Salgamos del patio de vecinos

Hoy quiero invitar a mis lectores a que lean un texto ajeno, el discurso del Alto Representante de la UE para la Política Exterior, Javier Solana, pronunciado en el Instituto Elcano, en Madrid, anteayer. Los periódicos han proporcionado una breve reseña, centrada en la cuestión periodísticamente más atractiva y noticiable, como era la propuesta de creación de un centro internacional de enriquecimiento de uranio bajo supervisión multilateral. La crisis que está abriéndose de forma cada vez más virulenta entre Washington y Teherán debería encontrar su solución en una fórmula de este tipo, que pusiera al alcance de todos los países el acceso a la energía nuclear civil “en igualdad de condiciones y a precios competitivos”, y sin el peligro del doble uso del uranio enriquecido, que es lo que todos tememos ahora de las tres mil centrifugadoras que trabajan para Ahmadinejad. Irán, dijo Solana, "fabrica su propia gasolina antes incluso de comprar el coche". Inquietante: ¿a qué quiere destinar Irán el material nuclear obtenido?

Pero además de la cuestión iraní, hay muchas otras cosas en el discurso que merecen una lectura atenta. Voy a destacar unas pocas, que no tienen un papel central en su discurso: el lector puede acceder a las otras directamente. Para empezar, quiero subrayar unas referencias leves, casi elípticas, a la política española. En el arranque, la escasez en España de foros de reflexión sobre política internacional, excepción hecha de Elcano precisamente. Luego, una especial mención a los empresarios, que “tienen una manera de ver la realidad internacional con amplitud de miras y realismo, imprescindible en un mundo globalizado” y “factor clave en nuestra presencia exterior”. Solana se queda aquí. No puede decir más, pero ya ha dicho mucho. Hay que abrir de nuevo las ventanas de la política de este país. Dejar que circule el aire. La sociedad se ha globalizado, nuestros empresarios y sobre todo nuestros jóvenes ya no viven en un patio de escalera atufante y pertenecen al mundo global, pero los políticos y los gobernantes parecen empeñados en mantenernos en un fatigante debate doméstico que pertenece a otros tiempos.

Las reacciones a la sentencia del 11-M son el mejor ejemplo de esta forma de encarar las cosas absolutamente necia y ensimismada. Este proceso judicial es una de las mejores cosas que ha hecho este país en los últimos años. Detener y juzgar a los culpables de una matanza de las dimensiones de Atocha, sin histerias ni reacciones xenófobas. No haber caído en las tentaciones en que han caído otros países amigos, como Reino Unido y Estados Unidos. Y sin embargo, tenemos al Gobierno y a la oposición, y a los medios de comunicación, por supuesto, peleando sobre la lectura de la sentencia de una forma absurda e incomprensible para cualquier observador extranjero.

Veloz conclusión: cuanto más ancha e internacional sea nuestra visión del mundo mejor será el debate político español. Regresemos a las ideas de Solana. Necesitamos más centros de reflexión sobre política internacional. Necesitamos políticos, académicos y periodistas que tomen ejemplo de esos empresarios con visión global y realista del mundo de hoy. Y necesitamos, sobre todo, dar calidad al debate político, sacarlo del patio de vecinos, que le de el aire, que se mueva e inspire en el ancho mundo. ¿Acaso no lo hacen ya millares de ciudadanos de este país? ¿Por qué no pueden hacerlo también quienes dirigen la política y la opinión?