Lula ofrece al PMDB un Gobierno de coalición para salvar la crisis política
El partido, de centro-derecha, es la mayor formación de Brasil después del PT
Para salvar su Gobierno en un momento en el que arrecian las denuncias de corrupción contra los partidos aliados del Gobierno brasileño, el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, ha ofrecido al Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB) un Gobierno de coalición. El PMDB es la mayor formación política del país después del Partido de los Trabajadores (PT, en el poder): cuenta con 85 diputados (el PT tiene 91) y el mayor número de senadores (23).
A pesar de que el PMDB, de centro-derecha, está dividido en el Parlamento, donde la mitad era hasta ahora partidaria del Gobierno y la otra mitad se oponía a él, Lula ha reunido a las dos facciones y les ha ofrecido compartir el poder. La facción del PMDB en la oposición acusaba al Ejecutivo de Lula de no haber querido hacer con ellos un verdadero pacto de Gobierno desde el principio. De hecho, el PMDB cuenta sólo con dos ministerios (Comunicaciones y Seguridad Social), mientras que el PT, con apenas 15 diputados más, tiene 19.
Los líderes del PMDB, Renan Calheiros, presidente del Senado, y Michel Temer, presidente del partido, han pedido a Lula unos días para consultar la propuesta con los gobernadores y con las bases del partido. Por el momento, en el mejor de los casos aceptarían una mayor participación en el Gabinete (Lula les ofrece cuatro ministerios importantes), pero se reservarían la libertad de presentar un candidato propio a las presidenciales del año próximo. Aunque todo va a depender del desarrollo de la crisis política en curso y de cómo Lula, que está cambiando de asesores tras la salida del poderoso José Dirceu, sepa reconducir la crisis.
Una crisis que ayer se agravó ante las revelaciones de los semanarios Veja e Istoé-Dinero, que informaban de que el publicista Marcos Valerio, amigo personal de Delubio Soares, tesorero del PT, había sacado en los últimos dos años enormes cantidades de dinero en billetes (hasta 10 millones de euros) de los Bancos Rural y Central, supuestamente para sobornar a diputados. Valerio ha afirmado que ese dinero era para comprar vacas, ya que los ganaderos sólo aceptan dinero en efectivo.
Según los cálculos de los analistas políticos, se piensa que podrían perder su cargo, acusados de corrupción, por lo menos 20 diputados, aunque se estima que podrían ser entre 80 y 100 los que aceptaron vender sus votos por dinero. De los diputados sobre los que pesan las más graves acusaciones de los tres partidos aliados del Gobierno —el Partido de los Trabajadores de Brasil (PTB), el Partido Progresista (PP) y el Partido Liberal (PL)—, por lo menos una tercera parte tiene ya problemas con la justicia. Y suele suceder que personas con graves problemas con la justicia consiguen ser elegidos diputados para gozar de inmunidad parlamentaria.
Según miembros del PT, algunos de ellos fundadores del partido con Lula (el PT fue creado por un grupo de 150 firmantes del acta fundacional), el gran error del PT fue "haberse confundido con el Gobierno" y haber buscado alianzas mercantilistas con pequeños partidos, más vulnerables a la corrupción. Muchos de ellos piensan que la coalición natural del PT hubiese sido con el PSDB, el partido socialdemócrata del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, para lograr un modelo económico y político más volcado en lo social y menos neoliberal en economía. Una idea defendida también por sociólogos como Helio Jaguaribe, fundador del PSDB y que en las últimas elecciones votó a Lula. Ahora, lógicamente, el PSDB aspira al desgaste de Lula y de su Gobierno para poder reconquistar el poder en 2006. Sólo entonces, dicen algunos amigos de Cardoso, se podría intentar una coalición con los restos del PT que hayan podido quedar incólumes ante las graves acusaciones de corrupción que pesan sobre el partido que había prometido cambiar la cara de Brasil. Un país que, como decía Cardoso, no es un país pobre: "Es un país rico, pero injusto".
En efecto, Brasil sigue siendo hoy el país con el mayor y más injusto índice de distribución de renta del mundo, donde cada año sigue creciendo el número de millonarios y de pobres.
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