Los demócratas rompen filas tras la aplastante victoria republicana
El líder de los demócratas en la Cámara de los Representantes, que hasta hace poco pensaba en postularse para los comicios de 2004, ha anunciado que no seguirá en el cargo, y en breve podría seguirle su homólogo en el Senado
Las elecciones celebradas ayer en Estados Unidos, que han dado el control de la Cámara de Representantes y del Senado a los republicanos, han fortalecido al presidente, el conservador George W. Bush, y previsiblemente le permitirán llevar a cabo el resto de su programa en los dos años de mandato que le quedan.
Malos tiempos llegan sin embargo para los demócratas, que habían comparecido ante los electores sin programa económico y sin alternativas a la estrategia bélica de Bush en política exterior. Los votantes les han dado la espalda, y ahora cuentan sólo con dos años para, sin apenas margen de maniobra de cara a la galería, encontrar un candidato con el que desbancar a Bush en 2004.
Por lo pronto, el líder demócrata en la Cámara de los Representantes, Dick Gephardt, ya ha filtrado a los medios su intención de retirarse del puesto y no optar al cargo en esta legislatura. Gephardt, que participó en la carrera presidencial en 1988, y que era visto como un posible líder cara a los próximos comicios, ha dejado el paso franco a su sucesor, que según los expertos será la californiana Nancy Pelosi o el tejano Martin Frost.
Gore quiere reunificar el partido
En esta retirada táctica puede seguirle en breve Tom Daschle, líder de los demócratas en el Senado. En la Cámara Alta el relevo no parece nada claro, y cualquiera, incluso Hillary Clinton, podría optar a suceder a Daschle en caso de que éste anunciase su renuncia a la reelección.
El ex vicepresidente estadounidense Al Gore, que podría aprovechar este vacío de poder entre sus filas, causado en parte por su fracaso electoral ante Bush en 2000, ha llamado a la reunificación a las filas demócratas. Este partido no "debe desatender la magnitud de esta pérdida, tiene que reunificarse", ha manifestado Gore.
"Quiero decir que hay que analizar cómo podemos discutir los problemas que las familias de este país afrontan todos los días, apoyar al presidente cuando esté en lo correcto, pero también ofrecer una alternativa constructiva y articulada cuando creamos tener un mejor enfoque", ha añadido.
Luz verde al 'superministerio' de Seguridad
Bush, que había apostado su prestigio en esta carrera, ha obtenido una victoria mucho más holgada de lo que nadie esperaba, y cuenta ahora con vía libre para culminar su programa conservador sin escollos. Eso sí, el rumbo de la política exterior, sobre todo de cara a una más que posible guerra contra Irak, y de la economía nacional será achacado por los electores sólo a sus decisiones, por lo que de estos dos años dependerá en buena medida sus posibilidades de reelección en 2004.
Cuando se esperaba un empate entre republicanos y demócratas, los votantes han acudido a las urnas convencidos de que el presidente necesitaba un Congreso amistoso para llevar a cabo su política, y hastiados de la falta de ideas y el poco entusiasmo de los demócratas, que por no tener, no tienen ni un líder claro para hacer frente a un Bush crecido.
Ahora, el presidente podrá lanzar un paquete de medidas para recortar los impuestos y relanzar la economía, y sobre todo dar luz verde a su superministerio de Seguridad Nacional, bloqueado hasta ahora por las reticencias de los demócratas.
Dominio republicano en el Congreso
En los comicios celebrados ayer, los republicanos ampliado la ventaja con la que contaban en la Cámara Baja, de 223 asientos frente a 208 de los demócratas. Tras los comicios, los conservadores contarán con cuatro representantes más, mientras que los demócratas tendrán dos menos. Se mantiene un congresista independiente, y queda por decidir un escaño.
En el Senado, que durante una parte fundamental de la pasada legislatura permaneció bajo control demócrata por un asiento de diferencia, y que obligó en varias ocasiones a Bush a rebajar la carga conservadora de su política, los republicanos han conseguido también una holgada ventaja en estos comicios, que renovaban un tercio del órgano. En concreto, la Cámara Alta pasa a tener 51 senadores republicanos y 47 demócratas; otro es indendiente, y queda por decidir un asiento, por Luisiana, que se decantará el 7 de diciembre.
En cuanto a las elecciones a gobernador (se celebraban en 36 Estados), los republicanos se han hecho con el poder ejecutivo en 24 Estados, frente a los 22 que tendrán un Gobierno demócrata. Antes de los comicios, los conservadores tenían tres más, y los demócratas uno menos, pero quedan por decidir aún cuatro.
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