Tenista bautiza una zapatilla, zapatilla se hace más célebre que el tenista: las Stan Smith, calzado-uniforme de la clase creativa
Esta es la historia de la primera deportiva que pasó de las canchas de tenis a los pies de los creadores de tendencias más influyentes del mundo gracias a un diseño radicalmente sencillo y también al tenista que, por pura carambola, les acabó dando su nombre
Esta semana cumplió años Stan Smith (74), el tenista cuyo nombre estará asociado para siempre con unas zapatillas blancas, sencillas y que (literalmente) combinan con todo. Un modelo creado para el tenis, pero que, de una forma inesperada y digna de estudio, hizo camino en el mundo de la moda. Para hablar sobre la creación de este diseño, nos tenemos que remontar a principios de los años 60, una época en la que ni el mundo del tenis ni el de las zapatillas deportivas tenía nada que ver con lo que es ahora.
El deporte estaba todavía muy dividido entre profesionales y amateurs y, por ejemplo, ningún tenista profesional podía competir en el Torneo de Wimbledon. Esto, que actualmente nos parece absurdo, era una forma de intentar mantener una especie de “pureza” en la competición deportiva. En realidad, en la época de la que hablamos, los escándalos y rumores sobre supuestos deportistas amateur que cobraban como profesionales iban en aumento, lo que con el tiempo provocó el fin de este sistema.
Por su parte, el mundo de las zapatillas deportivas estaba en pañales. Faltaban todavía unos años para que Nike produjera su primer diseño en 1971 y la mayoría de deportivas estaban fabricadas de tela. El modelo que con el tiempo se acabaría llamando Stan Smith, apareció en 1963 y supuso una revolución en la industria, ya que era el primero que utilizaba cuero para una pieza de calzado para jugar al tenis. Impolutamente blanca, hoy sigue siendo un vestigio de una época en que este color era predominante en la equipación que llevaban los campeones de la raqueta.
El nacimiento de un icono atemporal
La idea fue de Horst Dassler, hijo del fundador de la marca Adolph “Adi” Dassler, que era el responsable del negocio familiar en Francia. El producto comenzó a fabricarse en ese país y fue un éxito comercial entre los deportistas, ya que aportaba una mayor sujeción y evitaba las torceduras de tobillo.
Otra de las novedades que se le ocurrieron a Dassler fue buscar a un deportista para ser la cara del producto. Por aquella época, únicamente los tenistas profesionales podían firmar este tipo de contratos y en Francia solo había dos, con lo que Adidas no tuvo mucho donde elegir. Optaron por Robert Haillet, un jugador sin muchos títulos ni una gran historia que recordar. Las zapatillas pasaron a ser conocidas a partir de 1965 como Adidas Robert Haillet.
El momento del lanzamiento no pudo ser mejor. Coincidió con una expansión en la popularidad del tenis al comenzar en 1968 la llamada Open Era –caracterizada por la apertura de los grandes torneos a los jugadores profesionales–, el comienzo de las retransmisiones televisivas y, en muchos países (sobre todo anglosajones), la democratización del tenis con la apertura de campos públicos fuera de exclusivos clubs privados. Pero en 1971 la discreta carrera como deportista de Robert Haillet llegó a su fin (inmediatamente comenzó otra mucho más prosaica como representante comercial de Adidas en el sur de Francia) y Horst Dassler decidió sustituir al tenista francés por alguien con un poco más de gancho. Su nombre es hoy célebre porque casi todo el mundo lo lleva en los pies.
El sitio adecuado, el momento exacto
Stan Smith tuvo la fortuna de estar en la cumbre de su carrera justo en ese momento. Smith, un altísimo tenista de Pasadena apodado por la prensa como “Godzilla”, había sido una estrella del tenis universitario jugando para la Universidad del Sur de California, tanto en la modalidad de individual como de dobles. Comenzó su carrera profesional en 1969 y en 1971, cuando Adidas estaba buscando un sustituto para Haillet, Smith ganó el Abierto de Estados Unidos y quedó finalista en Wimbledon (torneo con el que se haría al año siguiente derrotando al legendario Ilie Năstase).
Smith, que por entonces era un joven jugador de solo 25 años, era justo lo que necesitaba la marca: en 1972 dominaba el circuito y acabó el año como número 1 en la lista de la ATP. Pero es que además, como señala Barbara Smit en su libro Hermanos de sangre, en el que se cuenta la historia de la rivalidad entre los hermanos alemanes que crearon Adidas y Puma, la contratación de Smith fue también una maniobra para ampliar el mercado de Adidas en Estados Unidos, ya que hasta entonces se consideraba como una marca “muy europea”.
Para Smith, el contrato con Adidas supuso algo parecido a ganar la lotería: estaba en el principio de su carrera y andaba buscando precisamente ese tipo de patrocinios, que en aquella época todavía eran muy escasos. No tenía ni idea de que su cara acabaría estampada en millones de zapatillas y que por ello ganaría mucho más dinero que con toda su carrera deportiva, que pronto empezó a decaer.
Una firma dentro y otra cara fuera
Durante la mayor parte de la década de los setenta, las zapatillas continuaron con la firma de Haillet estampada en el exterior y con el rostro de Smith en la lengüeta, hasta que en 1978 el modelo fue rebautizado como “Adidas Stan Smith” y Haillet se esfumó definitivamente. Tras el cambio, las deportivas todavía se hicieron más populares y fueron adoptadas por la mayoría de tenistas profesionales. “Me enfadé muchísimo la primera vez que perdí un partido contra un jugador que llevaba mis zapatillas”, contó Smith en Hermanos de sangre.
Con la llegada de los ochenta y el mayor desarrollo tecnológico de las zapatillas de deporte, fue cada vez más raro ver a profesionales luciendo las Stan Smith en torneos de Grand Slam, pero en un giro sorprendente de los acontecimientos, comenzaron a abrirse camino en el mundo de la moda. También en esto fue un modelo pionero: fue la primera deportiva en traspasar la escarpada frontera entre las pistas deportivas y el street style y abrió camino para otros diseños como las célebres Air Jordan o las Reebok Pump.
Tras la retirada del Smith del tenis en 1985 y sobre todo durante los noventa, el modelo atravesó una interesantísima travesía del desierto que lo hizo pasar de la sección de ofertas de artículos deportivos al front row de la moda internacional. Las Stan Smith se convierten en las “calzado refugio” para toda una serie de famosos, artistas y profesionales que adoptan un look pretendidamente sobrio. Menos formales que un zapato, menos callejeras que las sneakers de baloncesto que arrasaban entonces, y con el atractivo de su radical sencillez, estas zapatillas blancas se popularizaron a través de celebridades como Carolyn Bessette (la socialite que se casó con John John Kennedy y falleció con él en un accidente de aviación), los hermanos Coppola o Spike Jonze. Durante años, fue prácticamente el único calzado con el que se vio al diseñador Marc Jacobs. Con traje. Con pantalón de franela y camisa por fuera. Como fuera.
Con tales embajadores, poco a poco las Stan Smith fueron conquistando silenciosamente los armarios. Como otros modelos básicos de Adidas, como hasta que de repente, en 2011, Phoebe Philo, la reina del minimalismo en el vestir y por entonces directora creativa de Céline, salió a saludar al finalizar el desfile de presentación de su colección de otoño-invierno con un par de Stan Smith blancas. La influencia en el mundo de la moda de Philo estaba en aquel momento en su máximo esplendor y ese sencillo par de zapatillas, que podían comprarse en internet a ochenta euros, no pasó desapercibido. Philo, con ese simple gesto, reinterpretó el modelo, lo señaló y de un día para otro, lo convirtió en el zapato deportivo más codiciado del mundo.
No es cualquier zapatilla blanca
Ante esa sacudida en las tendencias Adidas decidió hacer algo radical: retirar la zapatilla del mercado durante dos años. “No estábamos muy contentos ni con la percepción de los clientes ni con dónde se podía adquirir”, contó a The Cut Torben Schumacher, que por entonces era director de marketing de la marca y actualmente dirige la línea de Adidas Originals. No fue sencillo convencer a la dirección de la marca, ni tampoco al propio Stan Smith, pero finalmente lograron su objetivo. Pensaban que era necesario un movimiento drástico, aunque arriesgado. “Quisimos atraer el respeto y la atención que el modelo se merecía y convertirlo en un básico”, afirmó Schumacher. Las Stan Smith desaparecieron completamente en 2012.
Al año siguiente, la compañía realizó algunos movimientos sutiles pero efectivos para caldear el ambiente. Por ejemplo, en el número de noviembre de Vogue Paris, Gisele Bündchen aparece en una sesión de fotos totalmente desnuda pero llevando unas Stan Smith con unos enormes calcetines blancos. En enero de 2014, volvieron a estar disponibles, pero ya no en la sección de zapatillas de descuento de cualquier hipermercado, sino en concept stores como Colette en París y grandes almacenes de lujo como Barneys New York.
El público arrasó las tiendas. La jugada funcionó a la perfección y en 2015 la marca vendió 8 millones de pares. Casi el doble en 2016, con lo que las ventas durante solo esos dos años superaron las de toda la historia del producto. Ahora mismo, las Stan Smith persisten, junto con la chaqueta de trabajador, el pantalón de vestir entallado y el jersey gris básico, como parte del uniforme oficial de la clase creativa en cualquier capital. Y eso que todas las multinacionales de moda, e incluso las marcas de lujo –especialmente ellas–, han lanzado su versión. Pero no es lo mismo. Adidas tiene a Smith y no tiene planes de prescindir de él. El deportista, dedicado desde hace décadas a su propia escuela de tenis, contaba a ICON en 2014 cómo vivía el hecho de haber alcanzado la fama gracias a un retrato que, paradojas de la vida, le hicieron durante la única época de su vida en que no llevó bigote. “Papá, ¿le pusieron tu nombre a la zapatilla o te pusieron a ti el nombre de la zapatilla?”, le preguntó un día su hijo, fascinado porque había escuchado su nombre en una canción de Jay-Z. Su cara en la lengüeta desde hace 42 años aporta autenticidad y eso es algo imposible de imitar.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.