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Trabajar cansa
Columna
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Defendamos al Rey (de estos vídeos)

En España cada uno habla solo a los suyos y vive en su burbuja. Lo descorazonador es ver que todo se hace contra alguien, hasta lo que es a favor de alguien

Felipe VI en los actos del 12 de octubre en el Palacio Real.
Felipe VI en los actos del 12 de octubre en el Palacio Real.Carlos Alvarez/GETTY IMAGES (Getty Images)
Íñigo Domínguez

Han colgado el vídeo de “Viva el Rey” entre dos despropósitos, al principio y al final. Si fuera solo la gente que sale en medio, pues muy bien, faltaría más, podría valer para felicitarle el cumpleaños. Pero se presenta como “un viva al Rey colectivo como símbolo de nuestro apoyo al gran acuerdo constitucional que hoy está en peligro”. Es decir, hay una emergencia. Del otro detalle, al final, apenas se habla, supongo que porque es difícil verlo entero. Es un acto de acusación a los que no han participado. Enumera con retintín las razones que dieron, como un catálogo de la cobardía. Una era “escribiré pronto un artículo a favor del Rey”. Bien, a mí no me llamaron, y normal, no soy nadie, pero voy a escribir un artículo en defensa del Rey. Este.

Los promotores del vídeo dicen que invitaron “a las élites de la ciencia, la cultura, el periodismo y el deporte”. Bien, ¿y no pararon al darse cuenta de que no les seguían? Porque ahí no aparece casi nadie. Élite pueden ser Vargas Llosa y Savater, claro, y también hay personas conocidas y estimables, pero la mayoría es que ni idea de quién es. Como las élites no respondieron pues llamaron a cualquiera. En todo caso he preguntado a alguno de la élite y no les llamaron, y ya si los del vídeo creen que esto es la élite es que no saben en qué país viven. En España cada uno habla solo a los suyos y vive en su burbuja. Pero da igual, porque el fin es formar bandos: yo digo viva el Rey y tú no. Lo descorazonador en España es ver que todo se hace contra alguien, hasta lo que es a favor de alguien. Nada es por entenderse, todo es para atacar al otro. Más que salir, la idea es hacer ver los que no salen -también de la derecha, por tibios o traidores- como si fueran contrarios a la monarquía, cuando quizá lo que son es contrarios a las cosas que organiza Cayetana Álvarez de Toledo, que no es una ONG, sino una youtuber.

Hacer pasar esta iniciativa por un desinteresado apoyo al rey es un sarcasmo, se asienta en una fantasía política jaleada por algunos medios: España está al borde del golpe de Estado o la dictadura bolchevique. Si un extranjero aterriza aquí y escucha a muchos políticos y medios pensará que va a estallar una guerra civil. Y señalar a quienes no participan en el vídeo como contrarios a la monarquía o menos fieles a la Constitución es una irresponsabilidad, porque no es cierto. El Rey, después de verlo, quizá se llevara las manos a la cabeza, falta más de media España en ese vídeo, al margen de la elevada media de edad de los participantes. Más que decir viva el Rey como en un bar o en un partido, la mayoría de los ciudadanos simplemente cumple las normas que nos hemos dado, sin exaltarse, ni que le salga gritar viva el poder judicial o la vicepresidencia tercera del Congreso. Si la monarquía no desata pasiones últimamente no es por ninguna conspiración, es sobre todo por la propia monarquía y lo que hemos ido sabiendo de ella. De Felipe VI no sabemos nada, porque es un desconocido, es como está diseñado esto. Esto de que el Rey sea un pasmarote, con perdón, no tiene ni pies ni cabeza y no sé cómo debería cambiarse, me supera. Pero debería poder explicarse sin que nadie hable por él, un juez diciendo que le ha llamado y otros imaginando que necesita un vídeo cutre. Se agradecería que pudiera hablar por sí mismo, y poner orden, y hacerse respetar y apreciar por sus actos, la inercia ya no basta. Si no lo dejamos para inaugurar exposiciones y ya. Y para que se lo apropie una cierta derecha que se apropia de la bandera, la patria, el luto, los muertos, y ahora del Rey. No sé qué va a quedar para los demás, la tortilla de patatas.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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