Detenido el jefe de la seguridad de Kandahar por su presunta relación con el atentado contra Karzai
El presidente regresa a la capital con su guardia en máxima alerta.- Un arrestado en relación con la bomba de Kabul
Las autoridades afganas han detenido en Kandahar a 18 personas por su presunta implicación en el ataque perpetrado ayer contra el presidente, Hamid Karzai, en el que salió ileso. Entre los detenidos se encuentra el jefe de la seguridad de la ciudad y 17 de sus hombres. Además, el ministro de Interior ha anunciado la detención de un sospechoso del atentado con un coche bomba en Kabul en el que murieron 26 personas y 100 resultaron heridas.
Fuentes del gobierno local de Kandahar, el antiguo bastión de los talibanes, confirmaron el arresto y encarcelamiento de 18 personas, entre ellas Sayed Rasoul, encargado de la seguridad en la sede del antiguo gobernador de la provincia, Gul Agha. Además, las autoridades afganas han identificado al individuo que disparó contra el vehículo de Karzai como Abdul Rahman, un miembro de las fuerzas de seguridad del gobernador de Kandahar.
En Kabul, el ministro de Interior, Taj Mohammad, ha confirmado también la detención del conductor del taxi que estalló en el corazón de la ciudad hacia las 15.00 horas de ayer y que constituyó el atentado más grave ocurrido en la capital afgana desde la caída de los talibanes en noviembre.
El presidente Karzai se encuentra desde primera hora de hoy en Kabul con su guardia personal en estado de alerta roja, tras salir ayer indemne de un intento de magnicidio que se produjo en su ciudad natal de Kandahar, al sur del país, horas después del ataque a Kabul. En rueda de prensa, el presidente afgano ha atribuido el atentado de ayer en Kabul a la red Al Qaeda o a los residuos del régimen taliban y ha rechazado aumentar su seguridad personal.
Karzai ha regresado en un avión de las fuerzas armadas estadounidenses, cuyos soldados se encargan también de su seguridad personal desde julio, cuando uno de sus vicepresidentes, Haji Abdul Qadir, fue asesinado en plena calle por unos desconocidos que se dieron a la fuga.
El número de muertos
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, Abdulá Abdulá, se ha apresurado a culpar a miembros de Al Qaeda, pero tampoco se descarta que estén implicados leales del antiguo régimen de los talibanes, derrocado el pasado año por fuerzas de la oposición de la Alianza del Norte con la ayuda de los bombardeos de las tropas aliadas lideradas por EE UU.
En cuanto al arrestado en Kabul, el ministro de Interior afgano, Taj Mohammad Wardak, ha reconocido que "el sospechoso es afgano y es la persona que conducía el coche bomba, un taxi. Por el momento, el detenido no ha confesado su relación con las explosiones, pero la investigación continúa". Wardak ha ofrecido además el balance oficial de víctimas: 16 muertos y más de 150 heridos. Sin embargo, las fuerzas internacionales de paz (ISAF), las ONG y los medios locales ofrecen una cifra muy superior: 26 muertos.
El ministro Wardak ha añadido que lo más probable es que la bomba, que estalló en una bulliciosa y céntrica zona comercial donde se encuentran los ministerios de Cultura e Información, fuera accionada por control remoto. Previamente, el estallido de una pequeña bomba trampa adosada a una bicicleta sirvió de cebo a los terroristas. Momentos después, cuando una muchedumbre curiosa y las fuerzas de seguridad se encontraban en el lugar, estalló un segundo artefacto de mucha más potencia.
El reto de Estados Unidos
El fallido atentado contra el presidente Karzai, es una evidente muestra del complejo reto que afronta la política estadounidense en el país, donde intenta no involucrarse más de lo que quisiera. Tras conocer la noticia, EE UU se apresuró a recalcar su apoyo a Karzai, quien llegó al poder gracias al respaldo de Washington.
El secretario de Estado adjunto Rirchard Armitage destacó, en una rueda de prensa, que Karzai "es el legítimo líder de Afganistán". "No podemos esperar solucionar todos los problemas de las últimas dos décadas y media de la noche a la mañana", añadió el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, en un discurso en el que reconoció que en Afganistán "hay muchos problemas".
El atentado ha vuelto a abrir el debate sobre si las tropas de EE UU tiene deben pacificar el país o buscar y apresar a miembros de Al Qaida y los talibanes. En las últimas semanas, Bush ha rechazado numerosas peticiones para que sus tropas apoyen a la fuerza internacional que trabaja por la consolidación del régimen de Karzai en un país donde amplias regiones siguen sin estar bajo su autoridad.
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