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14,9 millones de brasileños no saben leer ni escribir

El número de analfabetos crece a pesar de los programas educativos impulsados por el Gobierno de Lula

Brasil cuenta aún con 14,9 millones de analfabetos, una población como las de Paraguay y Bolivia juntas. Y no porque falten programas de alfabetización, que los hay. Ni siquiera por falta de recursos, ya que durante el primer mandato del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el Gobierno gastó en programas de alfabetización 700 millones de reales (unos 300 millones de euros). El problema es que, al parecer, los programas no están funcionando como deberían.

El propio Ministerio de Educación no sabe exáctamente cuantas personas han sido alfabetizadas desde que comenzó el programa Brasil Alfabetizado, que ha trabajado con el apoyo de varias ONG. Faltan datos oficiales porque, según el ministerio, éstos no son registrados a tiempo en los Ayuntamientos y Gobiernos locales.

Según informaciones publicadas ayer por el diario O Globo y basadas en un informe del PNAD (Investigación Nacional por Muestras de Domicilio), en 2003, el número de analfabetos en Brasil ascendía a un 11,54% de las personas por encima de los 15 años. En 2005 era el 11,05%, pero con el aumento de la población el porcentaje absoluto de analfabetos ha aumentado del 14,7% al 14,9%.

El problema reside, según los especialistas, en varios aspectos; por un lado, según un muestreo, existieron 75.000 alumnos fantasmas, lo que equivale al 4% de los 1,9 millones de alfabetizados. Otro problema es que se calcula que el 40% de los que comienzan a estudiar abandonan, lo que no aparece en las estadísticas de alfabetización. Y lo más llamativo es que se estima que el 60%, según ha observado la ONG Alfasol, acaba el curso sabiendo sólo unir las letras, pero sin conseguir leer las palabras y menos las frases. Al parecer, uno de los motivos es la incapacidad de los profesores, muchos de los cuales apenas tienen estudios y carecen de especialización.

El reto de alfabetizar

Cuando Lula llegó a la presidencia de la República —siempre ha destacado su pasado, marcado por la falta de estudios y su condición de autodidacta, con una madre que murió analfabeta— decidió erradicar el drama de los millones de analfabetos. En su primer Gobierno, nombró ministro de Educación al intelectual del Partido de los Trabajadores (PT), Cristovam Buarque, ex rector de la Universidad de Brasilia y autor de más de 40 libros publicados.

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El lema de Buarque era que Brasil sólo habría cerrado el ciclo de la esclavitud cuando acabara con el analfabetismo, ya que, para él, quien no sabe leer ni escribir en nuestra sociedad continúa siendo un esclavo. Buarque se comprometió entonces a acabar en cuatro años con el analfabetismo. En las luchas de poder que tuvieron lugar durante el primer mandato de Lula, Buarque no era del agrado del entonces poderoso ministro de la Casa Civil, José Dirceu, que acabó más tarde perdiendo su mandato parlamentario acusado de haber creado un esquema de corrupción y de sobornar a diputados.

Buarque acabó saliendo pronto del Gobierno y más tarde del partido, alegando que el Gobierno no había priorizado el tema de la educación y concretamente el de la lucha contra el analfabetismo.

A Buarque le han seguido otros dos ministros al frente de la cartera de Educación. El Gobierno destinó recursos para los programas de alfabetización, pero reconoce que el programa Brasil Alfabetizado no ha sido suficiente para enseñar a leer y escribir a 14 millones de personas. ¿Lo conseguirá Lula en su segundo mandato? Ese es uno de sus grandes desafíos si pretende, como ha afirmado, que Brasil arranque definitivamente como uno de los países desarrollados más importantes de América Latina.

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