Foxificados
Una de las noticias del verano ha sido la compra del prestigioso Wall Street Journal por parte de News Corporation, la empresa multimedia del magnate australiano Rupert Murdoch. Jamás alguien había acumulado antes de Murdoch tanto poder mediático y tanta capacidad de influencia. Tiene en el Reino Unido el Times de Londres, la cadena Sky News y el popular The Sun, sin cuyo apoyo a Tony Blair no podría explicarse el éxito del ahora ex primer ministro, según ha reconocido quien fue su portavoz, Alistair Campbell (ojo, el enlace con The New York Times, de 05.08.07, es de pago). Pero el mayor fenómeno, sin el cual no se explica la guerra de Irak, es la cadena nortamericana Fox News, que compite con la CNN y hace información claramente de tendencia, para decirlo suavemente. Murdoch es el editor neocon por excelencia, a pesar de que tiene posiciones propias derivadas sobre todo de sus múltiples intereses en el mundo. Por ejemplo, en China, donde tiene una enorme facilidad para acceder a los requerimientos del poder en plaza y pierde todo el ardor por la democracia y los derechos humanos que exhiben los neocons en otras latitudes, tal como ha contado Ken Auletta en the New Yorker, y recogí aquí ayer mismo. Alguien que debe saber mucho de todo esto y algún día no tendrá más remedio que explicarse es José María Aznar, que se sienta en el Consejo de NC.
El fenómeno que representa Murdoch va más allá del propio Murdoch y por supuesto de Estados Unidos, donde está la almendra de su imperio. Es un buen ejemplo de cómo una multinacional tiene más poder y cuenta más que la gran mayoría de los gobiernos de muchos países y se convierte en interlocutor directo de los dirigentes de las potencias mundiales. El Pew Research Center ha dado a conocer este mes de agosto una encuesta (Views and Press Values and Performances 1985-2007), que aporta datos muy útiles para saber algo más sobre la influencia de Murdoch y los efectos que suscitan sus medios en la formación de la opinión pública.
El público norteamericano considera de forma cada vez más crítica a las empresas de medios y sobre todo a la prensa, y esto sucede sobre todo por parte de los jóvenes usuarios de los medios digitales y por parte de los de más edad. Los mayores y crecientes reproches que reciben los medios son su partidismo (45 por ciento en 1985 y 55 por ciento en 2007) y su inexactitud (34 por ciento en 1985 y 53 por ciento en 2007), pero en cambio todavía hay percepciones mayoritariamente positivas respecto a su moralidad, su función de guardianes de la democracia, y su profesionalidad. En su conjunto, los norteamericanos sitúan a las empresas de medios por encima de la mayoría de las instituciones políticas, entre las que se cuentan el Congreso, el Tribunal Supremo y los partidos políticos.
Pero lo más interesante de la encuesta es que nos muestra que la división del país entre demócratas y republicanos tiene un reflejo casi mecánico y seriamente inquietante en las percepciones de los medios. El 79 por ciento de los primeros califican favorablemente a dos periódicos de referencia como The New York Times y The Washington Post, mientras que entre los segundos sólo llegan hasta el 41 por ciento. En 1985 la diferencia era apenas significativa: 79 por ciento de los republicanos tenían buena opinión de los dos grandes periódicos frente al 85 por ciento de los demócratas.
Si la encuesta se quedara aquí nos podría tentar la idea de que se ha producido un viraje hacia la izquierda por parte de los dos diarios. Pero la clave nos la da la audiencia de Fox News, que considera mayoritariamente (63 por ciento) que las noticias proporcionadas por los medios en general son inexactas y críticas en exceso con Estados Unidos (52 por ciento). Los telespectadores de Fox son los que tienen en peor concepto a los dos periódicos antes citados. La encuesta habla de una foxificación de los republicanos y es una pena que no haga referencias al WSJ que acaba de comprar Murdoch.
Pero el resumen es muy claro: a diferencia de hace 20 años, la percepción de los medios está ahora fuertemente condicionada por la tendencia política y su desprestigio se ha incrementado de forma notable entre los votantes republicanos. La encuesta detalla incluso que los jóvenes partidarios de la información digital no están especialmente insatisfechos con los viejos medios, aunque no los usen, y los califican como sus mayores.
Los periodistas y lectores del WSJ no temen que la llegada de Murdoch convierta el periódico en un panfleto izquierdista, sino que lo ponga al servicio de sus intereses o manipule la información como ha hecho en otros medios, empezando por su buque insignia Fox News. Se produce así la paradoja de que esta derecha neocon, la americana como mínimo, hace una doble contribución al desprestigio de las empresas de medios. Primero colaborando activamente a través de noticias inexactas o partidistas, el famoso e intenso spin practicado por doctores como Karl Rove o Alistair Campbell. Y luego convirtiendo este desprestigio en marca ideológica de sus posiciones políticas para desprestigiar al conjunto de medios.
Cada cual sacará sus conclusiones. Yo saco la mía: nada mejor que difundir la idea de que todos son iguales para obtener y legitimar márgenes para la manipulación y el partidismo. En nombre de los valores y de la lucha contra el relativismo, por supuesto.
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