La UE y la ONU exigen una investigación independiente sobre la matanza de Uzbekistán
El Gobierno uzbeko permite la entrada de diplomáticos y periodistas para explicar su versión sobre la masacre
La comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, se ha mostrado hoy "muy preocupada" por las noticias que llegan procedentes de Uzbekistán y ha expresado el apoyo de Bruselas a la posición de la secretaria de Estado norteamericana, Condoleeza Rice, que ha reclamado al Gobierno uzbeko reformas democráticas y una investigación para esclarecer la masacre perpetrada por el Ejército ubezko en la ciudad de Andiyán el pasado viernes.
Al menos 169 personas murieron, según cifras oficiales, por disparos de los soldados enviados allí por el presidente Islam Karímov, que ejerce con mano de hierro su mandato, para aplacar una revuelta islamista.
Los partidos de la oposición y varias organizaciones humanitarias han elevado la cifra de fallecidos hasta los 745 y han denunciado ataques contra la población civil. El Gobierno uzbeko insiste en que sus tropas sólo mataron a "terroristas islamistas". "Es de una importancia crucial para la estabilidad de la sociedad uzbeka y para la credibilidad del Gobierno uzbeko que sepamos lo que realmente pasó", ha dicho el ministro de Exteriores británico en declaraciones a la BBC.
El Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU también ha reclamado una investigación de lo ocurrido y ha pedido a la república que se atenga a las normas internacionales sobre el uso de la fuerza. Por su parte, Reporteros Sin Fronteras exige a la UE y a Estados Unidos, quien tiene a Rusia como uno de sus más fieles aliados, que pongan fin a la "oscuridad infomativa" que reina en esta ex república soviética.
En paralelo, el presidente uzbeko ha invitado hoy a un grupo de diplomáticos y periodistas extranjeros a entrar en la ciudad de Andiyán para reforzar la tesis gubernamental de que la matanza que tuvo lugar el pasado viernes -cuyo balance de víctimas aún es impreciso- fue obra de teroristas islamistas. La ciudad, hasta hoy cerrada a la prensa, mostraba una estampa de calles vacías, pero más limpias que nunca.
Aunque todavía es pronto para conocer las informaciones que extraerán los reporteros extranjeros de esta visita, sí ha trascendido que la calles de la ciudad estaban completamente vacías, y los periodistas no han podido establecer ningún contacto con sus habitantes para contrastar las versiones sobre la matanza del pasado viernes. Las escuelas están cerradas, no hay actividad y cada 50 metros hay apostadas patrullas de policías y militares.
Quienes sí se han apresurado a reforzar las tesis gubernamentales han sido algunos medios rusos, que afirman no haber hallado pruebas de una represión. No hay huellas de balas o metralla que confirmen las versiones de que las fuerzas gubernamentales tomaron la administración por asalto y con el empleo de carros blindados, afirman los medios oficiales rusos.
Sin embargo, la invitación cursada por Uzbekistán no ha sido para todos. Un equipo de la televisión ucraniana y otro de la rusa RenTV no han podido viajar a la zona del reciente conflicto. Los primeros han sido detenidos en la aduana uzbeka -donde se les ha requisado su material- y los segundos han sido expulsados de esa república y se han visto obligados a regresar a Moscú.
Cifras de muertos dispares
Las autoridades uzbekas y Rusia rechazan las informaciones sobre la revuelta popular del pasado viernes, en la que según organizaciones de derechos humanos y testigos de la matanza murieron más de 700 personas, 300 de ellas civiles. Grupos de islamistas, hastiados por el trato que recibe la comunidad en la dictadura en esta ex república soviética, tomaron edificios gubernamentales y exigieron la presencia de Putin en las negociaciones. El Ejército uzbeko reprimió duramente la rebelión popular.
Sin embargo, esta versión de los hechos ha molestado a las autoridades de Uzbekistán, que han decidido programar para hoy esta especie de visita oficial guiada en vistas de que su tesis sobre lo sucedido no ha convencido a la prensa internacional, que informó tarde y con cuentagotas de lo sucedido. El Gobierno uzbeko insiste en que fueron los "extremistas" los que causaron la masacre, tomando rehenes civiles a los que posteriormente asesinaron. La última cifra oficial de muertos es de 170, considerablemente incrementada en las últimas horas. Según el Ejército uzbeko, los islamistas rociaron con gasolina a mujeres y niños, y fusilaron a decenas de civiles.
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