_
_
_
_
TRABAJAR CANSA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Betelgeuse

Con este ser microscópico que nos está amargando la vida, uno no sabe dónde situarse en la escala de la insignificancia

Imágenes de la estrella Betelgeuse.
Imágenes de la estrella Betelgeuse.ESO/ M MONTARGÈS ET AL
Íñigo Domínguez

Conviene recordar que vivimos rodeados de misterio, y que lo sorprendente es la normalidad, siendo todo tan raro. En el regreso de las vacaciones notas ya cierto nerviosismo porque no se sabe qué va a pasar (que en realidad ya lo sabíamos). El futuro es borroso. El colegio de los niños, tu trabajo, si en Navidad tendremos la cena de Nochebuena por Zoom con la familia, que quién sabe cómo acaba eso. Ya si eres monárquico, del PP o del Barça, la verdad es que no sabes a qué atenerte. Se aleja un astro como Messi y pasa Cayetana Álvarez de Toledo como una estrella fugaz, o quizá era solo un fuego fatuo. Sumido en este vértigo cósmico leí un artículo sobre la estrella Betelgeuse, en la constelación de Orión. Resulta que durante unos meses brillaba menos, estaba borrosa, como el futuro. Es un fenómeno extraño, parece que se debe a nubes de polvo colosales que ha generado en su decadencia de supernova roja. Y entonces leí: “La estrella está relativamente cerca, a unos 700 años luz, por lo que su oscurecimiento temporal en realidad habría ocurrido alrededor del año 1300, teniendo en cuenta lo que tarda su luz en llegar a la Tierra”. Quién sabe qué está pasando ahora ahí fuera y no vemos.

Entre la supernova roja y este ser microscópico que nos está amargando la vida, aunque él lo hace sin mala idea y le somos indiferentes, uno no sabe dónde situarse en la escala de la insignificancia. Te planteas no renovar la cuota del gimnasio. Desde el universo más diminuto se nos sube a la parra un organismo invisible que nos torea y hunde un modo de vida. Un bichito realmente misterioso, todos hemos oído historias de alguien que ha dado positivo y su pareja no y cosas así. Para terminar de arreglarlo, le añadimos algo característico de nuestra especie, lo irracional: te juntas con amigos y familiares y al cabo de un rato se van perdiendo las precauciones, parece inimaginable que te lo peguen ellos, que te quieren y que así, a ojo, no tienen nada. De forma animal temes a los desconocidos, pero a los conocidos no. La verdad es que lo más misterioso es la gente.

En verano leemos novelas policiacas y de suspense, somos más porosos a las preguntas y las incertidumbres. Es una tontería, pero cada verano lo compruebo: ¿cuántos grifos en el mundo están cambiados, que el rojo es el agua fría y el azul la caliente? Esas casitas maravillosas colgadas sobre el mar en un acantilado, en medio de la nada, ¿de quiénes son?, ¿de verdad tienen dueño, que desayuna mirando por la ventana? O cuando descubres que la compañía de seguros te cubre todo, lo más insospechado, menos justo eso que te acaba de pasar. Este año ha habido una explosión de mujeres con cabellos blancos, que en la cuarentena dejaron de hacerse el tinte. Vivíamos en una atmósfera de falsa juventud, pero lo cierto es que a muchas les queda realmente bien. En Nápoles los vendedores de botellitas de aire de la ciudad han añadido a la etiqueta: “Con vacuna de coronavirus”. Entre los cuernecitos rojos de la suerte, hay unos que cuestan más porque ya están testados y han funcionado. En esta tierra volcánica, hay playas donde hundes la mano en la arena, bajo el agua, y quema. En realidad caminamos sobre masas de fuego que palpitan bajo nuestros pies. Vi una pintada en la iglesia del Gesù Nuovo: “La vita è troppo strana” (La vida es demasiado extraña). El fenómeno más asombroso, en todo caso, es lo rápido que pasan las vacaciones. Una mañana abres los ojos y todo ha terminado. El último día repasas las fotos del verano y ya parece que fue hace mil años.


Ideas que inspiran, desafían y cambian, no te pierdas nada
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_