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El obispo brasileño en huelga mantiene su pulso con Lula

Cappio continuará el ayuno a pesar de las promesas

El obispo brasileño Luiz Cappio, que entra hoy en su 23º día de huelga de hambre en protesta contra el desvío de las aguas del río San Francisco, afirmó ayer que va a continuar en su lucha, a pesar de las promesas del presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, de detener las obras hasta el 7 de enero y volver a analizar el proyecto.

Según el obispo franciscano, que recibe cada día más adhesiones de las comunidades cristianas y de los religiosos y religiosas de Brasil, existe un documento que demuestra que, cuando Lula se encontraba realizando la campaña electoral, se manifestó totalmente en contra de las obras del desvío del río. "No me nombre siquiera esa palabra [el desvío de las aguas]", parece que respondía Lula a quien le preguntaba su opinión sobre el tema. El obispo alega que incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) se mostró en su momento contrario al proyecto.

Pero, según Cappio, "Lula ha cambiado de opinión cuando ha llegado al poder". Y sostiene que no ha sido Lula quien ha decidido ahora parar las obras, sino una sentencia judicial del Tribunal Regional; la decisión final corresponde al Supremo Tribunal Federal, la instancia máxima de la justicia brasileña.

Si el Supremo acepta la sentencia del Tribunal Regional y decide suspender definitivamente las obras, Cappio abandonará la huelga, "para poder volver a dialogar".

Del estado de salud del obispo, que por el momento es normal, se ocupa voluntariamente el religioso franciscano Klaus Finkam, un médico especializado en medicina natural. Aunque el huelguista se había alimentado con dos litros de suero al día, ahora ha vuelto a ingerir sólo agua. Según el neurólogo Dan L.Waitzberg, presidente del Grupo de Apoyo de Nutrición Humana ( Ganep), la resistencia física del obispo va a depender de su edad, 61 años, y del estado general de su salud. Según Waitzberg, Cappio podría resistir en estas circunstancias hasta 60 días de ayuno. A partir de entonces, es probable que comiencen a aparecer complicaciones graves.

Mientras tanto, de norte a sur de Brasil se han puesto en marcha ya numerosos movimientos de solidaridad con el obispo.

Sus integrantes son miembros de comunidades de base, campesinos de los Sin tierra y religiosos y religiosas que han comenzando a ayunar con el obispo, convencidos de que el desvío de las aguas del San Francisco no beneficiará a los más pobres sino a las grandes empresas agrícolas.

En Manus, Porto Alegre, Goiás, Río de Janeiro, Ceará, Salvador de Bahia y muchas localidades más, cristianos progresistas realizan ayunos simbólicos y rezan para que el Gobierno acabe escuchando las peticiones de Cappio, sobre todo después de que la Conferencia Episcopal se haya puesto de su parte y pedido a los cristianos y personas de buena voluntad que apoyen con sus oraciones al obispo.

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