El Parlamento británico apoya la adopción del carné de identidad para combatir el terrorismo
El Ejecutivo laborista pretende introducir el carné en 2008, pero no será obligatorio hasta 2013
La Cámara de los Comunes votó anoche a favor del proyecto de ley del Gobierno británico que prevé dotar a los ciudadanos de ese país de un documento nacional de identidad para luchar contra el terrorismo. Tras un animado debate de unas cinco horas sobre la iniciativa gubernamental, 385 parlamentarios votaron a favor del proyecto, frente a 93 que se pronunciaron en contra.
Varias docenas de diputados laboristas, o bien rechazaron el plan del Gobierno que dirige el primer ministro, Tony Blair, o bien se abstuvieron en la votación, según informó la cadena pública BBC, aunque no peligró nunca la gran mayoría parlamentaria del laborismo.
Algunos diputados de la oposición conservadora también desoyeron a su líder, Michael Howard, partidario de la medida del Ejecutivo, y votaron en contra del plan o se abstuvieron, mientras que los liberal-demócratas, tercer partido británico, votaron a favor.
El Ejecutivo laborista pretende introducir el carné en 2008, pero no será obligatorio hasta 2013, pese a que los críticos del proyecto creen que es una medida cara que no evitará atentados y que, además, restringirá las libertad de los portadores.
Sin embargo, el ministro del Interior, Charles Clarke, subrayó hoy que es "completamente falso que los carnés de identidad vayan a erosionar nuestras libertades civiles" o "establecer algún tipo de estado policía totalitario", como sostienen algunos detractores. En opinión de Clarke, la tarjeta de identidad, cuya fabricación costará más de 120 millones de euros al erario británico, "ayudará a prevenir actividades terroristas", ya que "más de un tercio" de los terroristas utilizan "identidades falsas".
Además, el titular de Interior hizo hincapié en que el documento de identidad permitirá combatir otros delitos como el crimen organizado, la inmigración ilegal o el fraude.
Medio siglo sin carné
El carné que promueve el Gobierno tiene el tamaño de un tarjeta de crédito y dispone de un chip electrónico capaz de registrar la fotografía de un ciudadano, sus huellas digitales y datos como la dirección familiar o la fecha de nacimiento.
Los ciudadanos del Reino Unido llevaron un documento nacional de identidad hasta 1952, cuando el entonces primer ministro, Winston Churchill, decidió retirarlo porque complicó la relación entre la policía y el público.
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