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TRABAJAR CANSA
Columna
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Qué haremos ahora con los monstruitos

La fauna inverosímil que se ha manifestado de forma ilegal estos días estaba oculta, hasta ahora se tenía que cortar, pero ya no volverá al armario. Se avecinan buenos tiempos para la industria de los disfraces

Amnistía
Una mujer durante las protestas contra la amnistía en la Plaza Sant Jaume, el pasado 12 de noviembre.Marc Asensio Clupes ( Zuma Press / Contacto )
Íñigo Domínguez

Yo no sé si la amnistía divide a la sociedad, pero desde luego la está haciendo mucho más variada. Ahora conocemos gente que no imaginábamos que existía, al menos en este siglo, aquí y ahora. Gente que hasta ahora no se había manifestado, en todos los sentidos, incluido el paranormal, como esa señora que chilla como poseída y parece un vampiro con capa rojigualda saliendo de misa de doce. Si el procés desenterró el nacionalismo español, la amnistía ha sacado de las catacumbas turbas de pirados de banderas raras, muñecas hinchables y rosarios que superan cualquier caricatura de El Jueves. Pese a las dificultades de muchos de ellos para expresarse en castellano, idioma por el que están tan preocupados, tienen un innegable magnetismo. No puedes parar de ver esos vídeos, a esos personajes. Los diputados de Vox, de hecho, dejaron la sesión de investidura para irse con ellos. Abascal también se pasea con un periodista facha estadounidense expulsado de la cadena Fox por mentir, que es como si te echan de la Gestapo por sádico.

Obviamente, no hablo de las manifestaciones pacíficas y legales de los últimos días, sino de su sesión golfa. Todos nos preguntamos lo mismo al ver los vídeos de esos cenutrios: ¿por qué los sacan, por qué no los esconden? Casi todas las entrevistas son de medios de la derecha y uno podría pensar que van contra sus intereses, que asustan a los conservadores de toda la vida. Es como si reivindicaran sus monstruitos. Yo creo que aspiran a que parezcan normales, a fuerza de verlos. Supongo que es así como funciona. En EE UU empezaron hace mucho el largo camino para que un día un señor con cuernos asaltara el Congreso y fuera tomado por un americano medio con un día tonto.

También ha sido instructivo ver emerger las viejas y entrañables fuerzas vivas que han sentido la necesidad de significarse. Creo que solo falta un comunicado de alarma del círculo de boticarios de Socuéllamos y de los sacristanes de Mondoñedo. También es mala suerte que el Supremo dijera que el trabajo de los jueces “se ajusta siempre a la legalidad” —deben de ser una especie de arcángeles que viven entre nosotros—, y a los dos días condenaran a uno en Palma a nueve años de cárcel, en el caso Cursach. Se ve que alguno sí que hay sujeto a las pasiones humanas, como pasa en el poder ejecutivo y el legislativo.

Hay que aceptarlo, ya estamos todos, si hay alguien todavía más marciano que salga, aunque no sé qué queda ya después de los militares franquistas. Este es el país que tenemos, aprovechemos el momento para mejorar nuestra convivencia. Esta gente estaba oculta, hasta ahora se tenía que cortar, pero ya no la puedes devolver al armario. Se avecinan buenos tiempos para la industria de los disfraces. Podríamos utilizar un sambódromo. Aun así, sigo sin creer que todo esto sea bueno para la derecha. No sé si recuerdan aquel chiste de Woody Allen sobre el absurdo de la vida. Un tipo va al médico porque su hermano cree que es una gallina y el doctor le propone que lo ingrese. Pero él replica: “Es que necesito los huevos”. El PP también cree que necesita los huevos de todos esos chalados que ven una gallina en la bandera. Por eso les deja hacer, no les dice que están como una cabra, ni que esto no es una dictadura. Aunque claro, eso también tendría que decírselo a diarios que todos tomábamos por serios y donde se dicen cosas parecidas. Ah, olvidaba que Isabel Díaz Ayuso también lo ha dicho, así que ya no sé quién del PP se atrevería a decírselo a ella.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.

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