El primer encuentro entre kosovares y serbios evidencia la lejanía de sus posiciones políticas
La reunión entre Pristina y Belgrado para resolver el futuro estatuto de Kosovo versa sobre la descentralización administrativa
La primera toma de contacto entre las delegaciones de Pristina y Belgrado sobre el futuro estatuto de Kosovo se ha desarrollado en un ambiente gélido que evidencia la lejanía de las dos posiciones políticas. La actual provincia de Kosovo, con mayoría independentista albanesa, lleva siendo administrada por las Naciones Unidas desde 1999. Viven en ella 100.000 serbios pero que, debido a las amenazas de los extremistas albanokosovares, se encuentran bajo protección de 17.000 soldados desplegados por la OTAN. Unos 200.000 abandonaron Kosovo tras 1999, de los que sólo unos 12.000 han regresado.
"Queremos que la cuestión del estatuto se resuelva tan pronto como sea posible. La independencia está en camino", ha asegurado a los periodistas el jefe de la delegación albanokosovar, Lufti Haziri, que además es ministro de la provincia para la Administración Local. Mientras, el negociador serbio y asesor presidencial, Slodoban Samardzic, ha sido más tajante: "nuestro objetivo es la autonomía de los serbios de Kosovo".
El palacio neoclásico vienés Daun-Kinsky ha sido el escenario del encuentro que se ha inaugurado hoy y se alargará hasta mañana, y que se produce bajo el suspicio de la ONU. El mismo saludo de los protagonistas, que posaron con absoluta serenidad y en el que ni siquiera hubo apretón de manos, ha sido un reflejo de la tensión en las relaciones. Aplazado a finales de enero por la muerte del presidente de Kosovo Ibrahim Rugova, el encuentro serbio-albanokosovar ha tenido lugar a puerta cerrada. El objetivo: un intercambio de opiniones sobre la descentralización administrativa, sin entrar en la discusión del futuro estatuto de Kosovo en sí.
Bajo la coordinación del diplomático austriaco Albert Rohan, segundo del negociador jefe de la ONU, Martti Ahtisaari, las dos partes han abordado la autonomía administrativa únicamente en materia de sanidad, dejando sin tratar los demás asuntos previstos en la agenda, como cultura y cuestiones sociales. Las delegaciones de ocho miembros (a cuyas reuniones asisten también representantes de Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN) defienden posturas radicalmente opuestas y en apariencia irreconciliables.
Los albanokosovares insisten en que cualquier forma de descentralización del poder local excluiría divisiones por líneas étnicas y formación de enclaves, y ya rechazaron con anterioridad esa oferta serbia. Belgrado, que ve el futuro de Kosovo dentro de Serbia, propone la formación de un tipo de entidad dentro del país que gozaría de autonomía en las esferas de la cultura, la sanidad, la política social, financiera y económica; y garantizaría a la minoría serbia seguridad, una vida normal y su permanencia en esa provincia.
Mediación internacional
Desde el punto de vista del derecho internacional, la provincia de Kosovo sigue formando parte de Serbia, aunque desde 1999 se encuentra bajo la administración de la ONU. En las conversaciones, Belgrado recibe apoyo del experto suizo en derecho internacional Thomas Fleiner, y Pristina es asesorada por una empresa de abogados estadounidense. En esta primera ronda, las delegaciones no son de máximo nivel: en la parte serbia participan los consejeros del presidente y del jefe de Gobierno, Leon Kojen y Slobodan Samardzic, respectivamente, mientras el jefe del equipo albanés es el ministro de la provincia para Administración Local, Lutfi Haziri.
Los representantes serbios han mostrado hoy su malestar a Ahtisaari, a quien han pedido imparcialidad, después de que afirmase en una entrevista publicada hoy en el semanario Der Spiegel que "al final se debe dar la posibilidad a la población de decidir cómo será el futuro de Kosovo". El 90% (de los kosovares) son albaneses, "¿cómo decidirán?", se ha preguntado el mediador, dando a entender el triunfo de las tesis independentistas. El negociador finlandés ha abogado también por presionar a Serbia con su participación en la UE si no coopera y ha negado que se pudiera producir una partición de Kosovo por líneas étnicas.
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