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El disputado voto del emigrante mexicano

El coordinador del IFE explica los detalles de las primeras elecciones en las que los residentes en el extranjero pueden participar

Cuando, el pasado julio, el Congreso de México aprobó una amplia reforma del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales —mediante la cual, por primera vez en la historia del país, se permitía el voto de los emigrantes—, una maquinaria de pesado engranaje echó a andar. Entonces faltaba exactamente un año para la celebración de las presidenciales de 2006, pero eran muchos los nudos burocráticos por atar para permitir que los casi 30 millones de mexicanos en el exterior tuvieran la información necesaria para poder elegir a sus gobernantes. Para ello se creó el Instituto Federal Electoral (IFE), aunque ha emprendido un camino no exento de escollos. No es fácil incorporar los votos de una masa de electores ausentes, especialmente cuando nunca antes se había hecho, y además explicarlo. De ahí las múltiples giras por el mundo a que se está sometiendo el coordinador del Voto de los Mexicanos Residentes en el Extranjero del IFE, Patricio Ballados.

Ballados acaba de visitar España, que, curiosamente, es el país del que el pasado 4 de octubre procedía la primera solicitud de voto de un mexicano en el exterior, desde que el 25 de septiembre el IFE dio el pistoletazo de salida de la precampaña electoral. El emigrante residía en Burgos. Y eso sorprendió a las autoridades del IFE, porque en aquel momento "Estados Unidos tenía el 80% de las solicitudes de voto", explica Ballados a EL PAÍS. "España era el tercer país con más solicitudes".

Son muchas las preguntas que Ballados, en representación del recién nacido IFE, debe contestar reiteradamente a lo largo del planeta. Por ejemplo, ¿a quiénes permitirá votar la reforma legal que estrenan las presidenciales de 2006? "A los mexicanos emigrantes que cuenten con una credencial para votar, que suponen alrededor del 7% del padrón electoral", responde el coordinador. "Por primera vez, se les da la posibilidad de ejercer sus derechos político-electorales, algo que resulta de la mayor trascendencia para el fortalecimiento de la democracia mexicana".

Sin embargo, los propios cálculos del IFE auguran que sólo unos 4,2 millones accederán al voto. "La ley establece que sólo se puede votar mediante una credencial con fotografía", explica el coordinador del IFE. "Los residentes en México que no tengan esta credencial tampoco pueden votar. Hemos realizado una encuesta muy amplia para determinar la calidad de nuestro padrón electoral. Hacemos visitas casa a casa, para ver si la gente está registrada ante las autoridades electorales, y cuando no encontramos a la gente en su domicilio asumimos que vive temporal o permanentemente en el extranjero. De ahí hemos deducido la cifra de 4,2 millones. Sabemos que el 98% de nuestros emigrantes vive en EE UU, pero no sabemos dónde habita cada uno de ellos".

La credencial identificada mediante fotografía quizá sea una de las trabas que coarten a los emigrantes en situación de ilegalidad. Se calcula que en Estados Unidos residen alrededor de 11 millones de mexicanos sin documentación.

"En España", precisa Ballados, "según datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, hay 15.000 compatriotas. ¿Cuántos tienen credencial con fotografía para votar? La verdad es que no lo sabemos". Sin embargo, "para el IFE, sólo existen ciudadanos mexicanos. Su calidad migratoria es irrelevante para la utilidad electoral". Por eso, Ballados pide a los emigrantes con o sin papeles "que se despreocupen, porque los datos que facilitan al IFE son confidenciales, así como los de su credencial para votar. El IFE y nadie más podrá tener esa información; hemos establecido mecanismos de control para que sea así".

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En esta experiencia electoral primeriza se han producido comprensibles vacíos legales que el IFE ha tratado de llenar con nuevas normativas. El más llamativo ha sido el referido a la información electoral que todo ciudadano con capacidad de voto tiene derecho a recibir.

La polémica surgió cuando el precandidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador, programó un viaje a Los Ángeles (California, EE UU); el IFE recordó a López Obrador que el código electoral prohibía la realización de actos de campaña en el extranjero y el precandidato suspendió el viaje. Cierto es que, como en la imberbe democracia española de 1978, descrita por Miguel Delibes en El disputado voto del señor Cayo, el primer voto de la emigración mexicana supone un jugoso bocado. Sin embargo, muchos se preguntan: si los mexicanos ausentes pueden elegir a un candidato, ¿cómo acceden a la información necesaria para orientar su voto? "Ése es uno de los dilemas a los que se ha enfrentado la autoridad electoral", admite Patricio Ballados. "Por un lado, la prohibición contundente de cualquier acto de campaña en el exterior y, por otro, la obligación del IFE de fomentar un voto informado y razonado. Y eso es lo que hemos hecho tanto en el territorio nacional como ahora en el extranjero. El IFE ha asumido la difusión de las distintas plataformas de los partidos políticos y las propuestas de sus candidatos, de forma que podamos dar la información a los electores y dejar que tomen ellos la decisión".

¿Cómo lo conseguirá, garantizando al mismo tiempo la objetividad requerida a toda autoridad electoral? "Por ejemplo, cuando mandemos la boleta a los ciudadanos incluiremos un folleto con los principales postulados de cada partido. Y, si los candidatos presidenciales deciden celebrar entre ellos un debate público en México, el IFE lo difundiría por Internet y en emisoras de radio y televisión de cada uno de los países en los que residen nuestros emigrantes".

El IFE niega que los trámites para votar desde la emigración sean demasiado farragosos y por eso aconseja a sus ciudadanos que se dirijan a las Embajadas y Consulados del país en el que residan o a la página web del Instituto, www.ife.org.mx. "Hemos impartido cursos de capacitación a los miembros de Embajadas y Consulados para que puedan resolver las dudas de los ciudadanos cuando acudan a nuestra sede diplomática. También hemos establecido números de teléfono gratuitos [*] para los emigrantes en todo el mundo y estamos realizando una amplia campaña de difusión. En nuestra página de Internet tenemos instrucciones para votar desde el exterior y para facilitar al ciudadano su voto".

Los trámites, en palabras del representante del IFE, se resumen básicamente de la siguiente forma: "En la página del Instituto se puede acceder al formulario de solicitud. Es preciso sacar una copia para votar con fotografía, firmarla, incluir un comprobante del domicilio (no hace falta que esté a nombre del elector, puede estar a nombre de otra persona) y enviarlo todo por correo certificado. Desgraciamente, ya hemos empezado a recibir algunos formularios por correo ordinario y la ley dice que tienen que ser invalidados. El envío por correo certificado es muy importante".

¿Y caro? En Estados Unidos, enviar una carta por esta vía cuesta alrededor de 8 dólares; en España, entre 3 y 4 euros. Algunos políticos pidieron al IFE que permitiera que los miembros de una misma familia pudieran enviar sus votos en un solo sobre, unificando el gasto de envío. Pero la petición fue rechazada porque, según Ballados, "por una parte, teníamos que pensar en las familias, pero, por otra, teníamos que evitar cualquier posibilidad de que se crearan... digamos agrupaciones que forzaran a la gente a inscribirse y que nos mandaran 100 votos en un sobre. Aunque el tribunal electoral del Poder Judicial aún no se ha pronunciado al respecto, lo cierto es que la ley dice que debe ser un trámite individual y el IFE debe reglamentar todo siguiendo la ley".

Cuando es interrogado sobre la fecha límite para el envío de solicitudes, Patricio Ballados contesta con una sonrisa y una frase enigmática —"no sé si debo decirlo..."— cuyo misterio desvela enseguida: "Si los electores se confían y esperan hasta los últimos días para enviar sus solicitudes, el IFE no dispondrá del tiempo necesario para ayudarles a corregir los errores que hayan cometido. Si se equivocan, el Instituto suele enviarles una carta diciendo por qué no fue procedente su registro y ellos tienen tiempo de rectificar". Pausa. Nueva sonrisa: "El plazo límite es el 15 de enero".

Patricio Ballados, el lunes en Madrid.
Patricio Ballados, el lunes en Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

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