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Sarkozy inaugura "una nueva era" en las relaciones con Libia tras la liberación de las enfermeras

Las enfermeras denuncian desde Bulgaria torturas y malos tratos durante su cautiverio

El presidente francés, el conservador Nicolas Sarkozy, ha viajado hoy a Libia para reforzar las relaciones políticas y comerciales con el régimen de Muammar el Gaddafi, después de que se resolviera felizmente la crisis diplomática que enfrentó a Libia con la UE por el caso de las enfermeras búlgaras.

Sarkozy ha dicho desde Trípoli que quiere ayudar a Libia a regresar al "concierto de las naciones" una vez que la pasada semana el máximo tribunal libio conmutara la pena de muerte por cadena perpetua para las cinco enfermeras y el médico búlgaros acusados de contagiar el sida a cientos de niños.

Los seis regresaron ayer a Bulgaria, donde automáticamente fueron indultados. La mujer del presidente francés, Cécilia Sarkozy, jugó un papel imprescindible en la resolución de esta crisis. Ella fue la que ejerció de enviada del presidente francés para lograr la liberación. Y ayer culminó su misión con brillo, como reconocen ahora todos los medios franceses.

"Vamos a desarrollar relaciones comerciales con un país con el que no tiene sentido no entablar este tipo de relaciones", ha avanzado por su parte el ministro de Economía francés Christine Lagarde, horas antes de que Sarkozy se reuniera con Gaddafi. El encuentro de ambos mandatarios ha tenido lugar en el Palacio de Bab El Aziz, donde todavía son visibles las daños que causaron los bombardeos de la aviación estadounidense el 15 de abril de 1986. Esta reunión se interpreta en círculos políticos como un signo de normalización en las relaciones entre Europa y Libia, informa la BBC.

Ambos líderes han rubricado un acuerdo cuyo principal objetivo es la instalación en Libia de un reactor nuclear con tecnología francesa para fines civiles. Según ha informado la delegación francesa, tras el acto de la firma de un memorando de cooperación, el reactor debe permitir a Libia aumentar su capacidad para desalinizar agua del mar.

Un giro hacia Occidente

La crisis de las enfermeras búlgaras es quizá el último escollo que debía sortear Libia para vencer las reticencias de la comunidad internacional. El movimiento de apertura hacia el exterior y, más en concreto, hacia Occidente comenzó a tomar forma en 2003, cuando Trípoli decidió frenar un programa para desarrollar armas prohibidas por la ONU y, en paralelo, pagar una compensación económica por el atentado aéreo de Lockerbie (Escocia) que se cobró la vida de 270 personas en 1988. Todas las sospechas apuntaban a los servicios secretos libios. En 2004 firmó otro acuerdo similar para indemnizar a las víctimas del atentado que derribó el avión francés de la UTA en Níger en 1989. Entonces murieron 170 personas.

Los tribunales franceses condenaron en rebeldía a seis ciudadanos libios acusados de estar detrás de este ataque. Las relaciones entre ambos países, que habían sido relativamente buenas durante la década de 1970, sufrieron entonces un serio retroceso a causa de la tragedia de Níger. Pero la asunción de responsabilidades económicas por parte de las autoridades libias hizo que Francia comenzara a hablar de "una nueva era" en las relaciones entre ambos Estados, una era que bajo el mandato de Sarkozy parece abrirse definitivamente camino.

"Hemos regresado del infierno"

Dos de las enfermeras búlgaras y el médico palestino liberados el martes tras ocho años y medio de cautiverio en Libia han declarado hoy que lo peor de ese tiempo fue la incertidumbre, la falta de comunicación y las torturas. Kristiana Valcheva, Nasia Nenova y el médico de origen palestino Ashraf al Hadzoudz han confesado su incredulidad por haber recuperado la libertad. "No conocemos aún el sabor de la libertad, sabemos que estamos en casa y hemos regresado del infierno al paraíso", ha dicho Kristiana Valcheva. Ambas enfermeras han dicho que lo más horrible fue el primer año, cuando vivían en una comisaría, sólo con un colchón para dormir y dos mudas de ropa para cambiar. Además quedaron totalmente aislados y fueron interrogados por separado, ninguno de ellos sabía de los demás. Nasia Nenova ha asegurado que había firmado declaraciones en las que se atribuía la culpa de los hechos, aun sabiendo que era inocente, porque no soportaba las torturas, en particular las descargas eléctricas.

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