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Entender a Nietzsche con el lenguaje manga

La historieta, desdeñada hace 50 años como vehículo de la alta cultura, se perfila como formato accesible para la filosofía

Comics filosofia
Viñeta del cómic 'Angela Davis', de Mariapaola Pesce y Mel Zohar (2021). Editorial La otra h

Decía Aristóteles que el ser es uno, pero se dice de muchas maneras. Si se prefiere: el saber es uno, pero se dice de muchas maneras. En la transmisión del pensamiento hay algo que se quiere contar y cabe hacerlo a través de múltiples soportes.

El libro era hasta hace poco el formato tradicional para la difusión del pensamiento. El ensayo o el tratado eran los modos predominantes, aunque a lo largo de la historia no pocos pensadores hayan frecuentado la ficción. Solo medio siglo atrás, el cómic no solo era desdeñado como vehículo para la transmisión de la alta cultura, también era considerado un producto “subcultural”. La publicación por Umberto Eco, a mediados de los sesenta, de Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas —donde analizaba fenómenos como Superman— produjo un vivo debate con un predominio casi absoluto de quienes negaban al cómic el pan y la sal de la alta cultura. Desde hace algo más de una década, el pensamiento ha decidido presentarse también a través del cómic.

Hoy hay más de media docena de editoriales que publican en España libros de filosofía adaptados a la historieta o ilustrados. El pasado año Debate lanzó en cómic Sapiens, de Yuval Harari —no la mera transcripción del original, sino una versión pensada para el cómic—. Seguía en esto una tradición japonesa que adapta al manga biografías, clásicos de la literatura y también textos filosóficos: desde El Anticristo, de Nietzsche, hasta El capital, de Karl Marx, o La riqueza de las naciones, de Adam Smith. La literatura se ciñe a la narración original. En la filosofía, en cambio, hay una historia inventada en la que los personajes van viviendo situaciones que explican las teorías de los libros originales.

Viñeta de 'Primo Levi', de Matteo Mastragostino y Alessandro Ranghiasci (2021).
Viñeta de 'Primo Levi', de Matteo Mastragostino y Alessandro Ranghiasci (2021).Editorial La otra h

Estos libros se venden en librerías especializadas en cómic, pero también en las generalistas. El cliente habitual de estas colecciones es muy específico, explica Natalia Gracia, responsable de la sección de manga de la librería barcelonesa Norma Cómics: “O estudiantes adolescentes que buscan una introducción al pensamiento, o mayores de 30 años que saben lo que quieren porque conocen el producto”. Dentro de su sección, señala, el pensamiento ocupa un espacio diminuto aunque llamativo por lo colorido de las portadas. Son consultados con frecuencia, aunque el lector tradicional de manga busca más bien acción y diversión, apunta. Gerardo Vilches, historiador y crítico de cómics, señala que el lector de manga aprecia las aventuras y los superhéroes, aunque disfrute con estas nuevas presentaciones que aprovechan las posibilidades del cómic como vehículo de comunicación. En una sociedad donde conviven palabra e imagen, el cómic, dice, “resulta enriquecedor e incluso permite transmitir conceptos abstractos con precisión, además de hacer visuales mapas mentales conceptuales”.

La edición de textos filosóficos en cómic es frecuente en Japón y en Francia. En España tiene una década, más o menos. El primer título que editó Herder fue Así habló Zaratustra, de Nietzsche, traducido del japonés y en manga. Ahora va por la media docena, explica Fernando Herder, director de varias colecciones ilustradas. En general son traducciones procedentes de Japón, Alemania e Italia. Pero dos títulos (La muerte de Sócrates y una biografía de Beethoven) de Matsuura, un barcelonés hijo de padre japonés y madre catalana, son los únicos de la colección que aparecen firmados, lo que no ocurre con los traducidos del japonés.

'La muerte de Walter Benjamin y la jaula de Ezra Poud', de Frédéric Pajak (2021).
'La muerte de Walter Benjamin y la jaula de Ezra Poud', de Frédéric Pajak (2021).

Las ediciones españolas de manga presentan una diferencia respecto a la edición original: el orden de las páginas es el habitual en Occidente, de delante hacia atrás, y no a la inversa como ocurre en Japón. Fernando Herder explica que se tomó esta decisión pensando en los lectores. No obstante, Vilches cree que se hubiera podido mantener el orden original. “A las 10 páginas, el cerebro ya se ha acostumbrado”, afirma. Vilches valora la edición de ensayos en cómic porque contribuyen a la divulgación de los pensadores clásicos y muestran las posibilidades del cómic para cualquier género.

Herder sostiene que sus libros no son historietas con contenido filosófico, sino libros de filosofía que utilizan la ilustración. De ahí que, añade, sus volúmenes se vendan más en librerías tradicionales que en las especializadas. Se publican con sellos diferentes: Herder, La Otra H y Taugenit. La Otra H acaba de publicar una biografía de Primo Levi y otra de la activista estadounidense Angela Davis muy diferentes entre sí. La primera, en blanco y negro, parte de la ficción de una charla con escolares a los que el escritor narra su peripecia vital, el sufrimiento de los campos de concentración, la sensación de pérdida y de vacío y, al final, las dudas sobre la delgada línea que separa a víctimas y verdugos. La indefinición de los rostros de los prisioneros refleja la pretensión de los nazis de convertirlos en mero número indiferenciado. El volumen dedicado a Angela Davis, en cambio, tiene un dibujo en color que evoca la psicodelia de finales de los sesenta y, en un tono épico, resulta altamente hagiográfico.

La colección Filosofía Ilustrada (que se inició en La Otra H y ahora ha pasado a la editorial Taugenit) incluye ensayos de en torno al centenar de páginas, acompañados de ilustraciones en blanco y negro, dedicados a Karl Marx, Immanuel Kant o Judith Butler. Taugenit ha publicado las biografías de Jean-Jacques Rousseau o Hannah Arendt. En estos casos, las ilustraciones sirven, sobre todo, para resaltar algún aspecto del pensamiento de los autores o son referencias a otros pensadores a los que se alude.

Es un formato muy diferente al que adopta la obra de Frédéric Pajak (La muerte de Walter Benjamin y la jaula de Ezra Pound, tercer volumen de la serie Manifiesto Incierto). Sus ilustraciones tienen vida en paralelo al texto al que acompañan, sin que haya necesariamente una referencia directa entre ambos elementos, como en el último capítulo, que relata el camino seguido por Benjamin para cruzar los Pirineos y llegar a Portbou para morir. El lector puede recorrer casi el paisaje que sufrió Benjamin en su huida, tras haberse sumergido a lo largo del volumen en un ambiente de pesimismo que impregna el blanco y negro del dibujo y el negro sobre blanco del texto. De modo similar funcionan diferentes retratos que acompañan a la información sobre Ezra Pound.

En estos casos, como en Las tres vidas de Hannah Arendt, el autor construye la narración icónica a partir de los fragmentos elegidos por ser o los más relevantes o los más representativos de la vida y la obra de los autores. Toda narración es siempre fragmentaria, especialmente en un presente que parece rechazar no ya un sistema global, sino la misma posibilidad de elaborarlo y transmitirlo. Pero en el caso del cómic, la fragmentación es patente en cada viñeta, en cada encuadre.

Un caso muy diferente es el Nietzsche elaborado a partir de un libro de Michel Onfray, filósofo de profesión. En esta obra, los dibujos tienen tal fuerza expresiva que la narración prescinde con frecuencia de texto sin que la historia se resienta. Aunque se trata de una biografía, queda claro desde las primeras páginas que combina la vida y la obra de Nietzsche con la tesis de que buena parte de la visión del filósofo difundida en Europa tras su muerte es una deliberada y tosca manipulación hecha por su hermana Elisabeth y que no cabe encontrar en la obra de Nietzsche un fundamento que avale el nazismo o el antisemitismo.

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