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Familiares de las víctimas del 'Kursk' exigen una nueva investigación a los tres años de la tragedia

Vuelve a tomar fuerza la teoría de que el choque con otro submarino extranjero provocó la muerte de los 118 marinos rusos

El 12 de agosto de 2000, el submarino nuclear ruso Kursk se hundió a más de cien metros de profundidad con sus 118 ocupantes cuando realizaba maniobras en el mar de Barents. Tres años después de la mayor catástrofe de Ejército ruso en tiempos de paz, los familiares de los fallecidos han exigido al Gobierno de Vladimir Putin que reabra la investigación para esclarecer las causas del siniestro así como para castigar a los "más altos responsables".

Según los resultados de la comisión de investigación, el siniestro se debió a la explosión accidental de uno de los torpedos de la proa de la nave. Pero muchos de los familiares creen que los marinos podrían haberse salvado si el Gobierno hubiera reaccionado a tiempo o aceptado la ayuda extranjera que se le ofreció.

El semanario Nóvaya Gazeta denuncia en su edición de hoy que los 23 supervivientes iniciales que se refugiaron en el compartimiento de popa vivieron al menos dos días más de lo que constató la comisión investigadora.

Asimismo, en paralelo, los familiares y su abogado, Borís Kuznetsov, han presentado una demanda contra los expertos oficiales, Víctor Kalkutin y Serguéi Kozlov, que será examinada en los tribunales el próximo 30 de septiembre. Kalkutin se encargó de las investigaciones médicas y Kozlov de determinar si las señales acústicas de SOS recibidas durante dos días posteriores al hundimiento procedían del Kursk. El experto médico llegó a la conclusión de que la muerte de esos 23 marinos se produjo entre 4,5 y 8 horas después de la explosión.

Kozlov constató que las señales grabadas incluso el 14 de agosto y que en los materiales figuran como "golpes de metal contra metal procedentes del casco de un submarino hundido", que podían demostrar que a bordo del Kursk aún había gente con vida, procedían "de la parte sumergida de un buque de superficie que se encontraba fuera de la zona del naufragio".

De acuerdo con los demandantes, los dos expertos oficiales defendieron las ocho horas máximas de vida de los supervivientes, por cuanto las labores de búsqueda del submarino comenzaron tan sólo nueve -según la versión oficial- u once -según Kuznetsov- horas después de su desaparición, contra todas las normas de la Armada. El corto tiempo de supervivencia justifica las demoras en las labores de rescate, pues hacía imposible el salvamento de los marinos.

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La teoría del choque

Además esta semana ha resucitado una de las primeras versiones de la causa de la explosión del torpedo: el choque con un submarino extranjero que seguía las maniobras navales rusas. La revista Vokrug sveta (Alrededor del mundo) asegura que ya al comienzo de la búsqueda del Kursk en la zona del naufragio fueron detectadas "dos anomalías magnéticas". "Una de ellas resultó ser el Kursk. La otra, posiblemente, era un submarino extranjero averiado que yacía junto a él", asegura la publicación.

El análisis de las grabaciones demostró, afirma la revista, que las señales de auxilio no eran producidas por personas, sino por un mecanismo automático, mientras que los submarinos rusos no disponen de semejantes dispositivos.

De este modo, vuelve a salir a flote el misterioso submarino extranjero que, según las primeras versiones, chocó con el Kursk y provocó la detonación del torpedo y que permitía demostrar la inexistencia de fallos técnicos o humanos como causas de la tragedia. Tal versión reaparece precisamente cuando, del origen de las señales acústicas de socorro, depende la culpa del alto mando naval por la demora de las operaciones de rescate.

Kristina, de cinco años, besa en San Petesburgo la foto de su padre muerto en el 'Kursk'.
Kristina, de cinco años, besa en San Petesburgo la foto de su padre muerto en el 'Kursk'.AP

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