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Norman Ajari: “El movimiento Black Lives Matter se ha corrompido”

El activista y filósofo francoamericano, autor de un ensayo-manifiesto, alerta de que surgen nuevas formas de deshumanizar a la comunidad negra

Norman Ajari, fotografiado en julio en Filadelfia.
Norman Ajari, fotografiado en julio en Filadelfia.RACHEL WISNIEWSKI (Rachel Wisniewski / for El Pais)
Laura Fernández

Norman Ajari (Columbia, Estados Unidos, 34 años), activista, filósofo, especialista en cuestiones raciales y pensamiento decolonial, no recuerda la primera vez que se sintió distinto. El que fuera profesor en la Universidad Jean-Jaurès de Toulouse y que ejerce ahora como docente en la Universidad de Villanova (Filadelfia) recuerda que creció en una ciudad del este de Francia, “una de esas en las que ahora siempre gana la extrema derecha cuando hay elecciones”, y que era el único niño negro que los demás habían visto nunca. “Puede que hubiese otro en la ciudad, pero no nos conocíamos”, dice. También cuenta que “los peores recuerdos son de la piscina, de cuando tenía seis años, de cómo me miraban los demás”. Sus artículos académicos sobre el panafricanismo, el socialismo africano, sobre el psicoanalista y filósofo anticolonialista Frantz Fanon y la lucha por los derechos civiles llamaron la atención del Partido de los Indígenas de la República, que le quiso en sus filas. Y en ellas militó hasta hace no demasiado. Descuelga una videollamada desde Filadelfia con la intención de hablar de su primer libro, el ensayo-manifiesto Dignidad o muerte (de la editorial Txalaparta), y de la lucha, que debe continuar, porque “nos tomamos los logros como victorias y no es así como funciona”.

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Pregunta. ¿A qué se refiere?

Respuesta. Hay quien dice que hoy estamos peor que en la época de Martin Luther King y en cierto sentido es así. Se tomó su éxito como una victoria sin tener en cuenta que el racismo es algo permanente, especialmente en Estados Unidos y en todos los países que tienen en su historia alguna sombra de imperialismo. El problema hoy es que se cree que se está avanzando hacia algún tipo de igualdad que no es real. Mientras eso ocurre, se están creando nuevas formas de explotar y deshumanizar a la comunidad negra, y se están dando atrocidades como el encarcelamiento masivo en EE UU y en otras partes del mundo. Hay entre 20 y 30 veces más personas negras e hispanos que blancos en las cárceles. El racismo está mutando, pero no se está yendo a ninguna parte.

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P. ¿Y eso es peor, que se finja que avanzamos hacia algún tipo de igualdad no real?

R. Sí, porque la sensación es la de que hay esperanza y que se están haciendo progresos. Eso hace que bajemos la guardia y no luchemos con tanta fuerza como se luchaba en otro tiempo. En parte es como si esa esperanza estuviera domesticando la idea de la lucha.

P. ¿Qué le parece el movimiento Black Lives Matter?

R. Me parece que en sus inicios fue un movimiento estupendo, maravilloso, muy prometedor. Se articuló como respuesta a lo que estaba pasando y tuvo sentido. La primera ola se inició durante la Administración de Obama y fue muy necesaria para la toma de conciencia, y luego dio la vuelta al mundo tras el asesinato de George ­Floyd, en una segunda ola que hizo tomar conciencia sobre todo del desempoderamiento de la comunidad negra en todo el mundo. Porque esto no va solo de EE UU. Gente en Nigeria se dio cuenta de que sentía que su vida nunca iba a valer lo mismo que la de un blanco. Pero de alguna forma todo eso se ha corrompido hoy.

P. ¿Cómo?

R. Que una de las fundadoras del movimiento, Patrisse Cullors, se haya hecho multimillonaria con la muerte de otra gente es inadmisible. No digo que un activista deba vivir en la pobreza, pero sí que debe seguir comprometido y no dedicarse a comprar mansiones en California. El movimiento ha perdido hoy toda credibilidad. Debería fundarse un nuevo movimiento.

P. ¿Un partido político?

R. Algo mayor. Algo que nos articulase a todos en todas partes y de donde pudieran salir propuestas políticas, por supuesto. Estamos trabajando en ello. Cuando dejé el Partido de los Indígenas de la República me uní a otro grupo y estamos trabajando en la recuperación de la tradición panafricana, del socialismo africano, de otra manera de pensar el mundo. A lo único que aspiramos es a establecer conexiones en todo el mundo y crear una plataforma que nos represente a todos y permita luchar contra el desempoderamiento, que es, sin duda, el principal problema.

P. En ese sentido, ¿las redes sociales son un aliado o un enemigo?

R. Son un poco las dos cosas. Por un lado, permiten compartir conocimientos. ¡En TikTok empieza a haber grandes pensadores! Sí, sí, filosofía. No es una plataforma estúpida como la gente cree, de hecho lo es mucho menos que otras del pasado. En cualquier caso, a partir de ahí se crean comunidades, y eso siempre está bien. La voz corre por todo el mundo. Pero a la vez existe el riesgo de la polarización. Cuando a alguien se le cancela, no hay debate. Y es así porque las redes tienen demasiado poder y hay que intentar ser más poderosos que ellas. Es decir, el pensamiento individual debe estar por encima, no seguir una corriente.

P. Teniendo como tiene un pie en Francia y otro en Estados Unidos, ¿cómo ve la situación actual en cada uno de estos países?

R. Veo muchos puntos en común, evidentemente. La principal diferencia es que Estados Unidos fue una colonia y Francia no. Y todo es más violento en un lugar colonizado. Pero el racismo no se inventó en Estados Unidos. Llegó con los colonos. Y estos venían de Francia y de Inglaterra, de España y de Portugal. Venían de Europa, que tiende a ver la historia de la esclavitud como algo lejano cuando formó parte de ella, de hecho se enriqueció gracias a ella. Es curioso. El apellido del policía que mató a George Floyd es un apellido francés, Chauvin. Suena a ironía del destino, pero dice mucho de muchas cosas.

P. En sus escritos habla de “esencia negra” en lugar de identidad negra. ¿Por qué?

R. Por una razón filosófica. Me encanta el concepto de la esencia. Me gusta el esencialismo. Y creo que define mucho mejor lo que se siente siendo negro. Es decir, es algo que forma parte de ti, de lo que no puedes escapar. No es como el concepto de género. Es muy distinto. No es performático. Estás sobreexpuesto a la violencia y a la muerte desde el momento en el que naces por ser algo que no vas a poder cambiar. La idea de esencia se ajusta más a lo real. Y en cualquier caso no es una noción tan subversiva como se cree. Era algo que ya estaba en el ambiente. Yo solo lo he puesto negro sobre blanco.

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Sobre la firma

Laura Fernández
Laura Fernández es escritora. Su última novela, 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus' (Random House), mereció, entre otros, el Ojo Crítico de Narrativa y el Premio Finestres 2021. Es también periodista y crítica literaria y musical, y una apasionada entrevistadora de escritores y analista de series de televisión.

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