. Se trata de un espacio con un objeto central con forma de caseta, que contiene varias cámaras y una pequeña pantalla. Se proyecta el vídeo El cazador, grabado en las calles de Madrid especialmente para esta participación en Arco antes se realizó en Siena (Italia), donde un actor caracterizado como un vagabundo carga con una caseta. Las cámaras registran las reacciones de la gente, que no sabe que es grabada, ante el contraste entre una persona que lleva su casa a cuestas y la belleza del objeto, porque la caseta está recubierta de espejos, señala Luisa Espino, de la galería Elba Benítez.

Sin embargo, la escueta presencia de salas latinoamericanas aparte de las brasileñas se compensa con la fuerte participación de artistas de esta región en galerías españolas, del resto de Europa o de EE UU. Por ejemplo, la madrileña Distrito Cu4tro lleva a Arco al venezolano Alexandro Apóstol, con Hogar canario. Tres pantallas recogen imágenes grabadas en la piscina del Hogar Canario de Caracas, un club social venido a menos, con gente ya muy mayor. Apóstol encuentra en su obra un paralelismo con la inmigración hacia Canarias de los africanos, así como una sensación de indefensión, de angustia, que, al tratarse de gente mayor, se apuntala.

La también madrileña Tribeca aporta la obra del ecuatoriano Tomás Ochoa, para quien la técnica es un método más para transmitir un mensaje y el arte tiene una función social, señala Raquel Aranda, una de las directoras de la galería.

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