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CRISIS EN EL CÁUCASO

Los rebeldes chechenos acceden a negociar un acuerdo de paz con Putin

La oferta que ayer lanzó Putin en su discurso televisado para poner fin a la guerra en Chechenia ha recibido hoy la respuesta de los separatistas. La guerrilla rebelde ha aceptado entrar en negociaciones con el Kremlin como "oportunidad real" de hallar una "solución pacífica" que ponga fin al largo conflicto en la república independentista del Cáucaso.

Un comunicado difundido por Kavkaz Center, habitual órgano de información de los guerrilleros, ha anunciado que el presidente checheno deslegitimado por Moscú, Aslán Masjádov, está dispuesto a hablar con el Gobierno ruso.

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Masjádov ha designado como representante en la eventual negociación al viceprimer ministro del gobierno rebelde checheno, Ajmed Zakáyev, según la nota divulgada por Kavkaz Center.

Putin delegó las negociaciones por parte del Kremlin al general Víctor Kazántsev, plenipotenciario ruso en el Distrito Federal Sur, que incluye a Chechenia.

"Entablar contacto" con Moscú

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, propuso ayer "estudiar" la forma de salir de una guerra que dura ya dos años y sigue a otra anterior de 1994 a 1996. En su mensaje televisado, Putin dio a los rebeldes 72 horas para "entablar contacto" con Moscú y "estudiar la manera en que se van a desarmar las formaciones y grupos armados ilegales y la forma de su inclusión en la vida pacífica de Chechenia".

"Propongo a todos los participantes de las formaciones armadas ilegales y a quienes se llaman a sí mismos dirigentes políticos que cesen inmediatamente todo contacto con terroristas internacionales y sus organizaciones", manifestó Putin.

El presidente ruso dijo que "cuando todo el mundo civilizado ha definido su postura" tras el ataque terrorista a Estados Unidos, había decidido ofrecer la "oportunidad" de abandonar la violencia a quienes "todavía no han depuesto las armas en Chechenia".

Por el tono medido y sereno y la ausencia de amenazas, el mensaje se interpretó en medios políticos rusos más como una oferta de diálogo que como un ultimátum.

Aunque encuadró la guerra de Chechenia en el contexto de la lucha contra el terrorismo internacional, Putin reconoció en una insólita frase que "estos acontecimientos tienen su propia prehistoria", en referencia a un conflicto étnico que se remonta al siglo XIX.

Masjádov, quien fue elegido presidente de Chechenia en 1997 con la bendición del Kremlin y la supervisión internacional, ha negado en su respuesta a Putin el carácter terrorista del conflicto.

El líder rebelde ha dicho que la propia valoración de Putin "confirma que la causa de la guerra no es la lucha contra el terrorismo, sino la lucha del pueblo checheno por su independencia" y "la falta de solución histórica a las relaciones" con Rusia.

"Con la nueva propuesta del presidente de Rusia, hay una oportunidad real de iniciar negociaciones para el cese lo más urgente posible de las acciones militares y la solución pacífica de las contradicciones acumuladas durante siglos", ha afirmado Masjádov.

Dos guerras en los últimos cinco años

La primera guerra chechena terminó en agosto de 1996 con la firma de un tratado de paz tras humillantes derrotas del ejército ruso, y el segundo conflicto bélico se inició a mediados de 1999.

Putin ordenó entonces una "operación antiterrorista" en respuesta a una incursión de guerrilleros islámicos en Daguestán, vecina de Chechenia, y cuatro salvajes atentados en Moscú y otras ciudades.

Casi 300 personas murieron en las extrañas explosiones, que el Kremlin atribuyó, sin aportar pruebas, a los extremistas chechenos.

La "operación antiterrorista" se ha convertido en una guerra sin cuartel, con masivos bombardeos aéreos y denuncias en los organismos internacionales de atrocidades y violaciones de derechos humanos por ambas partes.

Masjádov propuso en varias ocasiones la necesidad de negociar la paz de una guerra "que no tiene solución militar" para Rusia, pero el Kremlin se negó rotundamente una y otra vez y dijo que se podía discutir sólo "la rendición incondicional" de los rebeldes.

A falta de estadísticas oficiales, cálculos de organizaciones humanitarias indican que en la primera guerra murieron entre 40.000 y 100.000 personas, a las que se sumarían al menos 30 ó 40.000 más en los dos últimos años.

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