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Los vendedores ambulantes, expulsados del centro de la capital mexicana

Han sido desalojadas 192 manzanas de la zona centro de la capital que habían sido tomadas por decenas de miles de vendedores ambulantes de 66 organizaciones cívicas

Las calles del centro histórico de la capital mexicana quedaron ayer libres de vendedores ambulantes catorce años después de que se emitiera un bando para su desalojo, informó ayer la gobernación del Distrito Federal.

Sin apenas actos violentos destacables, pero bajo una atenta supervisión policial, se produjo el desalojo de 192 manzanas de la zona centro de la capital que habían sido tomadas por decenas de miles de vendedores ambulantes de 66 organizaciones cívicas. Según medios de la capital, unas 25.000 personas fueron expulsadas de las calles del centro histórico capitalino.

El Secretario de Gobierno del DF, José Ángel Ávila Pérez, sostuvo en rueda de prensa que la medida no pretendía menoscabar la actividad económica de los vendedores, sino devolver las calles "para el tránsito de las personas, los vehículos y el disfrute".

Parte de los vendedores ambulantes han sido reubicados en 36.000 metros cuadrados, repartidos en 36 inmuebles del Gobierno capitalino, que encabeza el alcalde izquierdista Marcelo Ebrard.

A partir de ayer, las calles del centro de México capital están bajo vigilancia permanente de 1.200 agentes de Seguridad Pública, que tratarán de mantener desocupadas esas zonas, dijo el encargado de la dependencia, Joel Ortega.

El desalojo fue un compromiso público que adoptó el Jefe de Gobierno del Distrito Federal el pasado 9 de julio y que se ha logrado a través del diálogo y de acciones firmes con las organizaciones. Sin embargo, la decisión ha generado molestias y el jueves motivó una protesta, que secundaron unas 12.000 personas.

La iniciativa ha creado tensión con los vendedores ambulantes de barrios colindantes del centro, que temen que los desplazados les hagan la competencia en las áreas que ellos controlan.

El fenómeno de los vendedores ambulantes se disparó con la crisis económica de 1982. El movimiento se hizo tan fuerte que fue capitalizado por partidos políticos.

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